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Para
milagros, no las probadas virtudes heroicas de esos cinco beatos
españoles que estaban en puesto de UEFA y a los que el Papa
entregará el título de campeones de santidad no lejos del
Santiago Bernabeu. Para milagros prodigiosos, los que ha obrado
la guerra contra Irak en la persona del Papa. Ni las santas
cruzadas contra el infiel por la conquista del petróleo a lo
sagrado de los Santos Lugares obraban estos milagros. Gracias a
la guerra y gracias, sobre todo, a la pegatina del "no a la
guerra", el Papa ha ganado en España muchos más puntos
que en la curia vaticana la causa de canonización de esos
beatos proclamados ganadores de la Championlí de la santidad.
Siempre se ha dicho que en
España éramos más papistas que el Papa. Pero los más
papistas que el Papa caían siempre del mismo lado: derecha pura
y durísima. Más papistas que el Papa eran los señores de
oscuro que pinta Mingote, los fundamentalistas de la moral y las
buenas costumbres, los herederos de la CEDA, los adoradores
nocturnos, las marías de los sagrarios calvarios y últimamente
los numerarios del Opus Dei. El Opus Dei era como un inmenso
Manolo el del Bombo aplaudiendo cada jugada del Papa.
La guerra que tantas cosas ha
cambiado ha trastocado profundamente la sociología de los
partidarios del Papa. Al Papa, hasta ahora, solamente lo
aplaudían desde la tribuna de preferencia de la derecha cuando
avanzaba hacia el área de la sociedad laica con el balón de
sus encíclicas, para marcar un gol, ¿qué digo yo?, al
divorcio o al aborto. Pero fue llegar la guerra de Irak, decir
el Papa lo suyo sobre la paz, como es la obligación que le
entra en el sueldo, y la tribuna guardó silencio de derrota,
mientras desde el Fondo Sur de la izquierda y el Fondo Norte de
la antiglobalización se pusieron como los locos a aplaudir al
Papa y a agitar banderas. Republicanas, naturalmente.
Y he aquí que aquel santo
varón que era vilipendiado, al que llamaban despectivamente por
su apellido, Woytila, o en todo caso como al marido de La
Polaca, o sea, El Polaco, ha pasado inmediatamente a ser para
las izquierdas Su Santidad el Papa Juan Pablo II. Este Papa sí
que es un santo, y no la Madre Maravillas, porque hace milagros
en vida. Ha hecho el milagro de que Gaspar Llamazares pida para
él la Gran Cruz de Isabel la Católica. Y porque Llamazares
anda ocupadísimo con la bandera republicana que, si no, hasta
era capaz de pedir para Su Santidad ex Wojtila el Toisón de
Oro.
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