|  | Recién
                abierta la olla, parecía anoche que todos iban a ser garbanzos
                negros. Metido el cucharón, ya no era tan desastroso como
                parecía. El chapapote no llegó a las urnas hasta los niveles
                que se temían unos y se esperaban otros. Lo cual tiene mucho
                más mérito, porque me acuerdo de los días malos del
                chapapote, y de los días peores de la guerra, y no todo se ha
                perdido, e incluso algunas cosas se han hallado. La Virgen de Fátima, que no
                hizo aquel milagro de un 13 de mayo en las Vascongadas, ha hecho
                este milagro de un 23 de mayo: Virgencita, por lo menos como
                estaba antes de la boda de El Escorial. Lo cual tiene bastante
                mérito, si se piensa que el PP ha ido a estas elecciones con
                Gafe puesto. Lo que empezó con el mal vahído escurialense
                podía haber terminado en un rosario de la aurora roja, del que
                ahora sólo se van a rezar algunos misterios. Los últimos
                síntomas no pudieron ser más preocupantes. ¿Qué necesita un
                partido para que en la recta final de la campaña le asesinen a
                una candidata a alcaldesa, víctima de la violencia marital, y
                se le muera otro candidato en pleno mitin de un infarto de
                miocardio? Para eso un partido sólo necesita aquello de lo que
                el PP anda sobrado desde El Escorial: un Gafe. No era normal que
                habiendo bajado los impuestos, habiendo remediado la bancarrota
                de las pensiones, habiendo suprimido el servicio militar
                obligatorio, habiendo puesto las hipotecas casi regaladas,
                habiendo asignado sueldo a las madres trabajadoras y habiendo
                acabado con el IAE, viniera el Tío Paco con la rebaja de la
                calculadora de demagogias y todo eso sumara únicamente guerra y
                chapapote. Sólo con la inestimable colaboración del Gafe puede
                el PP sufrir este trasvase no de votos, sino de suerte: se
                decía que Aznar tenía mucha suerte, hasta que en el Perejil se
                le quebró la "baraka" y ya no levantó cabeza,
                mientras a los adversarios les nacía un líder con
                presentación de nalga, es decir, de pie, como Zapatero. La
                suerte que tuvo Aznar es la suerte que ahora tiene Zapatero.
                Difícilmente el PSOE podría haber fabricado un líder como le
                ha construido gratis total el Gafe del PP. Lejos de echar al Gafe, el PP
                lo puso en el censo electoral, y ha votado. Ojú. Entre esos
                millones de nuevos votantes no me cabe la menor duda: estaba el
                Gafe. Tenían que haber echado al Gafe y tenían que haberle
                dado el carné del PP a La Pantoja. Ni Zapatero, ni Aznar, ni
                los votos etarras y asesinos al PNV ni nada: quien ha tenido
                ciertamente un triunfo electoral sin cuidados paliativos de
                pactos con el demonio de turno ha sido La Pantoja. El PP tenía
                que haber echado primero al Gafe y después haberle buscado
                entre sus filas un novio bueno a La Pantoja, para asegurarse el
                voto del marujeo como se lo ha amarrado Julian Muñoz en
                Marbella. Pero con Gafe a bordo y sin Pantoja, ya es mérito,
                por ejemplo, lo de Gallardón, o la nueva reconquista de
                Granada. ¿A qué va a resultar que Aznar le ha dado la vuelta
                al Gafe y ahora hasta le trae suerte? Lo siento por Sabina y por
                todos los progres de Visa Oro con pegatina de la guerra. 
  
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