La verdadera Autobiografía de Benito el Negro 

Querido Remo:

Por fin la pesada de mi mascota me deja el ordenador libre. Has hecho bien en recordarme que hay animales y personas que no conocen mi historia. Aquí te la mando.

Nací hará cosa de año y dos meses en Las Rozas de Madrid. La dueña de mi madre, (por llamarla de alguna manera), nos metió en una bolsa de plástico a mis dos hermanos y a mi y nos dejó en medio del campo, bueno de ese poco campo que queda sin urbanizar por esta zona. Y allí estábamos, muertos de hambre y de sed, muertos de miedo y llorando porque nos habían separado de nuestra madre. Además las hormigas habían empezado a aprovecharse de nosotros, y nos estaban comiendo, cuando apareció nuestra hada madrina, Virginia, que había sacado a pasear a sus tres perras mascotas. Nos oyó maullar y nos llevó a su casa. Allí abrió la bolsa y una de las perras, Connie empezó a quitarme las hormigas con la lengua. Me dio tal lavado que me dejo como el jaspe.

Inmediatamente la familia de Virginia se puso en marcha para buscarnos unas buenas mascotas que nos trataran como lo que somos: reyes.

Mis hermanos se parecen muchísimo a ti, Remo: son como "Milrayas", pero yo soy negro, y si hay algo contra lo que no se puede luchar es contra la superstición humana. Dicen que damos mala suerte. Y una porra: que se lo pregunten a mi mascota Mercedes a ver como le va desde que estoy yo en casa. Pero no me quiero desviar del tema: la realidad es que mis hermanos se fueron con sus mascotas enseguida, y pasaban los días hasta que apareció por allí la que luego sería mi mascota Mercedes a preguntar a los padres de mi hada madrina, Silvia y Tomas, si conocían algún remedio contra los ratones que se habían afincado en su casa.

Estos le dijeron que lo mejor para luchar contra los ratones era un gato, y que si quería, me podía ir a vivir con ella.

Mercedes contestó que a lo mejor iba a ser un problema porque en su casa vivía desde hacia 6 años un perro, que ya se sabe de perros y gatos como se llevan... Me acercó a su casa, y yo hice lo que tenía que hacer: me fui a comer con Gus a su comedero mientras charlábamos, porque los animales somos así de civilizados. Gus me dijo que comiera lo que quisiera, que me sintiera como en su casa, y hasta hoy. Aquí me he quedado. Desde que yo aparecí, no ha vuelto a haber ratones. ¡ Ah! Y a pesar de que mi mascota Mercedes se empeña en comprarme comida de gato, a mi la que me gusta es la de Gus, y además es que no le entra en la cabeza que nos gusta comer juntos, en el mismo comedero.

Soy muy feliz. Tengo un hermano que me quiere y soporta mis arañazos con estoicismo. Tengo tres mascotas, porque en casa viven Isabel, amiga del alma de mi mascota, y la hija de Mercedes, que se llama igual que ella y que me puso de segundo nombre Farinelli cuando Rosita la veterinaria me quito.... Bueno, como a ti.

Dormimos todos juntos, unas veces en la cama de Merce, otras en las de Isa...

Lo malo es cuando se va mi mascota de viaje y me dejan solo, las echo de menos. Menos mal que los viajes duran poco. Me encanta meterme debajo de las camas, porque las tienen llenas de cajas, y cuando se acercan les agarro de las piernas para asustarlas. Y vaya que si lo hago!. Es a lo que mas me gusta jugar.

Le he dado tu dirección de e-mail a unos amigos que tengo en Buenos Aires que se llaman Gucci y Absolut. Te escribirán un día de estos.

Bueno, Remo. Te dejo que viene mi mascota con la misma cara que le pone a su hija cuando se engancha al Messenger. ¡Qué paciencia hay que tener!. En cuanto pueda, te escribo.

Un abrazo muy fuerte. Ah! Te mandaré unas fotos que me han hecho solo y con Gus. Recuerdos a tus mascotas.  Beni