Para
los turistas eran las vacaciones; para los devotos, la Semana
Santa; y para los taurinos, las vísperas del Domingo de
Resurrección en la Maestranza de Sevilla. Viendo cofradías desde
un balcón, un amigo buen aficionado y con influyentes amistades
me dijo:
-- ¿T� te quieres ganar
cincuenta mil duros?
-- Hombre, cincuenta mil
duros se los quiere ganar siempre cualquiera...
-- Es que yo ahora mismo te
doy cincuenta mil duros por tus dos barreras de la Maestranza para
el domingo, porque las necesito para un compromiso...
El cartel era, desde luego,
de cincuenta mil duros: Ojeda, Jos�
Tomás y El
Juli. Media España quería ver esa corrida y estaba dispuesta a
pagar lo que fuera. Jos� Tomás y El Juli juntos en la Maestranza
son como Montserrat Caball� y Plácido Domingo en la Scala de
Milán. Se había acabado el papel y mis barreras estaban a
veinticinco mil duros en la reventa, cuando su precio real era de
94 euros, quince mil y pico de pesetas solamente. Se había
multiplicado por diez el valor de las acciones taurinas de mis
abonos. Ni el más rentable paquete de acciones alcanza la
revalorización de unos abonos de barrera en tarde de
expectación. Y perd� el salto. Porque le dije a mi amigo que no
había dinero en el mundo para privarme de ver a Tomás
y al Juli y después resulta que presenci� la actuación, pero
no, vi, como nadie pudo verlos, ni a Tomás ni al Juli.
Estamos en días de feria de
San Isidro y me imagino que los abonados de Las Ventas, ante los
carteles de lujo, estarán teniendo las mismas tentaciones de San
Antonio que servidor en vísperas de Resurrección. Animo a los
abonados a que no sigan mi ejemplo: que al contrario del canelo
que hice, tomen los cincuenta mil duros por sus barreras y corran.
Corran a ver la corrida televisada en Vía Digital, por ejemplo.
Porque igual que se dice que "tarde de expectación, tarde de
decepción", también podría acuñarse otro refrán taurino:
"Reventa a reventar, tarde de n� de n�..."
Las liebres de los grandes corridones no suelen saltar de las
madrigueras de la taquilla con el "No hay billetes" y la
reventa por las nubes. Aunque a los que pagan esas fortunas por
estar all�, poco les importan los resultados artísticos. La
cuestión es estar all� ese día, y en ese sitio, no que se
corten orejas o se dejen de cortar.
A pesar de esta sociedad
globalizada e informatizada donde la verdadera fiesta nacional es
el fútbol, los toros siguen siendo nuestro máximo espectáculo
social. A la final de Copa puedes faltar, pero cuando toree Jos�
Tomás, tienes que estar en barrera de Las Ventas. Si eres algo o
alguien, tienes que estar en San Isidro; esas tardes es
socialmente obligatorio estar. Es como antaño la ópera, pero con
clarines y Victorinos en lugar de Verdi. La burguesía catalana de
"Mariona Rebull" iba a sus palcos del Liceo para decir a
todos desde el esplendor social de la ópera quiénes eran los
dueños de la industria textil. Ahora, para poder saber quiénes
son los elegidos, hay que mirar en las barreras y contrabarreras
de la moda social de los toros.
La plaza de las Ventas, en
estas tardes de San Isidro, es el espejo donde España se mira
para ver quién est� en la cresta de la ola, quién tiene el
poder, el dinero, la fama, la fortuna. Como los americanos
publican cada año en el "Fortune" la lista de los cien
más ricos, las barreras de Las Ventas son el escalafón y
estadillo de todos los poderes: fácticos, económicos,
culturales, sociales, políticos. Cómo ser� la cuestión, que
aun pudiendo ir al palco regio, Su Majestad el Rey, cuando alguna
de estas tardes baja castizamente a Las Ventas del Espíritu
Santo, se pone en una barrera. Del Rey abajo, all� están todos
los que tienen que estar. Es una Bolsa social donde hay que
cotizar con la presencia. ¿No existe el Indice Nikei y el Indice
Nasdaq? Pues en estos días, para ser alguien en España, hay que
estar presente en la cotización del Indice Barreras de las
Ventas.
Otros
temas de toros en El RedCuadro

|