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José
Tomás tenía ya dos orejas en el esportón. La plaza de Sevilla
estaba aproximadamente como un manicomio. El nuevo Aquinate del
toreo la había puesto boca abajo. Fue entonces cuando sonó mi
teléfono móvil. Como solemos hacer todo aquello que
criticamos, el que me llamaba por el móvil era otro objetor de
motorolas, mi compadre Alfonso Ussía, que había pegado un
mangazo importante: dos barreras para ver a José Tomás que le
había sacado por la cara al Conde de Luna, teniente de hermano
mayor de la Real Maestranza de Caballería. Ussía, que hasta
ahora daba mangazos de Infantería, pegó un manguis de
Caballería maestrante gordo. Y como me pone de descreído en
materia ajena a la fe del currismo, me preguntó por el
cacharro, con guasa de desafío:
-- ¿Qué te ha parecido el de Galapagar?
Le dije por el móvil la conclusión urgente a la que
habíamos llegado en el rinconcito del 7 donde pagamos nuestro
abono, sin trincar, los Peralta, Paco
Camino, Paco Gandía, Mercedes Domecq y el guardia que
suscribe:
-- Pues que el de Galapagar no parece de Galapagar.
Me apresuro a escribirlo porque estoy harto de que el
compadre se gane los jornales de sus artículos con mis frases,
y ésta no me la pisa por nada del mundo: te fastidié la
columna en las tres letras, niño. No es que yo tenga nada
contra Galapagar, pero sí contra los aldeanismos excluyentes.
Es un gozo que mientras por ahí arriba anden pidiendo el DNI
vasco, haya en España un pueblo como Sevilla donde no solamente
no se le pide a la gente el carné de identidad, sino que encima
los sacamos a hombros por la Puerta del Príncipe. José Tomás
como torero de Sevilla, al cambio, es como si en el País Vasco
hicieran miembros de lo que Alfonso Guerra llamaba El
Gurugacha a todos los que se llaman López y fueron allí a
arrimar el hombro. Sevilla estaba huérfana de Curro
Romero y ha adoptado a un muchacho de Galapagar. Una tierra
tan tridentina de cánones y silogismos ha proclamado Aquinate,
como decía Javier Villán, a este Tomás que no es de Aquino,
sino de aquí mismo. El neotomismo de la afición española ha
sido investido con el doctorado por la Hispalense, en el
escolasticismo clásico del toreo. Como un Guinness Book y una
estadística del Cossío gustan tanto, consigno que hoy, lunes
de Feria,
con la corrida de Juan Pedro, José Tomás puede ponerse a dos
Puertas del Príncipe de Curro Romero... y en la misma
temporada. Añado para uso de sus detractores que habrá batido
la marca de... César Girón. Puertas del Príncipe que ha visto
abrir todas, por cierto, Jaime de Marichalar. Tres veces se ha
abierto esa puerta este mes de abril y las tres estaba allí el
Duque de Lugo. Así que en materia de asistencia a los toros de
miembros de la Familia Real, no me meto en libros de Maestranzas
de Caballería y me quedo con Marichalar. Cuando vaya usted a
los toros y vea allí a Marichalar, téngalo por seguro: esa
tarde se abre la puerta grande.
José
Tomás, o el nuevo Tomismo
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