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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3077 - 31 de julio del 2003                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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Lo de "Europa en el bolsillo" sonaba hasta ahora a título de una guía azul, refinada y exquisita, para hacer turismo por el continente, con los inevitables hoteles con encanto y los obligatorios bares donde Ernest Hemingway se tomaba una copa... o las que se terciaran. Pero durante un fin de semana en una playa turística, llena de hoteles con el encanto de los precios baratos, me he metido la mano en el bolsillo, he mirado las monedas de euro que llevaba de las vueltas de comprar el periódico, de tomar el aperitivo en un chiringuito y de pagar el café de ritual después de la siesta hispánica, y me he encontrado aquí con justamente con ese título del libro que antes te ayudaba a ir por ahí. Tenemos ya a Europa en el bolsillo, a la Unión Europea entera, en forma de monedas de distintos países. En el bolsillo tenía la prueba del 9 de la unidad monetaria. Saqué las monedas y vi que tenía piezas de bastantes naciones de la Unión Europea. Tenía una moneda alemana de dos euros, con el águila federal que a nosotros nos recuerda la del escudo de la antigua Policía Armada, los "grises" de tantas falsas leyendas, ante los que aseguran que corrieron los que no se mojaban ni daban la cara absolutamente para nada en la Facultad. Muchos confunden sus recuerdos juveniles con la calle de la Estafeta.

Tenía también en el bolsillo dos monedas portuguesas de un euro, con los castillos y escudos de armas del país tan lejanamente cercano o tan cercanamente lejano, orlando un signo que no sabía qué significaba, y que tras documentarme me he enterado que es el sello del Rey de Portugal, pero no de este Don Duarte que ahora reconocemos como soberano lusitano, sino de 1144. De ayer por la mañana, vamos.

Y para que no me faltara de nada, tenía dos euros italianos, preciosos, que más que moneda parecían medalla olímpica, como para colgársela con una cinta en un podio de triunfadores. Una moneda con el perfil de Dante Alighieri, según el retrato realizado por Rafael que se conserva en el ala del apa Julio II del Palacio del Vaticano.

-- ¡Cuánto sabe usted de monedas de euro, Burgos!

Es que he descubierto, y esto es lo que quiero proponerles en este artículo, que la unidad monetaria nos permite un bonito entretenimiento, baratísimo, bastante menos costoso que jugar al golf o tener un barco en una marina deportiva: coleccionar euros con las caras nacionales de los distintos países. Un frasco de mermelada vacío con su tapón hermético es el lugar ideal para irlos guardando. Yo me guardé aquellas tres monedas y desde entonces he ido aprovechando las semanas que llevamos de verano para aumentar la colección. ¿Colección tonta? No sé: para mí, colección que te da el orgullo de ver físicamente tu pertenencia a una comunidad donde la democracia, la libertad y la paz son los supuestos comunes. Seré un cateto poco viajado, pero me da mucha alegría cuando en una zona turística me dan una vuelta en monedas y compruebo que entre ellas hay más piezas con caras de la Reina Beatriz de Holanda o del Rey Alberto II de Bélgica que de Don Juan Carlos I de España.

Sugiera, pues, señora, a sus hijos que hagan la colección, y así de paso les inculca la antigua virtud del ahorro. A lo tonto a lo tonto, entre monedas de 50 céntimos de la Mariana francesa y monedas de un euro irlandesas con el arpa gaélica, se encuentra uno al cabo de poco tiempo con que tiene un capitalito muy curioso dentro del frasco vacío de mermelada que hace de alcancía. El riesgo de la colección es la factura que vienen a cobrar a casa y son 61 euros, o 121. El pico del euro es el riesgo. Ese euro que nunca se tiene suelto cuando vienen a cobrar una factura que se paga con tres billetes de 20 euros o con uno de 100 y uno de 20. Ese euro del pico termina siempre saliendo de la hucha de interés histórico-artístico-numismático de las monedas de los distintos países de la Unión Europea.

-- ¿Me puedes dar una moneda de un euro para pagar al chico del supermercado?

-- Toma, un euro portugués...

Son los que más abundan. Los coleccionistas tenemos "repes" todos los euros portugueses que quieran. Pero no dejo de mirar y remirar las monedas que me dan por ahí en las vueltas, a ver si me entra lo que me falta. Las piezas raras: el euro de Luxemburgo con la cara del Gran Duque Enrique; el euro finlandés con su pareja de cisnes, o el euro austríaco con el retrato de Mozart. Por mucha unidad monetaria que tengamos, los euros raros de por ahí nos siguen pareciendo mucho más europeos que nuestros euros de Don Juan Carlos, ya tan familiares que nos hacen sentir que no hemos tenido otras monedas en nuestra vida.

 

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