Como en Barcelona
con los Juegos Olímpicos, en Sevilla se abrieron muchos hoteles
con la Expo. De todas clases y categorías. Y entre ellos, destac�
pronto por su refinamiento uno de los primeros hoteles con encanto
que conoc�: Las Casas de Carmona. Lo había puesto y decorado con
exquisito buen gusto Marta Medina, que dio a un viejo edificio
monumental la apariencia íntima de una casa señorial donde
estuvieras de invitado de los dueños, no de huésped de hotel.
Luego he visto este mismo clima en muchos otros hoteles con
encanto, casonas de pueblo con unos pocos, acogedores cuartos que
te ponen en contacto con paisajes y cocinas de delicia. Entonces
sorprendía que las habitaciones no parecieran de hotel, sino tan
personalizadas como cuartos de invitados.
En ese ambiente, el bar de hotel no existía. Era una larga mesa de
bebidas en un salón agradabilísimo. Como el comedor de desayuno de
una casa buena de Inglaterra. All� tenías termos elegantísimos con
caf�, y botellas, infinidad de botellas, de los licores más
usuales o insólitos. Todo absolutamente gratis, sin ningún
empleado que te preguntara el número de habitación. Barra libre.
¿Querías una ginebra con tónica? La botella entera para ti solo, a
discreción. Con lo ansiosamente glotones y beodos que nos volvemos
con los desayunos de buf� o las barras libres de las bodas,
pregunt� a Marta Medina si no le salía carísimo su generoso bar de
la mesa de autoservicio de licores. Me dijo:
-- Todo lo contrario. Un cliente puede tomarse
una copa, dos, o más todavía... Pero no hay hígado que resista lo
equivalente en precio de copas a lo que cuesta el sueldo y la
Seguridad Social de tres turnos de camareros de bar y un
correturnos para los descansos.
Los hoteles sin encanto, los hoteles de cadena,
han rebajado el costo del servicio de habitaciones con el
impersonal minibar. Ustedes pueden creer que el minibar est� en
los cuartos de los hoteles para ahorrarse sueldos en el "room
service". S�, es as�. Pero también he descubierto que el minibar
est� en los cuartos de los hoteles perversamente puesto para no
dejarnos dormir a gusto. Si has trasnochado y se te olvid� poner
el "no molesten", cuando estás en el plácido sueño de las 9, de
las 10 de la mañana, llaman a la puerta, sientes una llave
abriéndola, y se te mete en el cuarto un señor de chaquetilla
blanca, al que oyes decir entre sueños:
-- Perdón, venía a revisar el minibar...
Estos despertares no son el menor problema del
minibar. Si el hotel es chungo, lo encuentras al instante, porque
el mueble est� all�, ofensivamente a la vista, que se vea que esa
pensión mejoradita es tan buena que hasta tiene minibar. El
problema son los hoteles refinados y de cierto tono, donde el
minibar est� siempre oculto, ora en un armario Art Dec�, ora en
una cómoda Luis XV, ora dentro del que parecía un escritorio. Y
una vez que lo has hallado, compruebas que nunca aciertan con tus
gustos. Si eres abstemio, tendrás todo el güisqui, ginebra y
brandy que quieras y una sola botella de cola. Si adicto al
chocolate, hallarás cacahuetes, almendras, patatas fritas,
aceitunas; de todo... ¡menos chocolatinas!. Pero si odias el
chocolate, ten por seguro que lo tendrás crujiente y con leche,
negro y en barritas, todo el que quieras, Suiza entera.
Al final, pero no el último, est� el problema de
conciencia del minibar. Los hoteles ponen a prueba la honradez de
sus clientes con el minibar. En muchos minibares suele haber una
lista que nadie rellena. En un impreso como de entrega para
lavandería debes anotar cuántas cervezas, botellas de agua o
chocolatinas te tomaste. Como nadie lo rellena, para eso est� el
camarero de la revisión que te despierta si no has puesto el "no
molesten". Y para eso est� la pregunta como de confesor que cuando
vas a pagar la cuenta te hacen en recepción al marcharte:
-- ¿Tom� algo del minibar?
Es tanta la confianza de los hoteles en sus
clientes, que les dan absolución general de minibar a quien dice
que no. ¿Pero quién dice la verdad? ¿Cuántos millones de
embusteros se van de los hoteles sin pagar lo que se tomaron
anoche del minibar? Ahora que estamos en campaña electoral,
cambiaría los términos usuales sobre la honradez de los políticos.
No diría ese tópico que el candidato Fulano inspira tanta
confianza que se le podría comprar un coche de segunda mano sin
verlo. Habría que decir que Fulano es tan honrado que siempre que
le preguntan al salir del hotel si tom� algo del minibar dice que
s�, que una botella de agua mineral y dos chocolatinas. Mucho me
temo que vamos a votar como honradísimos políticos a muchos de los
habituales embusteros clientes de hotel que dicen que no tomaron
absolutamente nada del minibar, cuando no dejaron una chocolatina
viva.