Hay que ver los
inconvenientes que tiene ir de clásico por la vida: más clásico
que un traje gris de franela, que nunca pasa de moda. Decía Rafael
el Gallo que "clásico es lo que no se pu� hac� mejón", y al
orden jónico, dórico y corintio del traje de franela me remito. En
cuestiones de moda, los clásicos no acabamos de cumplir sus
cánones ni en cuanto al lenguaje. Y mira que hacemos esfuerzos.
Aplicándome mucho, había logrado aprender que no hay que decir
moda. Que decir moda est� pasado de ídem. Que hay que decir
"tendencia", que es más "exclusivo", otra palabra de moda que he
aprendido, siguiendo el libro de estilo de la actualidad. Ese
libro me enseñó que lo "exclusivo" pas� de femenino plural a
masculino singular. Archiv�, as�, en el baúl de los recuerdos de
Karina aquellas Exclusivas Ramiro que vendían pisos en Madrid.
Aquellas Exclusivas Sánchez Ramade que distribuían películas por
los cines de barrio cuando no existía el "Cine de Barrio" de Jos�
Manuel Paradas o de Carmen Sevilla. Aquellas exclusivas, con
minúsculas, que Manuel Benítez "El Cordobés" firmaba con los
empresarios taurinos, tras consultarlo con una almohada mullida de
millones. No en balde Benítez fue el primero que us� la palabra
"kilo" para aplicarla al millón de pesetas. De "antiguas pesetas",
claro, como también est� de moda decir. Un millón de pesetas en
billetes de a mil pesetas pesaban exactamente un kilo. Seguro que
el genial Benítez los pes� en la báscula de Villalobillos.
As� que dominaba perfectamente el lenguaje de lo
exclusivo de las tendencias, y hasta había aprendido a hablar del
"glamour" de lo "fashion". Y estaba tan contento con las
tendencias, dándome el pegote de saber de moda cada vez que había
un Salón o una Pasarela, y hablando de las tendencias de las
colecciones, cuando, ¡zas!, mi gozo en un pozo. Acabo de descubrir
que los vestidos (diseños, vamos) que desfilan por las pasarelas y
llenan el esplendor de los salones puede que reflejen tendencias,
pero en ningún modo son colecciones: ahora son "propuestas". La
propuesta del diseñador. Diseñador, por descontado, no modista o
modisto. Se ha resuelto aquella eterna duda gramatical de cuando
Manuela Vargas pasaba los modelos de la colección de trajes sastre
de Cerezal. Me explico: la propuesta de diseños sartoriales cosida
y cortada por el maestro Cerezal con profundo conocimiento de la
tijera, la aguja y el probador. La duda entonces era que no
sabíamos si Cerezal era modisto, como decían algunos, o modista;
si la palabra modista podía aplicarse en masculino a aquel gran
señor de la costura, maestro de su oficio. Ahora no habría
problema: diríamos que Manuela Vargas pas� la propuesta del
diseñador Cerezal.
Y lo diríamos, además, con un lenguaje que mira
que lo estoy estudiando en sus versiones escritas o en las
habladas de los reportajes televisivos, pero que es dificilísimo.
Las colecciones (perdón, propuestas) de los modelos (perdón,
diseños) de moda (perdón, tendencia) son comentadas ahora con
palabras tan rebuscadas y surrealistas como las de los catadores y
los sumilleres para describir los vinos. Ser� un torpe, pero
cuando leo en una etiqueta de vino que "tiene un sabor afrutado
que deja un regusto almendrado en el paladar y da un recuerdo
retronasal a nuez moscada y a limones salvajes del Caribe", evoco
la sencillez del anuncio del pasodoble publicitario del Anís del
Coral en la radio de cretona: "Es el Anís del Coral/el mejor de
los mejores,/da gusto al paladar/y a la boca olor de flores". Las
flores serían ahora recuerdos retronasales de camelias con sabores
esplendorosos de las fresas salvajes del bosque de la abuela de
Heidi.
El lenguaje de los comentaristas de las
colecciones... Vuelvo a pedir perdón, que no aprendo: de las
propuestas, quiero decir. El lenguaje en que comentan las
propuestas de la temporada es como para echarlo a pelear con el de
los vinos, de rebuscado, hermético, presuntuoso. El que no
presenta una propuesta "inspirada en el romanticismo de las
transparencias del charlestón de los años 20, con un homenaje a
Mondrian en la gama cromática de los tejidos brillantes de las
faldas" es porque hace desfilar otra que "en sus corpiños es un
tributo a la seriedad de los atuendos de los cuadros de Pantoja de
la Cruz, junto con una investigación en tonos oscuros sobre los
elementos etnográficos del atuendo de las tapadas de Vejer".
Oyendo estas monsergas de las propuestas de los
diseñadores me acuerdo muchísimo de Rosarito. Rosarito la Modista
era la costurera de mi madre. Llegaba mi madre a su taller con el
último ejemplar del "Para ti" argentino y le decía:
-- Rosarito, quiero que me hagas un vestido
estampado as�.
Y Rosarito se lo sacaba clavado al de Evita
Perón en la revista argentina. Rosarito, claro, no sabía nada de
las tendencias, ni del "glamour" de lo "fashion", ¡pero le sacaba
a mi madre unas propuestas estampadas tan bonitas! Nada menos que
la propuesta de recordarla yo ahora tan joven y tan guapa, con
aquellos vestidos estampados por la felicidad de la niñez.