No s� si en las
Facultades de Comunicación se sigue enseñando lo que aprendimos en
la Escuela Oficial de Periodismo sobre las circunstancias de la
noticia. Decían que toda noticia bien redactada debía responder a
las cinco preguntas que en inglés empiezan por W (who, when,
where...) y que en castellano son quién, dónde, cuándo, dónde,
por qu�. Lo que no aprend� en la Escuela de Periodismo, sino que
he sabido por el ejercicio de este oficio de la escritura en los
papeles, es que sin necesidad de W inicial inglesa o de adverbios
y pronombres castellanos existe un sistema de valoración de las
noticias verdaderamente importantes, transcendentales, que
cambiaron el mundo. Podemos calificar de noticias históricas
aquellas que por muchos años que hayan pasado desde que se
produjeron las seguimos relacionando exactamente con el lugar, la
fecha, la hora, las circunstancias todas en que la supimos.
A modo de pasatiempos, le propongo que usted mismo
aplique este sistema de valoración de noticias a su propia
memoria. Si es usted mayor, de cuarentón para arriba, le
preguntaría:
-- ¿Dónde y cuándo se enter� usted del asesinato
de Kennedy?
Pero como usted entonces no había nacido, le
pondr� un ejemplo más próximo:
-- ¿Dónde y cuándo se enter� usted del atentado
contra las Torres Gemelas el 11-S?
Yo me acuerdo perfectamente, como si fuese
ahora, de cuándo me enter� del asesinato de Kennedy. Estaba
estudiando Periodismo en Madrid, residía en el Colegio Mayor
Aquinas, y ante los libros estaba cuando mi compañero de cuarto,
el jerezano Beltrán Domecq Williams, s�, el hermano de Sandra y
cuñado de Bertín Osborne, entr� muy alterado para decirme:
-- ¡Corre, baja al salón de televisión, que a
Kennedy le han pegado un tiro en Dallas y están dando todas las
noticias!
Usted, del mismo modo, podr� recordar
perfectamente dónde estaba el 11-S cuando hacia las 3 de la tarde
alguien le dijo que un avión primero, e inmediatamente otro, se
había estrellado contra las Torres Gemelas de Nueva York. Parece
que le estoy leyendo el pensamiento, señora, cuando est� usted
evocando:
-- S�, venía del hipermercado, con una cantidad
enorme de bolsas, porque tenía la nevera completamente vacía, y
cuando llam� por el teléfono móvil a mi hija para que bajara al
aparcamiento a ayudarme a descargar la compra me dijo: "Mam�, ¿te
has enterado de lo de las Torres Gemelas, que están ardiendo
porque se ha estrellado un avión contra ellas?"
Ahora me explico perfectamente cómo mi padre,
combatiente en el bando nacional, recordaba exactamente el minuto
y el sitio del frente de Jaén donde se enter� del fin de la guerra
civil. Las noticias verdaderamente históricas nos evocan
inmediatamente a las circunstancias de su conocimiento. Yo
recuerdo la mañana que en la playa de Rota, días después de la
explosión de Cádiz, comentaban que a Manolete lo había matado un
toro en Linares, como me acuerdo perfectamente de quién me llam�
para decirme lo de Paquirri en Pozoblanco. Recordamos dónde nos
enteramos de la muerte del Papa Pablo VI, y con quién estábamos, y
qu� hacíamos. Recordamos perfectamente el teléfono de aquel
amanecer, tras la larga agonía, cuando nos dijeron que Franco
había ya muerto, o dónde estaba aquella radio por la que nos
enteramos en la tarde del 23-F que Tejero había asaltado el
Congreso de los Diputados.
Los españoles, además de estos hechos
inolvidables, que marcan la Historia, tenemos otras noticias,
dolorosísimas, para no olvidar: las infamantes. Por mucho tiempo
viviremos la trágica resaca de una de ellas: la masacre de Madrid.
Cuando asesinaron a Miguel Angel Blanco, deseamos que no hubiera
nunca más otra noticia as� de la barbarie, de las que nos hacen
recordar las circunstancias de su conocimiento. Tan cercana
tenemos aún la conmoción por el cruel, frío, incalificable
asesinato a hora fijada de Miguel Angel Blanco, que usted ahora
mismo recuerda perfectamente dónde estaba, con quién, qu� estaba
haciendo, en aquella hora de silencio de una tarde de verano de
1997 en que se supo que su cuerpo ensangrentado había aparecido en
un camino solitario con un tiro en la nuca.
Del mismo modo que antes la muerte de Miguel
Angel Blanco, nunca olvidaremos ahora este 11 de marzo de 2004,
que en palabras de Jos� María Aznar "ocupa ya su lugar en la
historia de la infamia". Pasarán muchos años y nos seguiremos
acordando, como si lo volviéramos a vivir con todo su dolor y su
tragedia, del momento exacto en que nos enteramos del estallido de
los trenes en Atocha, en El Pozo y en Santa Eugenia, dónde
estábamos, quién nos dio la noticia. La noticia que durante muchos
más años seguiremos deseando que nunca se hubiera producido. La
noticia inolvidable de la infamia.