Con la muerte de
Matías Prats se nos va no solamente una época de la radio, un
maestro del micrófono, un gran padre de familia, un abuelazo de
antología, sino también un creador del lenguaje. Nada más y nada
menos que quien creó el lenguaje que se utiliza en el fútbol. Cada
tarde radiofónica de domingo Y cada mañana de muchachos leyendo
los periódicos deportivos seguirán siendo un homenaje al
radiofonista singularísimo de Villa del Río, un pueblo con nombre
de película de Berlanga. El fue quien creó, acuñó y codificó no
solamente el lenguaje que se utiliza en esos medios futbolísticos,
sino quien, poeta al fin y al cabo, imaginó todo el sistema de
imágenes y metáforas, de tropos, la preceptiva y la retórica que
se emplean en las crónicas y retransmisiones. El fue quien dio en
llamar "trencilla" al árbitro, la parte por el todo, por el cordón
de seda que, en los gustos ingleses, festoneaba las solapas de la
chaqueta de los uniformadísimos jueces de los encuentros. El fue
el primero que, sobrado de conocimientos mitológicos, llamó
"cancerbero" al portero de un equipo. Quien inventó la metáfora de
"la madera" para describir el poste de la portería donde daba la
pelota que no entraba a gol. Y fue el gran geómetra, el Euclides
del campo del fútbol, quien hizo que todos hablemos ya de la
posición teórica del medio centro como si fuera el pasillo de
nuestra casa. Y si tal es en el fútbol, nada digo de los toros. En
la fiesta nacional, más que inventar un lenguaje, rescató y llenó
de vida las expresiones de los revisteros románticos, que llamaban
garapullos y rehiletes a las banderillas, "los aceros" al estoque
o "la franela" a la muleta.
En la ESO y lo
otro, entre la antigua EGB y los nuevos Bachilleratos, en España
cada vez se habla peor, con mayor pobreza, y el deporte,
especialmente el fútbol, no se escapa de la degradación general.
Toda aquella riqueza de imágenes y metáforas, de precisión de
léxico, de perfección de sintaxis que utilizaba Matías Prats se ha
perdido. Es un lenguaje mucho menos literario, menos leído, menos
culto, en resumen. Y mucho menos rico, porque es más pesado. En
los pasados Juegos Olímpicos de Atenas, viendo retransmisiones por
televisión, escuchándolas por radio o leyendo informaciones en los
periódicos, me quedé completamente perplejo. La palabra "medalla",
que es la que colocaban en el podio a los ganadores de cada
prueba, había desaparecido de la circulación. En Atenas, España, o
Estados Unidos, o Japón, no ganaban medallas: ganaban "metales".
Metales para arriba y metales para abajo, como si estuviéramos en
una fundición o en los altos hornos de Bilbao. Cuando, por la moda
de no decir medallas ni muertos, no usaban una palabra correcta
aunque rebuscadísima, que Matías Prats nunca hubiera dicho:
presea.
Pero eso no es nada al lado de otra moda del
lenguaje de la información futbolística, que es el dichoso
"vestuario". Tenía entendido que el vestuario, como los camerinos
en los teatros, era el lugar del estadio donde los jugadores se
ponían la indumentaria adecuada de camiseta, calzonas y botas para
jugar los partidos. Vestuarios en algunos casos abandonados e
inhóspitos, como aquellos famosos del campo del Getafe que José
María García denuncio durante noches y noches, donde los pobres
jugadores no tenían agua caliente con que ducharse al terminar los
partidos. ¡Daba una pena de los jugadores y daba un repeluco de
frío pensar en su ducha tras el encuentro, cuando García
denunciaba el estado del vestuario de aquel campo!
Hace poco leí un titular destacado en la sección
de deportes de un periódico. Decía: "El entrenador del Madrid está
muy preocupado con el vestuario". Pensé: ¿qué le ocurre al
vestuario del estadio Bernabeu? No quiero ni pensar que sus duchas
no tengan agua caliente, como el del Getafe que denunciaba
García... Como el estadio ya tienen una edad, ¿le habrán
descubierto ese mal del cemento de los edificios antiguos? Pronto
salí de dudas. El famoso vestuario al que se referían no era el
lugar de las duchas y las taquillas, sino el conjunto de lo que
Matías Prats hubiera llamado "la plantilla". El vestuario es el
conjunto de jugadores habituales en un club de fútbol, un grupo
social que tiene gozos y sombras, alegrías y tristezas, buenas
relaciones y tensiones. Los comentaristas de fútbol hablan del
vestuario como si fuera un ser humano. Vamos, como usted de su
cuñada:
-- El vestuario está bastante enfadado con lo
que ha dicho el presidente. Veremos si no llegan a mayores estos
problemas del vestuario.
Será que echo mucho de menos a Matías Prats,
quien cuando yo era un niño me tenía en sus rodillas en la
Asociación de la Prensa de Sevilla, de lo que nos enorgullecíamos
los dos, de discípulo a maestro. Pero la verdad es que no me acabo
de acostumbrar a este protagonismo del dichoso vestuario. Cada vez
que oigo la palabra pienso que es como si Isabel mi mujer me
dijera:
-- Ten cuidado, que el vestidor está bastante
enfadado con esa corbata espantosa que te pusiste ayer con una
camisa que tampoco te pegaba nada con el traje...