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De rosa y oro 

                                            por Antonio Burgos


Num. 3138 - 23 de septiembre del 2004                                    Ir a "¡Hola!" en Internet
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Con la muerte de Matías Prats se nos va no solamente una época de la radio, un maestro del micrófono, un gran padre de familia, un abuelazo de antología, sino también un creador del lenguaje. Nada más y nada menos que quien creó el lenguaje que se utiliza en el fútbol. Cada tarde radiofónica de domingo Y cada mañana de muchachos leyendo los periódicos deportivos seguirán siendo un homenaje al radiofonista singularísimo de Villa del Río, un pueblo con nombre de película de Berlanga. El fue quien creó, acuñó y codificó no solamente el lenguaje que se utiliza en esos medios futbolísticos, sino quien, poeta al fin y al cabo, imaginó todo el sistema de imágenes y metáforas, de tropos, la preceptiva y la retórica que se emplean en las crónicas y retransmisiones. El fue quien dio en llamar "trencilla" al árbitro, la parte por el todo, por el cordón de seda que, en los gustos ingleses, festoneaba las solapas de la chaqueta de los uniformadísimos jueces de los encuentros. El fue el primero que, sobrado de conocimientos mitológicos, llamó "cancerbero" al portero de un equipo. Quien inventó la metáfora de "la madera" para describir el poste de la portería donde daba la pelota que no entraba a gol. Y fue el gran geómetra, el Euclides del campo del fútbol, quien hizo que todos hablemos ya de la posición teórica del medio centro como si fuera el pasillo de nuestra casa. Y si tal es en el fútbol, nada digo de los toros. En la fiesta nacional, más que inventar un lenguaje, rescató y llenó de vida las expresiones de los revisteros románticos, que llamaban garapullos y rehiletes a las banderillas, "los aceros" al estoque o "la franela" a la muleta.

En la ESO y lo otro, entre la antigua EGB y los nuevos Bachilleratos, en España cada vez se habla peor, con mayor pobreza, y el deporte, especialmente el fútbol, no se escapa de la degradación general. Toda aquella riqueza de imágenes y metáforas, de precisión de léxico, de perfección de sintaxis que utilizaba Matías Prats se ha perdido. Es un lenguaje mucho menos literario, menos leído, menos culto, en resumen. Y mucho menos rico, porque es más pesado. En los pasados Juegos Olímpicos de Atenas, viendo retransmisiones por televisión, escuchándolas por radio o leyendo informaciones en los periódicos, me quedé completamente perplejo. La palabra "medalla", que es la que colocaban en el podio a los ganadores de cada prueba, había desaparecido de la circulación. En Atenas, España, o Estados Unidos, o Japón, no ganaban medallas: ganaban "metales". Metales para arriba y metales para abajo, como si estuviéramos en una fundición o en los altos hornos de Bilbao. Cuando, por la moda de no decir medallas ni muertos, no usaban una palabra correcta aunque rebuscadísima, que Matías Prats nunca hubiera dicho: presea.

Pero eso no es nada al lado de otra moda del lenguaje de la información futbolística, que es el dichoso "vestuario". Tenía entendido que el vestuario, como los camerinos en los teatros, era el lugar del estadio donde los jugadores se ponían la indumentaria adecuada de camiseta, calzonas y botas para jugar los partidos. Vestuarios en algunos casos abandonados e inhóspitos, como aquellos famosos del campo del Getafe que José María García denuncio durante noches y noches, donde los pobres jugadores no tenían agua caliente con que ducharse al terminar los partidos. ¡Daba una pena de los jugadores y daba un repeluco de frío pensar en su ducha tras el encuentro, cuando García denunciaba el estado del vestuario de aquel campo!

Hace poco leí un titular destacado en la sección de deportes de un periódico. Decía: "El entrenador del Madrid está muy preocupado con el vestuario". Pensé: ¿qué le ocurre al vestuario del estadio Bernabeu? No quiero ni pensar que sus duchas no tengan agua caliente, como el del Getafe que denunciaba García... Como el estadio ya tienen una edad, ¿le habrán descubierto ese mal del cemento de los edificios antiguos? Pronto salí de dudas. El famoso vestuario al que se referían no era el lugar de las duchas y las taquillas, sino el conjunto de lo que Matías Prats hubiera llamado "la plantilla". El vestuario es el conjunto de jugadores habituales en un club de fútbol, un grupo social que tiene gozos y sombras, alegrías y tristezas, buenas relaciones y tensiones. Los comentaristas de fútbol hablan del vestuario como si fuera un ser humano. Vamos, como usted de su cuñada:

-- El vestuario está bastante enfadado con lo que ha dicho el presidente. Veremos si no llegan a mayores estos problemas del vestuario.

Será que echo mucho de menos a Matías Prats, quien cuando yo era un niño me tenía en sus rodillas en la Asociación de la Prensa de Sevilla, de lo que nos enorgullecíamos los dos, de discípulo a maestro. Pero la verdad es que no me acabo de acostumbrar a este protagonismo del dichoso vestuario. Cada vez que oigo la palabra pienso que es como si Isabel mi mujer me dijera:

-- Ten cuidado, que el vestidor está bastante enfadado con esa corbata espantosa que te pusiste ayer con una camisa que tampoco te pegaba nada con el traje...

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