En estos días hay
regalos de Navidad con vocación de Juan Sebastián Elcano juntos:
con ansias de dar la vuelta al mundo. Los flamencólogos clasifican
ciertos cantes como de ida y vuelta; colombianas, guajiras,
rumbas, tangos. Cantes que los españoles llevaron a América, donde
se fundieron con formas musicales autóctonas, y que volvieron a
España en mestizaje, aflamencado. Como esos cantes, en estas
fechas hay regalos de ida y vuelta. Regalos rebotados, como
balones que dan en el poste y no entran a gol. Es algo tan propio
de nuestra hora como el reciclado. En este caso, el
aprovechamiento de los regalos de Navidad para dar con ellos
segundos y terceros golpes:
Todos tenemos muchos compromisos de regalos en
estas fechas. El más modesto particular tiene un programa de
relaciones públicas para la Navidad casi como el de las grandes
empresas cuya cotización en Bolsa figura en el Ibex 35. Si las
empresas envían regalos a sus proveedores importantes, a sus
grandes clientes, a los que a lo largo del año les hacen cien
favores, cada familia, en miniatura, tiene un programa de
compromisos no menor. El joven matrimonio piensa en la absoluta
obligatoriedad de mandarle un buen regalo al pediatra de los
niños, que no tiene ni días de descanso ni horas cuando Luisito se
pone con un fiebrón de 40 a las dos de la mañana. El matrimonio
mayor que vive de una rentita piensa en el regalazo que ha de
hacerle a ese asesor económico que les tiene colocado tan bien su
dinero, en estos tiempos tan arriesgados para las inversiones.
Dinero y salud mueven en estas fechas casi más regalos que el
amor. Aunque sean días de amor, se regala mucho a los médicos que
nos mantienen la salud y a los que nos cuidan el dinero o hacen
que llegue a casa.
Y como todos, de alguna manera, estamos en esa
rueda de los regalos y todos somos deudores y pagadores, de ah�
los regalos de ida y vuelta. Llamo regalo de ida y vuelta a esa
cesta de Navidad que llega a casa y que cuando el hijo de la
familia est� dispuesto a abrirla para atacar el tarro de marrón
glac� o las barras de turrón, llega siempre el padre, que dice:
-- ¡No la toques, no la abras! Que esta cesta de
Navidad se la vamos a enviar a don Jos� el médico, que se porta
tan bien con nosotros a lo largo del año.
Y la cesta que venía del banco donde la familia
tiene sus ahorritos a plazo fijo, por medio de mensajería, y con
una simple sustitución de tarjeta de visita para su envío, queda
al poco tiempo depositada en casa de don Jos� el médico. Quien se
va a disponer a abrirla y a catar ese salchichón catalán que
sobresale sabroso bajo el celofán, cuando llega su mujer y le
dice:
-- ¡Pepe, no la toques! Mira, como nos tienen
que mandar tantos otros regalos, de momento esta cesta tan buena
se la vamos a mandar a Eduardo el arquitecto, que fíjate lo poco
que nos cobr� por la obra del chal� de la playa...
Y otro cambio de tarjeta de visita, y otra
llamada a una agencia de transportes, y la cesta que va ahora
camino de un estudio de Arquitectura. Donde, al llegar, la cesta
obra el mismo prodigio: la multiplicación de los panes de los
mazapanes y de los peces en el río de los villancicos. Eduardo el
arquitecto ha hecho un negocio importante con un financiero de la
localidad que le encarg� el proyecto de una promoción inmobiliaria
bien jugosa. Y piensa en don Jos� María el promotor cuando ve
llegar la cesta. Ni su mujer le tiene que dar el consejo de la
reexpedición ni apuntarle el cante de ida y vuelta. El mismo
adopta la decisión en el estudio, y le ordena a su secretaria:
-- Mari Carmen, póngale una tarjeta mía de
Felices Pascuas y envíe cuanto antes esta cesta a don Jos� María
el de la promotora...
Si continuamos siguiéndole la pista, antes del
día 25 e incluso después, en una especie de segunda vuelta de la
Liga navideña que se juega lo menos hasta el día 31, esa cesta
puede tener aún dos o tres movimientos más, como de pieza de
caballo en el tablero del ajedrez de los compromisos de estas
fechas. Y quien habla de la cesta de Navidad, puede decir lo mismo
del jamón. Jamones hay que son como la falsa moneda de la copla,
que de mano en mano van y ninguno se lo queda. Lo mismo que de
cinco jotas, hay jamones de cinco traspasos, de seis traspasos de
unas manos a otras.
Advierto seriamente de los riesgos de los
regalos, cestas y jamones de ida y vuelta. El jamón es más
impersonal, todos los jamones parecen el mismo. Pero cada cesta de
Navidad es un mundo. Son bastante identificables por sus botellas,
sus latas de exquisiteces, sus productos navideños. Tenga cuidado
al iniciar esta especie de Cadena de San Antonio o Cadena del Niño
Jesús, que la cesta que usted reexpide puede acabar en las mismas
manos de quien de verdad la compr� para regalarla. Se han dado
miles de casos. Llamar el timbre, llegar el mensajero y aparecer,
¡la misma cesta de Navidad que la semana pasada se mand� al jefe
de Recursos Humanos que coloc� al niño economista! El juicio es
siempre sumarísimo y terrible. ¿A quién le pegaría el traspaso de
la cesta y por cuántas manos habr� pasado, que el mimbre y el
celofán, el lujo y las exquisiteces acabaron volviendo a su lugar
de origen? Mucho cuidado, pues, con las reexpediciones de regalos
de ida y vuelta. Hay veces que los carga el diablo y que mañana
mismo te llega a ti la cesta a la que ayer le pegaste el traspaso.