Antonio Burgos / El Recuadro

El Mundo, domingo 7 de septiembre de 1997

Antonio Burgos

 


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Espíritu de Ermua, Espíritu de Diana

*SKY NEWS

Si a aquello de España le llamamos El Espíritu de Ermua, a esto del Reino (relativamente) Unido de la Gran Bretaña tendremos que llamarlo El Espíritu de Diana. Los españoles circulan por la derecha y por la derecha adelantaron a los políticos, a las instituciones, a los medios. Los ingleses circulan por la izquierda y por la izquierda han adelantado a la Corona, a pique de un repique, allí el único que ha estado en su sitio y en la longitud de onda de la gente ha sido Tony Blair.. Ha sido, como en Ermua, un caso de retroalimentación de la realidad por los medios y viceversa. El efecto bola de nieve hace que las colas de Diana no llegaran hasta París, vía túnel del Canal y túnel de Alma, de puro milagro. Yo me creía que esto era una cosa de España, la moda del corazón. Bastaba conectar con Sky News para ver la leña. Hasta a la carta de ajuste le habían puesto un traje negro y una corbata de luto...

El Espíritu de Diana nos ha servido para conocer a los ingleses. A ellos les ha servido para que los conozcamos, más cerca de Cromwell que de Isabel II. Teníamos una imagen de los ingleses absolutamente clasista, entre tela escocesa y te del Ritz, entre ceremonia de apertura del Parlamento y relevo de la guardia en Buckingham Palace, cuando ha surgido esa verdadera Inglaterra de las tabernas y los seguidores del Manchester United, la de las marías de los mercados y los inmigrantes de color (variado) de la Commonwealth. Para entendernos: no la que está en Sotogrande, sino la que viene a veranear a Benidorm con una camiseta de tirantas. Aquí siempre hemos creído que Inglaterra era la que aparecía en aquella serie, espléndida, "Arriba y abajo" o "Retorno a Brideshead", pero la verdadera Gran Bretaña es la de "Los Roper". En la cola de firmar han estado las Mildred y los señores Roper. Diana de Gales puede que acabe "post mortem" con la Casa de Windsor, pero de momento ha terminado con el tópico de la flema británica. Nos ha salido una Inglaterra más latina que anglo-sajona. No se olvide que todo ha ocurrido al sur de la Muralla de Adriano. Lloraban como lloran los italianos. Se indignaban como se indignan los franceses. ¿No decíamos que los españoles somos unos noveleros? No, nos ganan los ingleses. Son más latinos que anglosajones. O han empezado a serlo.

 

Dejaron a Diana en consigna

*THE SUN

Lo peor es que cogieron, dejaron el cadáver de Diana en consigna y se fueron de veraneo a Balmoral. De película de Berlanga. Es la vez primera que he visto que dejaran los restos de una princesa en consigna en Saint James y se fueran de veraneo. Faltaba por allí un López Vázquez de chambelán y un Pepe Sacristán joven de empleado de la funeraria: "¿Dónde va esto?"

Con el buen principio que habían tenido... Desde París al aeropuerto de Londres lo hicieron de cine. Aquellos soldados ingleses, como de plomo, llevando el féretro, con esos movimientos de autómatas. El avión oficial. El Príncipe de Gales allí, para acompañarla. Las armas de los Windsor sobre la caja. Vamos, que el Príncipe de Gales hasta lloró. Cuando vi su foto en la portada del ABC me dije: "Verás tú cómo en el pie dicen que a éste hay que quitarle el carné de Príncipe de Gales, que los príncipes no lloran..." Pero a los Príncipes de Gales les quitan ahora el carné precisamente por todo lo contrario, según ha demostrado El Espíritu de Diana. Nuevos tiempos para las Monarquías, si quieren llegar al siglo XXI, donde ¿no quieres arroz de que los príncipes y las princesas se casen con niñas normales, porque es más democrático?, pues, ¡toma!, ahora la gente exige que tú, Reina, y tú, Príncipe, os comportéis como unas personas normales, con vuestras lagrimitas. Incluso con corazón. Al proclamar a Diana como "Reina de Corazones", estaban diciendo que Isabel II tendrá carné de reina, pero no tiene corazón.

Lo que empezó tan bien, lo estropearon. Si tanto les daba por saco, mejor que hubieran llevado el cadáver de Diana al aparcamiento de los Harrods de su novio, hubiera estado más acompañado... Porque cuando los periódicos se preguntaron si allí hay Reina o qué es lo que hay y qué clase de casa es la Casa de Windsor, cuando salieron a chupar cámara del cómo planta usted las flores en Balmoral fue peor. Un locutor de televisión le guardaba más el luto a Diana que Carlos por allí vestido de mamarracho de colorines escoceses, con la falda almidoná y los nardos (que contemplaban sus hijos Guillermo y Harry) apoyados en la cadera de las verjas del palacio. Se nos ha caído el tópico de los ingleses, y también el tópico de la Corte de San Jaime. Eso salen ganando otras Monarquías. Ya nadie dirá: "Esto no pasa en Inglaterra..." Pues sí, pasa.

 

Una superproducción que ni Spielberg

*TVE

Ni Spielberg hace una superproducción de televisión así. Esto lo hace Spielberg y no hay millones para pagarlo. Al final, cuando se llevaban a la pobre de Diana camino del cortijo de su familia, había que haber dicho como en los estrenos de teatro: "Que salga el autor..." Lo de Tierno Galván, comparado con esto, fue una charlotada. El escenario, Londres. El libreto, una tragedia de las de hartarse de llorar. Música del pueblo británico, que es el silencio, la campana de Westminster, las lágrimas. El público parecía que en toda su vida había hecho otra cosa que actuar del inmenso coro griego de la tragedia. Los intérpretes tenían tan bien aprendido el papel, al milímetro y al segundo, que parecía imposible que todo saliera tan bien sin ensayo...

Y es que hace ocho siglos que lo vienen ensayando, y por eso les sale tan bien. Desde Guillermo I a esta parte, por lo menos. Lo viene ensayando el pueblo, sobre todo, que impidió que la Casa de Windsor enterrara a Diana de tapadillo. Se salió usted con la suya, maestro Lampedusa. Siempre es necesario que algo cambie para que todo siga igual. Tres horas de espectáculo de Corona e Historia, en un pueblo donde son tela de aficionados a la cuestión: "Consuma Monarquía inglesa". Medio mundo pendiente de lo que pasaba en un cahíz cabe el Támesis. Isabel II, tras la recuperación del sábado ante la verja de Palacio, acababa obteniendo el aprobado raspado por curso. Guillermo, el hijo de la protagonista de la gran ópera funeral, aprobaba para siempre sus exámenes de Rey, como Don Juan Carlos aquel 23-F. Otro Guillermo de Inglaterra ganó ayer las oposiciones de Rey y obtuvo el puesto a perpetuidad. Húsares y granaderos, un armón de Artillería, el gótico, las campanas. Las señoras más fantásticas, qué fachones con los mejores sombreros negros y todas las perlas perdidas del Imperio en los collares. Y el mundo de Diana. Las sillas de ruedas de las ONG. Valentino, los Versace, Pavarotti y el piano de Elton John, "adiós, rosa de Inglaterra" (título por cierto del artículo de Raúl del Pozo que los duendes de la imprenta, que están majaras, me hicieron ayer firmar a mí, qué despiste, cuidado que hacer escribir a Burgos en contra de la cosa monárquica...). Solamente contrastaba Carlos de Inglaterra, con su terno azul marino en plan lepero de "opá, paéje que vá já Güerva...": hijo mío, deja el traje negro para mejor ocasión...

Y lo mejor, iba a decir que no aplaudieron al muerto. Pero después del funeral, ya sin imagen de Monarquía, aplaudieron, los muy latinos... Y eso que en Londres siguen siendo las cosas como tienen que ser.

 

"La que ha liado Felipe González..."

*EL MUNDO

...Y, claro, el juicio de Filesa, y el juicio de Roldán, y el Juicio de los Maletines que trincaron en la Autovía del 92, pues todo esto se ha ido de rositas con las flores de las colas de los ingleses en ese Londres que fue todo él un velatorio. Había que ser muy aficionado a la materia para ver a Aída Alvarez ante los jueces, que era el proceso a a aquella España abyecta de sus chalés adosados, sus carritos del supermercado, sus barbacoas, sus chándales, sus BMW, todo aquello espantosamente hortera que levantaron en menos de horas veinticuatro con los caudales del común cajón donde habían metido la mano.

No quiero insistir en la idea, porque me van a decir que acordarme de la rosa del capullo ante las flores del pueblo británico en honor de Diana es una obsesión como lo de El Maravilloso y la manía persecutoria que tenía con respecto a Juan Belmonte. El Maravilloso era uno que quería ser torero y que iba por la Sevilla republicana diciendo que no triunfaba porque Juan Belmonte le tenía puesta la proa. Después de mucho dar la tabarra, consiguió que lo pusieran en una nocturna en la plaza de la Maestranza. "Toma, que trague Belmonte", decía El Maravilloso cuando lo anunciaron. Per el hombre estuvo en el mejor sitio, pero en el peor momento. Porque aquella nocturna se anunció para las 10 de la noche del sábado 18 de julio de 1936. Cuando en la mañana de aquel día, ya sublevado Queipo contra la República, empezó la ensalada de tiros, El Maravilloso, en su manía persecutoria, no hacía más que repetir, desolado: "¡ La que ha liado Juan Belmonte para que yo no toree en la Maestranza...!"

(No será tan obseso como El Maravilloso que diga que todo esto de la muerte de Diana lo ha liado Felipe González para que no se hable del juicio de Filesa, ni del juicio de Roldán, ni del Juicio de los Maletines que trincaron en la Autovía del 92...)


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