 |
Una bodega de Sanlúcar de Barrameda |
Ya sé más o menos quién está detrás de los cincuenta millones de la
corrupción de Sanlúcar. Tiene que ser o la Cátedra de Antropología de Isidoro Moreno,
o la Fundación Antonio Machado o el Museo de Artes y Costumbres Populares. Algo de
etnografía del campo andaluz. Porque en este mundo tecnificado de fibra óptica,
móviles, ordenadores e interneses, vienen de golpe unos millones dentro de unas bolsas de
plástico y, zas, volvemos a la Andalucía de Manolo Barbadillo, de Manuel Barrios Masero,
de los mejores poetas de Sanlúcar. Menudos juegos florales de exaltación del
Guadalquivir han formado. Total, a Manuel Ramírez querían darle la flor natural, con un
premio de cincuenta millones de pesetas, por un "Soneto a Agustín Cuevas en forma de
voto". De ahí que haya entrado Chipiona en la flor cortada, por la parte de la flor
cortada que promociona Rocío Jurado.
Es una vuelta tan bonita a todo lo antiguo
de Andalucía que lo único que no me pega aquí es la bolsa de plástico para los
millones. Hombre, eso se mete en una talega, que es más clásico. El pajarazo de
Sanlúcar es de talega, de mayetos, de parada de Los Amarillos, de quillos. Andalucía
pura, rayo de sol del Himno de la Manzanilla. Nos creíamos que estaba muerta la
Andalucía de los Quintero, de Villalón, de Halcón, de los Hermanos Cuevas, del Atlas
Lingüístico y Etnográfico de don Manuel Alvar, y resulta que la encontramos en
Sanlúcar viva y coleando como un copo de plata de un pesquero del muelle de Bonanza.
Hemos leído crónicas informativas y periodismo de investigación, cuando esto quien lo
hubiera contado bien de verdad hubiera sido Antonio León y Manjón. El escándalo de
Sanlúcar viene pidiendo poetas, y nadie mejor que Toto León, quien cuando se presentó a
procurador en Cortes en el régimen anterior, para dar a los cursis por la parte posterior
llenó Sanlúcar de carteles que ponían: "No seas mamón y vota a Toto León".
A falta de un poemario de Toto León,
sugeriría a Francisco Rosell que mandara a Antonio García Barbeito como enviado especial
a Sanlúcar. Tiene que ser un especialista en catetos y en literatura de la Andalucía
agraria quien cuente esto tan bonito que creíamos olvidado: los motes. Mucho mejores que
los moteros de Jerez son los moteros de Sanlúcar, los que ponen los motes en Sanlúcar.
Contado en cateto, esto es tan bonito como lo que sigue: quisieron comprar al Cunete para
que El Muñeco Diabólico siguiera siendo alcalde y no pusieran al Lechuga con la ayuda
del Dos Bolsitas... Ole... Parece una de esas historias de San Juan del Puerto que cuenta
Jesús Quintero, o una página de aquella recopilación de apodos de Villalba del Alcor
que hizo el difunto Juan Infante Galán.
Si París bien vale una misa, Sanlúcar
bien vale un escándalo de corrupción, porque nos demuestra que esa Andalucía de la
cultura agraria sigue vigente y viva. Cuando se murió Mediometro
de Utrera, eché de menos esta cultura de los pueblos. Gozosamente la he vuelto a
encontrar en Sanlúcar. Me he acordado de golpe de los geniales motes andaluces: de aquel
cojo al que llamaban Longines, por lo bien que andaba; de la que se casó con un viejo
riquísimo y la apodaron Chochodoro... Qué maravilla, los motes de los pueblos,
ejecutorias populares de las familias. Y formas certeras de dar en tó er bebe, fotomatón
terrible y cruel. Porque hay que ver la cara de Muñeco Diabólico que tiene El Muñeco
Diabólico...
|