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El Rey, con Castro, a su llegada a La Habana |
¿Cuánto gana el Rey? No lo sé, pero desde ahora mismo digo que
debería de ganar muchísimo más. (Señor: el jamón de las Pascuas me lo envía Vuestra
Majestad a las señas de costumbre...) Todo lo que gane me parece poco, para todo lo que
le entra en el sueldo. Para todo lo que tiene que tragar. Sapos son pocos. Los sapos son
de los políticos. El Rey ha de tragar sapos, culebras, iguanas... y hasta caimanes. No
sé si han visto los caimanes de Cuba en esos reportajes que ponen a mediodía por la
Segunda Cadena, para que vomitemos el almuerzo cuando una salamanquesa se come una
cucaracha muerta. La isla preciosa que perdimos tiene forma de caimán, y no es propaganda
de los polos de Lacoste. Cuba tiene forma de caimán porque ha sido el sapo inmenso que se
ha tenido que tragar Don Juan Carlos en su desdichada visita a la tierra antillana de la
dicha.
De tanto fijarnos en la chaqueta de Aznar y
en el gato de la Reina, no le hemos dado su valor ("enorme, chico") a la frase
("bien linda") que pronunció el Rey cuando le invitaron a sentarse en el
horrendo trono isabelino. No fue por razones estéticas, fácilmente comprensibles, sino
éticas. Lo que dijo el Rey junto a la manigua tenía mandanga y guasa cubana: "Me
tendría que sentar con todos los españoles, y no íbamos a caber". Una más
constitucional y clara explicación de dónde reside la soberanía no cabe en menos
palabras. El Rey no es el soberano; el soberano es el pueblo. Aunque algunos, por el plan
antiguo, lo llamamos aún Nuestro Señor, el Rey sabe que le convalidaron
constitucionalmente el título gracias a que tiene muy claro que no es ya Señor, sino
servidor del colectivo señorío jurisdiccional del pueblo soberano.
Como partidario de la Institución,
me daba penita ver al Rey en La Habana puesto en el disparadero del cañón de la Real
Fuerza, como si fuera un empleado distinguido del Instituto de Cooperación. Lo hubiera
querido, como los propios cubanos, de Rey con todos sus avíos por las calles de la
Fidelísima Ciudad de la Habana. Mayor grandeza todavía en el estricto cumplimiento de su
papel, aceptar ese papelón. A algunos el Rey le ha parecido en La Habana como el primer
empleado del Gobierno, y es que no solemos tener en cuenta que es el primer servidor del
pueblo soberano que eligió a ese gobierno. Por eso digo que me parece corto el sueldo. Y
ya sabe Vuestra Majestad dónde me tiene que mandar el jamón por Pascuas de Reyes...
La Cumbre de La Habana, en El RedCuadro
Habana
El gato habanero |