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Puntas del Diamante / Antonio Burgos Correo
El Mundo de Andalucía, sábado 23 de noviembre del 2002 Ilustración de Idígoras y Pachi El último libro de Idígoras y Pachi
Padre con prueba de ADN
Los niños vienen de París y los padres vienen de Madrid. Sobre todo si son los padres de la Patria Andaluza, que los reconoce como tales el Congreso de los Diputados y todos tan contentos. Don José Núñez ha presentado como el triunfo de los triunfos que el Parlamento de la nación española reconozca a Blas Infante como padre de la patria andaluza. Nunca podría hacerse tan entristecedor debate sobre el estado de la autonomía andaluza. Si Blas Infante es el padre de la patria andaluza (que resulta que lo es), no debe ser porque lo digan en Madrid unos señores que no tienen nada que ver con Andalucía ni una Cámara que debe ocuparse de legislar y de controlar al Gobierno central, no de establecer las señas de identidad de las autonomías. Que el centralismo sea quien defina la paternidad histórica de la autonomía andaluza nos indica, ay, cómo está esa autonomía andaluza, cómo anda de bajo mínimos el espíritu andaluz aquel que existió en el 28-F del "andaluces, levantaos", tras lo cual los andaluces se volvieron a sentar.
No, mire usted, don José Núñez: a Blas Infante no tiene que hacerle el Congreso de los Diputados de Madrid la prueba del ADN para que se le reconozca la paternidad. Las cosas son como son y como fueron, no como queremos que sea. A Blas Infante lo han puesto a la altura del Cordobés y sus presuntos hijos, haciéndole la prueba del ADN para reconocer que sí, que la patria andaluza es su hija. En el momento en que esta paternidad es reconocida en Madrid es justo el instante en que se niega la existencia de esa patria andaluza. Las patrias no necesitan parlamentos ajenos para afirmarse en sus identidades.
¿Ha aprobado el Parlamento de Madrid que Sabino Arana, por ejemplo, es el padre de la patria vasca? No, señor Núñez. ¿Ha dicho algo el Parlamento de Madrid sobre la paternidad de Castelao sobre Galicia? No, señor Núñez. Ni le ha hecho prueba del ADN alguna a Cataluña para decir quién es el padre de la criatura. Y observen la pujanza de la personalidad de esas autonomías (tiros en la nuca aparte) para comprobar que no han necesitado en absoluto de proclamación alguna desde el centralismo. Ojalá aquí tuviéramos las cosas tan claras por lo menos como en Galicia a efectos de las señas de identidad.
Lo único de positivo que tiene la declaración centralista de Madrid sobre las raíces del andalucismo es que se ha visto y comprobado que el sentimiento regional, a estas alturas de proceso autonómico, no es propiedad privada ni coto particular de ningún partido. Lo más positivo ha sido oír a Juan Manuel Albendea hablando de Infante en nombre del PP con el mismo ardor que el PA. Lo más negativo, comprobar que aunque Infante sea el padre biológico de la patria andaluza, Andalucía sigue siendo hija del centralismo.
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De ratones
¿Qué habrán hecho los pobres ratones para que den nombre a todo lo más abyecto, despreciable y deleznable de Andalucía? Ah, ya: se ponen colorados de vergüenza al ver tan descarada planta de aprovechamiento de basuras en nombre de la modernidad, con acompañamiento de música ratonera.
Costas de la Muerte
La única parte positiva del accidente del "Prestige" es que la catástrofe ha ido toda para el mismo lado. El barco cuyas competencias centrales administrativas corresponden al Ministerio de Fomento del Gobierno del PP ha vertido su marea negra sobre las costas de la autonomía gallega regida por el PP. Les ha fallado la mejor barrera, que hubiera sido poner a Fraga en lo más alto del Cabo Finisterre, vociferándole a las manchas de petróleo conforme se acercaba, a ver quién tiene hidrocarburos de acercarse con don Manuel en ese plan. Si las manchas de petróleo hubieran oído las amenazas de Fraga encampanado es que ni se hubiesen atrevido a acercarse a las costas gallegas. Y donde lo tenemos crudo en materia de petróleo es en el Estrecho, donde no hay Fraga que valga. Debe de ser un milagro cotidiano de la Virgen de África que cada día pasen 600 barcos sabe Dios con qué ni sabe Dios cómo por el Estrecho de Gibraltar y que no haya habido en las playas de su litoral más marea negra que la triste marea de los subsaharianos que llegan en las pateras a Tarifa. Punto en el cual no nos explicamos por qué a esta parte del Estrecho no llaman "la costa de la muerte". El cementerio de Tarifa, con sus nichos de tantos inmigrantes sin nombre, sí que dice a las claras cuál es la verdadera costa de la muerte.
Qué bien vivís aquí
Cada vez que pasa unos días en Andalucía un señor de por ahí fuera, al encontrarse con los amigos del lugar, harto de copas, de tapas, de sol, de hoteles con encanto, de festolines y de festorrones, dice siempre: "¡Chico, qué bien vivís aquí! ¡Cómo os envidio! Esto sí que es calidad de vida". Y falsedad. Eso nos lo dicen aquí, para halagarnos después de que los hayamos convidado a cuatro mil tapas y a cinco mil copas. Una vez vueltos a sus lugares de origen, no vean cómo largan. De otra forma no se explica lo que dice la encuesta del CIS acerca de las regiones donde mejor y peor se vive. O nos mienten a nosotros con el "chico, qué bien vivís aquí" o le mienten al CIS cuando responden a la encuesta. De otra forma no se explica que Andalucía sea, según este sondeo, el sitio donde los españoles creen que peor se vive. Y, por el contrario, el sitio donde los españoles creen que mejor se vive es en Cataluña. Y a los catalanes, que sepamos, no les dicen los de Madrid e islas adyacentes: "Chicos, qué bien vivís aquí". Entre otras cosas, porque como los catalanes no se gastan un duro, no convidan a nadie, y nadie les tiene que hacer la pelota diciéndoles lo bien que viven, después de haberles mangado las tapas y las copas.
Las encuestas del CIS sobre la intención de voto en España están muy bien, porque nos descubren por dónde van los tiros de algo cambiante. Pero hacer una encuesta electoral en Andalucía es una forma como otra cualquiera de tirar el dinero a la calle. Electoral mente, Andalucía se mueve menos que el avión de mármol de Paco Gandía. No hace falta hacer encuesta alguna para saber que mientras el PP se siga planteando las cosas de Andalucía como las mantiene, aquí tenemos PSOE para rato. Bueno, para Rato, para Rajoy, para Arenas y para todo. En las encuestas electorales sobre Andalucía siempre sale un resultado como de partido de baloncesto, a favor del PSOE. Esta vez el marcador es 45-37. Y mucho nos parece ese 37 por ciento de intención de voto por un PP que no se acaba de enterar, ye, ye (o pé, pé) de lo que pasa en Andalucía y que a todo el que medio vale en el partido se lo lleva a Madrid, para dejar aquí la organización en manos de los más ilustres segundones. Eso sin contar que el error del decretazo y el PER le ha dado hecha la campaña a Chaves.
Dispendio con campaña
Por tirar el dinero, que no quede. Más dispendios. La RTVE (vamos, Canal Sur) se va a gastar 96.000 euros en la campaña "Habla andaluz siempre". María Galiana, Ana Rossetti, Rafael Cremades, Joaquín el del Betis y Julio Marvizón harán unos "cameos" publicitarios, prestando su cara y su voz para cuñas en defensa del habla andaluza. Sin trincar. Gratis total. (Ya les pagarán en medallas de Andalucía, por ejemplo, cuando llegue el 28-F y el abono de dividendos de los servicios prestados al régimen de Chaves.) Y si los que ponen la voz y la cara no cobran, y en Canal Sur Televisión hay cámaras por un tubo, equipos para dar y repartir y más gente colocada en plantilla que en la guerra que tienen que cumplir jornada, ¿cómo nos van a costar 96.000 euros esos anuncios, cuya emisión también es gratuita, en la propia cadena? Llevamos ya veinte años de Andalucía y es una pena que tengamos que seguir machacando en el hierro frío y pelado de la defensa del habla andaluza. Veinte años de autonomía no han servido para quitarnos a los andaluces el complejo de inferioridad lingüística. Claro, si Canal Sur, en vez de hacer tantas campañas, pusiera a menos locutores pronunciando castellano con todas las eses, quién sabe si ya se habría quitado ese complejo. Los que de verdad defienden el habla andaluza hace muchos son los que la usan en público con todo orgullo. La mejor campaña por el habla andaluza se llama, por ejemplo, Antonio García Barbeito, o Antonio Garmendia. O Antonio Narbona, autor junto con Rafael Cano y Ramón Morillo del libro "El español hablado en Andalucía", que debería ser de cabecera y de lectura obligatoria para todos los andaluces que profesionalmente han de intervenir en los medios audiovisuales. (Y de poco sirve la campaña de Canal Sur para dar prestigio al andaluz, mientras tengamos por ahí hablando a su manera a la pobre de Rosa López...)