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Luis Garci, que a pesar de tener un Oscar y aspirar a otro no se
da el menor cuento, nos ofreció en Sevilla la primicia de su
hermosa película "Tiovivo c. 1950", que hoy se estrena en toda
España. Garci no se da pisto, no va de progre por la vida ni se
estampilla con la pegata del No a la Guerra para trincar
subvenciones. En materia de cine, sabe hasta latín. Por eso se
permite el lujo de poner una abreviatura latina en el título de
su película. Ce Punto es la abreviatura de "circa": en latín,
alrededor de, hacia 1950. El año del Dogma de la Asunción y del
gol de Zarra en Maracaná, cuando Los Gitanos volvieron a San
Román y un toro le dio a Rafael Ortega una corná mú gorda en
Pamplona. El año de aquel temporal de septiembre que derribó el
marcador del antiguo campo del Sevilla en un partido contra el
Murcia.
-- !Vaya un bético, recordando la historia del
Sevilla! Lo sé porque aquel día de 1950 del marcador de Nervión
fue cuando estuvo a las puertas de la muerte el chiquillo de un
maestro sastre que fue a hacer una promesa de farol de plata al
Señor. Y lo sé porque tengo recién leído ese retablo barroco,
"La Sevilla del Cardenal Segura", que acaba de publicar Manuel
Barrios. Tiempo que Garci pone en pie con una caligrafía
cinematográfica que dirán políticamente incorrecta, porque ni
Garci es de la Piompa, ni saca curas maricones, ni defiende la
eutanasia, ni ná de ná.
-- ¿Y así quiere ganar un Oscar?
Así, así, así gana el Madrid. El Madrid real,
realísimo, que cuenta Garci. Han dicho de su película algo
precioso: "Garci convierte a Madrid en género literario". Allí
pueden permitirse ese lujo. En Madrid se comprende que los que
aman a la ciudad la conviertan en género literario. Y en ese
mismo Madrid, los que encima no son de allí, sino de Valladolid,
a los que tomamos a Sevilla como género literario nos acusan de
costumbristas imperdonables. Si Garci, con los fidelísimos
decorados de Gil Parrado, hubiera ambientado su película en
Sevilla, sería costumbrismo despreciable. Como se trata de
Madrid, es literatura. ¿Captan la diferencia? Lo de Madrid puede
ser universal; lo de Sevilla, no.
Y Sevilla sí que es un género literario.
Viendo el tiovivo de Garci, he evocado los caballitos que suben
y bajan en una Calle del Infierno que está en El Prado, junto a
la estación de autobuses. En esas calesitas, sube y baja la
Sevilla de 1950. Sube la jaca de El Guajiro por delante del
Sport de Pechojierro, y bajan los estraperlistas de penicilina
que paran en La Perlita. Hacia La Campana sube Curro el de los
Periódicos con el "Sevilla" que trae el chiste de Tropezones y
el artículo de Cefeor, y baja el niño que pregona "La Goleada"
tras un domingo con el pasodoble del Anís del Coral en el
Heliópolis de Portu y Vilariño, con Pepe Valera, el de los
efectos navales de la calle Antonia Díaz, como entrenador. Sube
hacia La Marina una tanguista que todas las noches le pone una
flor agradecida al retrato de Fleming, y baja por San Gregorio
una fulimandú pupila en casa de La Madrid. Suben quintos de
Soria 9 arrastrando tachuelas de botas por el gallinero del
Coliseo España, y baja del tranvía de la Puerta Real una criada
de delantal almidonado que tiene en Utrera una madre con mantón
negro y va al Cristina con unos niños que corren a ver pasar un
barco de Filomeno de Aspe cuando, con su campanita como de
santolio, se abre el puente de San Telmo.
Garci evoca la diferencia que en 1950 había
entre los gloriosos caballeros mutilados por la Patria y los
joíos cojos rojos. No evoco, toco, palpo, la diferencia que en
2004 hay entre Madrid como género literario y Sevilla como
género literario. Te montas en el tiovivo de Madrid y haces
gloriosa literatura. Te subes a las sevillanas calesitas
literarias y eres un joío costumbrista.
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