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COMO
los viejos hidalgos blasonaban sus casas, en la tertulia más
políticamente incorrecta de la radiodifusión española, Alfonso
Ussía, Carlos Herrera y servidor hemos puesto las armas de un
lema de Santiago Amón: «En España es que no cabe ni un tonto
más». Antes que las plantas desalinizadoras o el Ave que según
Magdalena Alvarez irá a Barcelona a la velocidad que pueda,
porque las ministras no somos escopetas, la obra pública más
urgente es que, al modo de Holanda, le ganamos terreno al mar.
Para que quepa tanto tonto excedente de cupo. Ganándole terreno
al mar cabría el señor Malik Ruiz, gerente de la Comunidad
Islámica de España y presidente de la Fundación Mezquita de
Granada. Quien, envalentonado por Carod con lo del árabe y el
bereber en Ceuta y Melilla, ha pedido que la lengua del bájame
la jaula, Jaime (Campmany), ese idioma símbolo del respeto a los
derechos humanos (miren cómo se me queda el dedo) debe ser
declarada cooficial en Andalucía. No sé por qué tanto interés en
el árabe de jamar jalufo y en el salamalecún de la rifeña lengua
bereber. Carod y quienes piden su cooficialidad en Ceuta y
Melilla desistirían de la solemnidad de su tontería si supieran
que cuando mandaba su bandera de la Legión, el comandante Franco
Bahamonde aprendió a las mil maravillas la lengua de las cábilas.
Franco chamullaba bereber cooficialmente, al menos la frase-tipo
de los militares africanistas españoles que roneaban de saberlo:
-Paisa, ¿familia güina, vender güivos, correr por cabíla? Yo
Esbania, tú estar moro.
Quien tiene que estar contrariado por la propuesta de Malik es
Chaves. Se le han adelantado. Ya saben que cuando la Cataluña de
Carod se resfría, la Andalucía de Chaves estornuda y se tiene
que meter en la cama con cuarenta, con los cuarenta ladrones de
Alí Babá y con Maragall. Para no dejar en mal lugar al que se
sienta a negociar en Perpiñán con los asesinos de la ETA y en
Madrid con los que quieren que les eche una manita para aprobar
a los presupuestos, es que estoy oyendo lo que Chaves pensaba
decirle a Carod:
-Paisa, tranquilo, yo estar moro, yo poner áraba en todas
madrazas de Al Andalus y el castiliano, en aljamía.
Si Carod, tan hondamente preocupado por la cultura árabe, ha
pedido la cooficialidad de esa lengua y del bereber (que es como
el valenciano del jámala, jámala) en las ciudades españolas del
Sur del Estrecho, ¿por qué no ha de exigir que los andaluces
hablemos árabe obligatoriamente, como jama Malik? Basta con que
se lo pida a Chaves. Idioma que será de gran utilidad en
Andalucía. Podemos acabar con el paro de los licenciados si,
dominando el árabe, se colocan todos de intérpretes en el comité
de recepción de las pateras en Tarifa o dando papeles a las
mafias argelinas en Barcelona. Y los que no encuentren allí
colocación la hallarán fácilmente en los negocietes que con sus
moros amigos de Rabat y Tánger se traen González y los suyos. O
en el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde es urgente saber
decir en correctísimo bereber «bajarse los pantalones ante
Mohamed VI».
Aparte de eso, yo ya me he adelantado y tengo el árabe como
lengua cooficial de mi habla andaluza. Mi tierra habla un
español tan rico que en sus raíces lleva la cooficialidad del
árabe. Usted que me concede la gracia de leerme sabe que a la
hucha le digo alcancía, alfoz al ejido, alhucema al espliego,
alfar al horno, alfayate al sastre, aldaba al picaporte,
alcándara a la percha, alfajor a la rosquilla, alcanfor a la
naftalina, alcahueta a la celestina, alfolí al pósito, alcayata
al clavo, alcaucil a la alcachofa, albéitar al veterinario,
alberca a la piscina y almazara al molino. ¡A los andaluces nos
van a venir con oficialidades de la cooficialidad del árabe! A
buenas horas, mangas verdes de la chilaba de Carod. Llegan
ustedes lo menos cinco siglos tarde. Eso ya lo hizo Elio Antonio
de Nebrija, sin tanto cuento del alfajor.
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