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COMO
esa canción protestantoide tipo familia americana antigua,
modelo Casa de la Pradera, que va el domingo al servicio
religioso: el padre al pescante, como el cochero del Conde de
Montecristo; la madre al lado, con un sombrero que es
enteramente la pantalla de una lámpara de mesilla de noche de
Muebles Peralta o Muebles Polanco; los niños chicos detrás, de
terasmares. Exactamente igual que esa canción protestantoide de
la Casa de la Pradera que suena ahora en las iglesias católicas
que renunciaron a la belleza del latín sin que protestara la
Unesco: «Qué alegría cuando me dijeron».
Qué alegría de los sevillistas cuando les dijeron que la portada
de la Feria iba a estar dedicada al club decano, con motivo del
centenario:
-Vaya tajá de portada, usted...
-¿Por qué?
-Hombre, por tanto decano y tanto centenario. Hasta aquí, hasta
aquí me llega la peste a coñá...
Pero el gozo de muchos sevillistas, en un pozo. O en una
portada, que para el caso es lo mismo. La portada de la Feria
dedicada al Sevilla se queda corta o larga, según se mire. Según
desde donde se mire. Si se mira desde la betiquez, se queda
larga, demasiado puesto de honor en la Championlí de la portada,
a costa del centenario. Terry. Tomás Terry, Fernando Terry:
demasiado. Pero contemplada desde el sevillismo, se queda corta.
Hijos míos del Ayuntamiento, con todos esos metros cuadrados de
portada, ¿no había ningún sitio, un rinconcito por lo menos,
para el escudo del Sevilla? Los colores del Sevilla, que son los
colores de la ciudad, la blanca y colorá, sí que están:
abanícame, Lola. Pero el escudo, por ningún lado. Gregorio
Conejo me dice en este punto:
-¡El que quiera ver el escudo del Sevilla que se vaya al Pizjuán!
¿Todavía le parece a usted poca tanta palangana en la portada de
Feria, que encima quiere usted también el dichoso escudito? Que
eso es una portada, no un pin...
Porque mira que he buscado el escudo, y no está. No quiero
pensar mal. No quiero pensar que el mismo Ayuntamiento que le ha
quitado a San Fernando su fiesta del 30 de mayo no ha puesto el
escudo del Sevilla precisamente por eso. Por el Santo Rey. Por
el que no le dio a los moros precisamente papeles. Porque en el
escudo del Sevilla, en los cuarteles de arriba, está San
Fernando (que por cierto era bético, como forastero que era),
con sus compadres San Isidoro y San Leandro, de charlita, en
plan Peña Sevillista Al Relente. Lo que hay del Sevilla en la
portada, pues, no es tanto. Por la gloria de mi padre, que era
sevillista, yo protesto. Las cosas, o se hacen o no se hacen. Y
ya que se dedica la portada de la Feria al Sevilla, pues se
reproduce la fachada del campo de Nervión como el monumento que
es. Y se pone allí ese pedazo de escudo del club, con dos...
cincuentenarios; esto es, con cien años. En su lugar, están los
abanicos con el logotipo de Seoane. Ese grafismo como la pintada
de esprai de un niñato no representa al Sevilla, abanícame, que
me caigo. Esa crestería del escudo blanco con la que el
diseñador quiso decir «Cien», pero que si él no lo dice, no hay
quien demonios lo sepa. Más que del Sevilla, parece de la Pura y
Limpia del Silencio: la crestería del palio.
-¿Cien dice usted que se lee en ese logotipo que han puesto los
que no le han echado co...nmemoraciones y le han hecho este
desprecio al bendito escudo del Sevilla?
-Sí, cien...
-Pues en ese caso, perfecto: la portada es altamente simbólica
de Sevilla con ese cien. La portada no es lo que dice Julio
Domínguez Arjona, el anuncio de Casa Rubio. Lo que quiere decir
la portada es que es la portada de los veinte duros de esta
Sevilla de todo a cien, donde todo es falso y fabricado en
China. Empezando por el Giraldillo falso de los veinte duros. La
portada es el mejor símbolo del todo a cien de esta Sevilla de
los veinte duros, en continua almoneda de sí misma...
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