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Desde
Sevilla a Madrid se puede ir de mil formas. Hay aviones, hay
trenes, coches particulares. Y sobre todo, Ave. Que pone al día
el cante de Chacón: «La gran calle de Alcalá/cómo reluce/cuando
suben y bajan/los andaluces». Ahora reluce la vía del
Calatraveño del Ave...
-Oiga usted, ¿eso de la vía del Calatraveño, no es de otra
película? ¿No es de una serranilla del Marqués de Santillana que
yo estudié en el Bachillerato? ¿Qué tiene que ver el Marqués de
Santillana con el Ave?
Me extraña que me lo pregunte, lector, con ese Bachillerato
antiguo, con tós sus avíos, que parece que hizo. El Ave tiene
mucho que ver con la Vía del Calatraveño. El Ave va a Madrid por
la Vía del Calatraveño: el camino que atravesaba Sierra Morena
por Brazatortas y salía a las tierras de la Orden de Calatrava.
Esos castillos y torres albarranas que ve usted desde esa
ventanilla del Ave por cuyas rendijas entra el aire
acondicionado frío en pleno invierno, ¡aaaatchís! Esas
fortalezas, ¡aaaatchís!, eran los bastiones medievales de la
Orden de Calatrava. El Ave va justamente por donde Santillana en
la serranilla.
-O sea, que el muy satirón del marqués se encontró con la
vaquera de la Finojosa como ahora los ejecutivos de la motorola
ligan con las muchachas vistosonas en preferente, ¿no?
Exacto. Y el Ave, tan sociológicamente mayoritario, es lo que
podía haber elegido el Consejo de la Juventud para acarrear
jóvenes palmeros a aplaudir en Madrid al impresentable caudillo
venezolano Hugo Chávez, de quien dijo Felipe González, que no
yo, que primero fue dictador con botas y luego dictador con
votos, pero siempre caudillo. Los agradaores de peaje del
pendejo cursi venezolano de la cabeza gorda y la boina roja no
fueron en el Ave. Les pagaron los autobuses con dinero público.
Punto en el que tocamos pelo: el fascismo y totalitarismo
encubierto de muchos que se dicen muy progres y muy de
izquierdas. A modo de Trivial Pursuit, responda usted a esta
pregunta:
-¿A qué le suena que el Ayuntamiento pague autobuses para ir a
ver a un caudillo con boina roja?
¡A Plaza de Oriente total! O a Valle de los Caídos de los que no
tendrían donde caerse muertos si no estuvieran colocados a costa
del carné del partido. Y además, en el 22-N. Vamos, que el
autobús gratis total para ir a ver al caudillo dio en el poste
del 20-N y salió a córner. Menos mal que fue el 22-N. Porque si
ese autobús de la clá llega a ir a ver al caudillo el 20-N y no
invitan a mi querida y leal amiga Maribel Moreno de la Cova, es
que le da algo... Eso te has ganado, Maribel, un sofocón menos,
que demasiados te llevas tal como están las cosas de poca
vergüenza. Y eso hemos perdido todos: la democratización del
autobús. Al autobús le sienta mal la democracia. El acarreo de
gente en autobús recuerda siempre la dictadura, sea del signo
que fuere. ¿En qué fueron los guardias civiles de Tejero a
romper la normalidad democrática en el Congreso de los Diputados
el 23-F? ¿En camiones? ¿En coches? No, en autobuses. ¿En qué
iban a la Plaza de Oriente los camisas viejas, los enlaces
sindicales y los del Frente de Juventudes que ahora dicen que
son socialistas de toda la vida? En autobús. Y no para ahí la
cosa. ¿En qué lleva el PSOE a los del PER y el salario social a
sus mítines? En autobús. Y arrebátate, Catalina, que ahora viene
lo bueno: ¿en qué lleva el PP a los mayetos y a los catetos a
sus mítines? En autobús. Con bocadillo o sin bocadillo, con
dieta o sin ella, con banderita o sin banderita, ya va siendo
hora de que entremos en la normalidad democrática: que aquí no
se flete un solo autobús más para aplaudir a nadie. Ni para ver
al caudillo en Madrid ni para ver a Javier Arenas en Almería.
Que lo de Arenas en Almería sí que tiene un ver...
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