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SI
hubiera un premio a la Innovación Política se lo tenían que dar
al presidente Rodríguez. Ha inventado algo único en el mundo: la
oposición con efectos retroactivos, a un gobierno que ya no
existe, culpable de todo, pasado, presente y futuro. Cada
mañana, cuando se afeita, toma el espejo del cuarto de baño de
La Moncloa como el de la madrastra de Blancanieves:
-Espejito, espejito, ¿quién tiene la culpa de todo?
Y el espejo, como es funcionario de empleo colocado con el carné
en la boca, adulador responde:
-Aznar, jefe, Aznar...
Penélope no deshacía por las noches su manto con la efectividad
con que el Gobierno desteje cuanto hizo el telar de la Historia.
Por eso gobiernan tan deshilachadamente, con rotos absurdos y
descosidos increíbles en asuntos minoritarios y marginales,
mientras, desteje que desteje, nos dejan con el culo al aire en
economía, sanidad, inseguridad, enseñanza, inmigración. Por no
hablar de la unidad de la Piel de Toro, que van a dejar hecha
unos zorros. Me extraña que en este destejer en el que no dan
puntada sin hilo no les hayan metido mano ya a Alfonso el Sabio
y a Isabel la Católica. Es raro que la máxima condecoración
cultural siga siendo la Orden de Alfonso X el Sabio. Y que los
servicios al Reino en sus relaciones exteriores se premien con
la Orden de Isabel la Católica. En nuestra sabrosona y tropical
diplomacia de partir un piñón con las más impresentables
dictaduras de botas o de votos, donde hoy quiero a Cuba más que
ayer, pero menos que a Venezuela mañana, se impone urgentemente
que jubilemos a Isabel la Católica y creemos cuanto antes la
Real Orden de la Guayabera. En vez de gran cruz y banda blanca y
amarilla, una vistosa, fresquita, elegante, tropical guayabera.
De manga larga, de gala. Como el liquiliqui que llevaba García
Márquez para recibir el Nobel. Cual la que, como uniforme del
Cuerpo de Mozos de Espadas, lucía Gonzalito, el escudero de
Curro Romero. Quien llevaba tantas cosas en los bolsillos de su
cubana que le dijo el Faraón un día:
-Gonzalito, hijo, llevas en cada bolsillo de la guayabera una
notaría...
Real Orden de la Guayabera que no hay ni que crear: basta
presentar a la sanción regia la ya existente. En la Cuna de la
Libertad, para dar honra y prez a la prenda gaditano-habanera,
en mayo de 2002 fue creada por unos guasones la Real Orden de la
Guayabera (ROG). Prenda cuya descripción estatutaria debe ir
derechita al BOE: «La guayabera no debe ceñir ni quedar
excesivamente holgada en la tripa. Nunca se debe abrochar más
allá del cuarto botón, en homenaje a los comerciantes burgueses
gaditanos que en el siglo XIX se paseaban por el Malecón
habanero a pecho y bragueta descubiertos. Los bolsillos se
hicieron para albergar guayabas cotorreras. Así que sólo se
permite dentro del bolsillo un puro habano. Llevar teléfonos
móviles u objetos de similar bastardía será motivo de expulsión
inmediata de la Orden.» La Real Orden, en sus estatutos,
proclama la excelencia de la guayabera como máxima gala cívica:
«Salvo en el caso justificado de que algún miembro de la Orden
sea invitado a boda venezolana en La Romana y deba ir de
esmoquin o ingrese en la Real Academia Española y se le exija
frac, se vestirá obligatoriamente guayabera en los actos
oficiales». Propongo, pues, que la guayabera de la Real Orden
sustituya a los anticuados bordados y entorchados del uniforme
del Cuerpo Diplomático. Guayabera de uniforme para una
diplomacia de guayabera. Y cuando Moratinos vuelva a meter la
pata, ahora en los manglares, y la cosa se ponga chunga donde
los dictadores tropicales, se coge al Rey, se le pone su
guayabera como Gran Maestre de la Orden, y se le manda por café
y por tabaco, y a apagar la chamusquina. Como siempre, pero con
guayabera.
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