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Casi
todo cumple en Sevilla 75 años: la Exposición Iberoamericana,
Aníbal González, el ABC, la coronación de la Virgen de la
Antigua. Unos aniversarios tienen más suerte que otros. A La
Antigua le tocó sólo un reintegro. A última hora y a cencerros
tapados, el 24, que era el día, el Cabildo Catedral trasladó a
su capilla la celebración de la misa capitular de las 9,30 de la
mañana. Misa recoleta en latín, plata de los bizarrones. Misa
que anuncian, en el pueblo que Sevilla sigue siendo, los tres
toques en la solitaria campanita de la Giralda. Salvo el Cabildo
en el acierto de la rectificación; salvo el historiador
mariológico Juan Martínez Alcalde; salvo Álvaro Pastor Torres en
su diario azulejo de riá que nos dice en ABC hasta dónde llegó
el agua de los desafueros; y salvo los mantenedores en Internet
de ArteSacro.Org (más verdadero Boletín de las Cofradías que el
oficial), nadie ha conmemorado la coronación de La Antigua, en
el Congreso Mariano Hispanoamericano que nos dejó un himno que
aún canta todo el mundo en general: «Salve, Madre,/en la tierra
de tus amores,/ te saludan los cantos que alza el amor.»
Al Equipo Quirúrgico le ha pasado algo así. Ha cumplido 75 años
al servicio de Sevilla y no ha tenido apenas más conmemoración
que un curioso libro con su historia, editado por el
Ayuntamiento. Me lo dio en el propio Equipo su director, el
doctor Anastasio Castizo. Soy de los sevillanos que van al
Equipo Quirúrgico a falta de Casas de Socorro. El Equipo, cuyo
prestigio asentaron los doctores Blas Tello y Cristóbal Pera, es
el único resto de la maravilla que desmontaron en 1988 las
descabelladas leyes de la Sanidad andaluza: las municipales
Casas de Socorro. ¿Por qué están colapsadas las urgencias del
Virgen del Rocío y del Macarena, con enfermos en los pasillos?
Porque estos señores de izquierdas cerraron las popularísimas
Casas de Socorro que solventaban las pequeñas urgencias y no las
sustituyeron por nada. El niño chocado, la señora achicharrada
con el aceite de la sartén, el brazo roto con la bicicleta eran
llevados a la Casa de Socorro más cercana: Nervión, Polígono,
Triana, Rosario, Alhóndiga. Si la cosa era gorda, desde este
primer escalón el accidentado o enfermo pasaba al Equipo, con
sus quirófanos y sus salas de hospitalización. Allí lo recibían
de puerta los practicantes que tomaban el fresco en sus sillones
de mimbre: Hipólito Gutiérrez, Manuel Borrego, Manuel Moreno,
Cristóbal Lara. Pasaban a manos de doctores tan eminentes y
expertos como Leal Castaño, León Castro, Palma Alonso,
Baquerizo, Calvo de Mora, Ollero de la Rosa, Lazo Zbikowsky. Una
perfecta red sanitaria propia, especializada en Trauma y en
medicina de urgencia, que no colapsaba hospital alguno. Y que en
las grandes catástrofes, como la Operación Clavel, se movilizaba
en un periquete.
¿Por qué ha sido sustituida aquella sanidad municipal tan
cercana al sevillano angustiado por una urgencia? Pues por un
pasillo del Macarena o una camilla hacinada en Traumatología.
Pero nos queda la fiel infantería del Equipo Quirúrgico. Al
Equipo siguen llevando a las turistas heridas por el tirón y a
los del mochazo con la amotillo. Unos avezados profesionales
escayolan en un dos por tres y suplen con una entrega
excepcional el olvido de una desastrosa reforma sanitaria
centralizadora que igualó por abajo y mandó a las Casas de
Socorro a lo que rima. Oficialmente al Equipo Quirúrgico
Municipal le han cambiado hasta el nombre, en la moda de poner
motes junteros. Ahora es el CUYE: Centro de Urgencias y
Especialidades, ¡toma ya! Muchos sevillanos, sabedores del
exquisito trato humanísimo que recibe el atribulado enfermo,
siguen yendo confiados al Equipo para pequeñas urgencias. ¡Eso
sí que es un Equipo de UEFA, y no el Sevilla ni el Betis!
Abnegados galácticos con bata blanca de un Equipo de Primera,
última reliquia de la Muy Eficaz Sanidad Municipal en un SAS de
tercera regional.
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