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Si
Aznar estuvo once horas, once, sin despeinarse, contesta que te
contesta, raja que te raja, ante la comisión parlamentaria
investigadora del 11-M, el presidente Rodríguez ha estado
catorce. ¿Será por horas? Y sin despeinarse también. Bien es
cierto que, quizá para despeinarse mucho menos que Aznar, horas
antes de comparecer Rodríguez Zapatero se fue al barbero, quien
le pegó un niquelado importante. Le hizo un nuevo pelado. A la
romana. No sé si de la Roma de la República o de la Roma del
Imperio, o pompeyano quizá, pero totalmente clásico. Algo así
como Rodríguez con el niquelado nuevo va peinado Pilatos en los
pasos de la Semana Santa de Sevilla. Tú le pones a Rodríguez
Zapatero una túnica blanca y un tío al lado leyendo un pergamino
que no hayan borrado en La Moncloa de Jerusalén, y es
enteramente el Pilatos cofradiero sevillano. No el famoso
Pilatos de la Macarena, sino el Pilatos de la Hermandad de San
Benito, lo cual digo para elogio del presidente, pues el mujerío
cofradiero asegura que el Pilatos del barrio de La Calzada es
mucho más guapo que el que va con la Centuria Romana de los
armaos. El de San Benito es como Antonio Banderas vestido de
Pilatos.
Si admiré a Aznar por su resistencia física ante los
comisionados cuando compareció, mucho más a Rodríguez. Si Aznar
fue una sola vez al cuarto de baño en once horas, es posible que
Rodríguez ni siquiera se acercara a los acreditados productos de
la casa Roca durante catorce largas horas. Si el guasón de
Carlos Herrera concedió a Aznar el premio de la Vejiga de
Titanio por su probada continencia mingitoria ante la comisión,
para el premio vesical de Rodríguez habrá que buscar algún
ignoto metal de resistencia inaudita, de los que prueban los
astronautas en sus estaciones espaciales.
El día que compareció Aznar tuve que salir mucho a la calle y me
perdí las mejores. Solamente saqué en claro que yo salía y el
tío estaba allí dando el callo, y que volvía de la calle al cabo
de las horas y Aznar seguía dale que te pego con las
contestaciones. Libre de toda obligación, he podido, en cambio,
seguir enterita la comparecencia de Rodríguez. Me la he empapado
de punta a cabo, a ese cabo donde Joan Puig, de ERC, citó a un
poeta catalán que es la antítesis de la famosa frase de Rafael
el Guerra, autor de un verso que asegura que «todo lo que puede
ser es posible». (Anda que se quedaría el tal poeta vaheando...).
Y del mismo modo que Don Quijote perdió el seso leyendo libros
de caballerías, yo medio lo he extraviado con los libros de
infantería de la repetición machacona y demagógica de dos únicas
ideas por parte de ZP. Como cuando estás mucho tiempo en la
playa se te pega el sol, de estar tanto tiempo ante el televisor
se me ha pegado el terrorismo islámico y el engaño masivo. De
oírlos miles de veces, se me han encasquillado el terrorismo
islámico y el engaño masivo. Me dicen:
-¿Dónde vais a pasar la Nochebuena?
Y respondo:
-Donde no haya terrorismo islámico.
-¿Y no os vais a ir unos días fuera?
-Eso de irse de vacaciones es un engaño masivo.
-Pues nosotros este año tampoco nos pensamos mover.
-Por culpa del terrorismo islámico, claro.
-No, es que vas a cualquier sitio y todo es carísimo...
-Porque el terrorismo islámico tiene la culpa.
-Y todo está lleno, además...
-Lo que yo te diga: eso es exclusivamente por el terrorismo
islámico, y descarta cualquier otra línea de investigación, que
es un engaño masivo.
Así ZP una y cien veces, hasta que lo aprendimos. Terrorismo
islámico arriba, terrorismo islámico abajo. Y si salía, era para
entrar en el engaño masivo. Él resistió catorce horas, pero yo
estoy que no doy pie con bola:
-¡Que tengas Felices Pascuas!
-Lo mismo te digo: terrorismo islámico.
-Y próspero año...
-Eso, eso, próspero engaño masivo...
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