|  | A 
                usted le habrán dicho muchas veces en estos días, o se lo dirán 
                hoy: 
 -Hombre, a ti que te gustan tanto las cosas nuestras, a ver si 
                puedes venir mañana noche a una cosa sevillana muy típica de la 
                Nochebuena que hemos organizado...
 
 -¿El qué?
 
 -Una zambomba flamenca.
 
 -Desde luego que la zambomba es muy típica: muy típica de Jerez.
 
 ¡Zambomba, con el zambombazo de la moda de las zambombas 
                flamencas! Sevilla, dominadora, se cree que le impone su sello a 
                cuanto toca. El sevillano cree que marca con su forma de ser 
                cuanto le rodea. Y muchas veces es al revés: ciudad dominada, 
                conquistada, entregaíta. En la flora podemos tener el ejemplo. 
                Pasan por sevillanísimos árboles que nos llegaron de fuera: el 
                naranjo, de la China; la palmera, de Arabia; la jacaranda, de 
                Africa del Sur; el magnolio, de Lousiana. Y en las flores, lo 
                mismo: el jazmín, persa; la buganvilla, sudamericana; el nardo, 
                caribeño. Y pasan por más sevillanos que las azucenas de las 
                jarras de la Giralda.
 
 Si hacemos una teoría cínica de lo que entendemos por esencia de 
                Sevilla, resulta que a Sevilla la Semana Santa se la trajo el 
                Marqués de Tarifa desde Jerusalén. A la Feria, inventada por un 
                catalán y un vasco, Jerez le trajo el caballo, el vino y los 
                toros, y Sanlúcar, la manzanilla. Un gibraltareño, Bacarisas, 
                inventó las pañoletas de las casetas. Francia trajo los 
                carruajes... enganchados a la inglesa. El Rocío, que pasa por 
                sevillanísimo y trianerísimo, es almonteño, de Huelva. El torero 
                de la Alameda, Chicuelo, nació en la calle Betis, y el torero de 
                Triana, Belmonte, nació en la calle Feria. Yo creo que es algo. 
                Por algo Sevilla tiene una calle que se llama Siete Revueltas.
 
 Ahora Sevilla se apropia de las zambombas jerezanas, de la 
                Navidad flamenca. En Sevilla hay ya más restaurantes sanluqueños 
                que en Bajo de Guía, más mesones serranos que en Jabugo... y más 
                zambombas flamencas que en Jerez. La Universidad, los 
                restaurantes, los particulares, las hermandades, todo el mundo 
                celebra su zambomba como si fuera algo de toda la vida en esta 
                Sevilla de campanilleros. No flamencos: aflamencados luego por 
                Manuel Torre y por La Niña de la Puebla. De campanilleros más 
                ligados al rosario de la Aurora que a la Navidad. Campanilleros 
                cuyas coplas cantan asuntos tan poco navideños como que en el 
                Arco de la Macarena la rueda de un carro pilla a un niño y la 
                madre no le echa unos polvorones de Ochoa, sino un escapulario 
                del Carmen.
 
 Menos mal que la moda de la zambomba no ha sido a costa de los 
                campanilleros, más florecientes cada vez, gracias en gran parte 
                a los coros de las hermandades, a los coros rocieros. Ya se 
                graban casi tantos discos navideños como de sevillanas. Navidad 
                musical popular sevillana en la que cada día se da más zambomba 
                por liebre, más Jerez por Sevilla. Es como la venganza de Jerez 
                por la colonización de las sevillanas. En la Feria de Jerez, ¿se 
                bailan jerezanas? No, sevillanas. Sevillanas en Cádiz capital, 
                con lo que dan por saco allí, y sevillanas en Málaga, donde ni 
                te cuento. Ea, pues que vea ahora Sevilla con las zambombas de 
                Jerez lo que es ser colonizado por una forma cultural ajena. Lo 
                que ocurre es que esta Sevilla nuestra es tan lista, tan 
                intercultural, tan mestiza (y tan joía por culo), que de momento 
                ya se ha apropiado de la zambomba y la ha hecho suya, con el 
                sincretismo en que es maestra. Verá usted cómo la próxima 
                Navidad lo llama Pepe Estévez desde el mismísimo Jerez:
 
 -Hombre, a ti que te gustan tanto las cosas nuestras: ven mañana 
                noche a la bodega, que hemos organizado una zambomba sevillana.
 
 
 
 
 Recuadros de días 
                anteriores
 
 
 
                 Correo 
 
                  Biografía de Antonio Burgos   
 Libros
de Antonio Burgos en la libreria Online de El Corte Inglés  
 
 |