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Un
negocio que no da para levantarse a las once de la mañana ni es
negocio ni es nada. Lo dijo y lo practicó el viejo editor José
Manuel Lara Hernández. El Rey hizo marqués a Lara: marqués del
Pedroso de Lara. Si los títulos nobiliarios inmortalizan las
gestas de quienes los ostentan como cabeza de estirpe, a Lara le
hubiera pegado más que lo hubiesen hecho Marqués de las Once de
la Mañana. Si un negocio que no da para levantarse a las once de
la mañana ni es negocio ni es nada, ni te cuento un marquesado.
Deslomándose de trabajar como un burgués de Barcelona, Lara
llegó a vivir como un marqués de El Pedroso antes de serlo. El
marquesado o la canonjía son ideales de buen vivir. Ni la más
regalada calidad de vida actual llega a la excelencia antañona
de vivir como un marqués o un canónigo. Jesús Quintero, su
entrevistador, cuenta que cuando el desgraciado Duque de Feria
estaba en la cárcel, se gastaba tantas comodidades que su
compañero de celda le dijo:
-Rafael, hijo, tú serás duque, pero aquí en la cárcel desde
luego vives como un marqués...
Rodríguez Zapatero será socialista, pero allí en La Moncloa vive
como un marqués. Es más: ya quisieran muchos marqueses tiesos
como una regla o como la garrocha de Joaquín Buendía vivir como
este Rodríguez tan socialista y tan radical. Lo de vivir de
Rodríguez hay que revisarlo en el diccionario de modismos. El
que se quedaba en Madrid a vivir de Rodríguez durante el verano
sentaba plaza de abrir latas de fabada Litoral y de hacerse la
cama. El que se queda a vivir de Rodríguez en La Moncloa vive
como un marqués.
España ahora sí que va bien, según la tesis del editor Lara. No
iba tan bien en tiempos de Aznar, cuando el inquilino de La
Moncloa tenía que pagarse unos viajes horrorosos y unos
madrugones de muerte. Un Gobierno que no dé para que su
presidente se levante a las once de la mañana y se quede en
casita cuando le plazca, ni es Gobierno ni es nada. A juzgar por
lo poco que la dobla Rodríguez, ahora es cuando España va bien
de verdad. Ahora es cuando Luis Cernuda es el poeta de cabecera
de Presidencia. Aznar presumía de leerlo; Rodríguez lleva a la
práctica sus poemas. Por ejemplo, «Estoy cansado»: «Estar
cansado tiene plumas, / tiene plumas graciosas como un loro, /
plumas que desde luego nunca vuelan...» Con lo políticamente
correctas que son las plumas, además. Así que de volar a
Polonia, ni mijita.
Los dormilones de España, los perezosos, los indolentes, nos
sentimos plenamente identificados con el presidente cansado, con
el bello durmiente de La Moncloa. Rodríguez se permite el lujo
de dormirse en los laureles del 14-M. El 14-M dijo Sema y se
durmió. Ese sueño empezó en la jornada de reflexión, como en el
anuncio de las palabras con la sílaba «flex». Reflexión, y,
¡hala!, al poder, para quedarse tan destroncadito como los
apóstoles de la Oración en el Huerto. Presidente Lunis. Le dice
un asesor que tiene que tiene que meterse en carretera para ir a
Polonia y se pone a cantar: «Buenas noches, hasta mañana, los
Lunis y los presidentes nos vamos a la cama». Y a los polacos,
que les den por lo que rima. Ya digo: como un marqués. Como el
Marqués de Villar del Tajo, el inolvidable novelista Manuel
Halcón, que un día que almorzábamos en Sevilla quisimos llevarlo
tras el café a Itálica, para enseñarle las nuevas excavaciones
arqueológicas. Aunque Itálica está a sólo seis kilómetros,
Halcón nos dijo con su suprema indolencia:
- ¿A Itálica ahora? Mira, yo ya no estoy para meterme en
carretera...
Como España es tan buen negocio que da para levantarse a las
once de la mañana, este socialista radical que vive como un
marqués no está para meterse en carretera. ¿Polonia, los fondos
de cohesión, la Unión Europea? A él, plim: él duerme en Pikolín.
Ya lo dijo Goya: «El sueño de la razón engendra monstruos».
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