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En
Italia se ha armado el revuelo porque Paolo di Canio, jugador
del Lazio, alzó el brazo al modo fascista o hitleriano cuando su
equipo venció a su eterno rival, el Roma. Al que no sé por qué
demonios los cronistas deportivos españoles llaman «la» Roma, si
aquí nadie dice «la» Betis, ni «la» Barsa ni «la» Madrid. En
todo caso, «la» Madrid lleva siempre por delante, y tres veces
repetido, el triunfal prefijo «ha»: «Hala Madrid, hala Madrid,
hala Madrid». Si hablamos de la violencia de género, los
cronistas deportivos la ejercen contra el Roma. Violencia de
género gramatical, violencia a lo Massiel, con tanto la,la,la a
la hora de mentar al Roma.
Y si en Italia se formó ese revuelo cuando Canio saludó a la
romana el triunfo del Lazio sobre el Roma, no sé la que se
habría armado si a presenciar el partido hubiera llegado un
autobús de aficionados barceloneses, pero todos militantes o
simpatizantes de Izquierda Republicana de Cataluña y todos
vestidos con el uniforme del partido al que pertenecen: la
camisa negra. Pérez Carod y el otro que pide que le expropien
las catedrales a la Iglesia...
- ¿Ah, aparte de uno con cara de foca también tienen a otro con
aficiones de Mendizábal?
Lo tienen. Hay gente pá tó. Hasta para adoptar como estilismo
oficial del partido el uso de la camisa negra de los
mussolinianos, de los fascistas italianos. Al verlos de camisa
negra, muchos no se acuerdan de Mussolini, sino de la pinta de
guarros que tienen. Una camisa blanca hay que echarla a lavar
muchas más veces que una camisa negra, que llaman «sufrida». Veo
a Carod y hasta aquí llega el tufillo de los sudados sobacos de
su camisa negra, que cantan «Els Segadors».
¿No les ha dicho nadie a estos señores que mucho independentismo
catalán y mucho separatismo, pero que de momento van vestidos de
fascistas italianos, que a lo mejor es lo que son, unos
fascistas, unos camisas negras? Dicen que Carod es hijo de
guardia civil y se llama Pérez. ¿No será que es hijo de un
italiano del CTV, de los que ayudaron a Franco en la guerra, que
llegó corriendo hasta Cataluña cuando la desbandada de la
batalla de Guadalajara y que ha aprovechado las camisas viejas
de su padre?
Cuando se usaban devotamente los hábitos de promesa, muchos
caballeros vestían camisa del color de su Cristo o su Virgen.
Unos llevaban la camisa morada del Gran Poder, otros la marrón
del Carmen. Un cofrade sevillano la llevaba negra de promesa a
su Cristo cuando las hermandades peregrinaron a Roma en el Año
Santo de 1950. Llegó la expedición al hotel, subió el cofrade a
su cuarto con el botones que le llevaba la maleta, y nada más
entrar se quitó la chaqueta. Quedó en mangas de camisa negra en
una Roma recién liberada del fascismo. El botones vio
horrorizado que el pacifico turista se había transformado en un
peligroso fascista. Y le advirtió del riesgo de fusilamiento:
-Oh, camisa nera fasciti: pum, pum...
El cofrade, obviamente, tuvo que pedir dispensa de su promesa
mientras duró la estancia en Roma. Esa Roma que le armó la del
tigre al futbolista fascistón se lo armaría ahora a los camisas
negras de ERC si llegasen. Aquel botones, ya crecidito, les
repetiría lo de entonces: «Camisa nera fasciti, pum, pum». (Los
camisas negras de ERC me recuerdan en exceso la camisa azul de
Falange, lagarto, lagarto...)
Veo que en España hay dos separatismos. El separatismo de camisa
negra de Cataluña y el separatismo de camisa blanca de las
Vascongadas, al que viéndole la camisa, ZP les ha dado el cante
constitucional por Víctor Manuel y aquí su señora: «España,
camisa blanca de mi esperanza...». Esta semana ha tocado
separatismo de camisa blanca. Los que usurpan y detentan el
respetable nombre de todos los vascos han ido a Madrid a pedir
la independencia. Que es como si aquel cofrade de la camisa
negra hubiera ido al Vaticano a pedirle al Papa que proclamase
que Dios no existe.
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