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Carlos
Rodríguez Braun acaba de publicar en la editorial Lid un
«Diccionario Políticamente Incorrecto» que les recomiendo. Una
casi británica obra de humor, un brillantísimo ejercicio de
ironía, donde pone, por ejemplo: «Vergüenza.- Lo que debe
sentirse si por una desgraciada mezcla de circunstancias
hostiles resulta que uno es blanco, heterosexual, cristiano, no
divorciado y partidario de monstruosidades tales como la
civilización occidental, la propiedad privada, el capitalismo,
el comercio, el mercado y la libertad». O donde dice:
«Manifestación.- Derecho humano fundamental que naturalmente
prima sobre el insignificante derecho a circular por las ca-lles
tranquilamente».
Bueno, igual que Rodríguez Braun ha hecho ese Dicciona-rio,
tendría que redactar el Diccionario del Lenguaje de la Junta,
para que sepamos a qué atenernos los andaluces...
- Será andaluces y andaluzas...
¿Usted no ve por qué es imprescindible ese Diccionario? Por
culpa de que aún no existe ese Diccionario, no sé para que nos
hemos gastado un dineral en poner vallas a todo lo largo de la
carretera que va de Villamanrique de la Condesa al Ro-cío, la
conocida como Carretera de la Fresa o Carretera del Plástico. La
famosa del lince, vamos. Al salir de Villamanrique, en Gato, se
encuentra uno un cartel que pone: «Vallado de exclusión de
vertebrados en el camino rural de Villamanrique de la Condesa al
Rocío en el tramo p.k.2,150 a p.k. 16,750. Próximo inicio de
obras». De próximo inicio, nada. Las obras están más que
terminadas. De Villamanrique al Rocío vas con ambos lados de la
carretera perfectamente vallados, costeadísimo: buenos hincos de
hormigón y malla tupida. Un dinero. ¡Y te da una angustia ir
como por el pasillo de un campo de concentración! Y más angustia
todavía no saber qué puñetas será eso de «exclusión de
vertebrados». El lenguaje de la Junta ha convertido una verja en
«vallado de exclusión de vertebrados». Sabíamos que la Junta era
una viña sin vallado... pero no que se gastara estos dinerales
en vallados de exclusión de vertebrados.
Vallas tras las que quedan encerrados, como prisioneros, los más
hermosos paisajes de pinar y silencio de la marisma. Las cañadas
reales, los caminos del común, los carriles, las veredas de
carne, todo queda encerrado. Es lo que le está pasando a todo el
campo andaluz. Vayan a la Sierra Norte. Está vallada enterita.
No con las tapias de las lindes de pizarra que hacían las
cuadrillas portuguesas, que no rompían el paisaje, no. A más
Ministerio de Medio Ambiente y más Consejería de Medio Ambiente,
más crímenes contra el paisaje, asesinado por la malla metálica
de las vallas y los hincos modelo 2005. Negación absoluta de «no
se pueden poner puertas al campo», al campo andaluz, enterito,
le han puesto puertas y vallas, y han dejado dentro todos los
caminos de propiedad y uso públicos, todas las cañadas reales.
De un momento a otro comenzarán a cobrar peaje por ir por una
cañada real.
Y a los rocieros de La Candelaria de momento les han prohibido
pisar los caminos que recorrió la devoción de sus abuelos. Los
vertebrados que había que excluir junto a la Raya Real con el
vallado eran, por lo visto, los rocieros de La Candelaria. Ea,
ni un coche por los caminos de la marisma, que para eso soy la
Junta y aquí mando yo y aquí hago yo el Reglamento de Vías
Pecuarias. ¿Arreglar el puente del Ajolí, dice usted, derrumbado
por los temporales del invierno pasado? Eso que lo arregle otro.
- No, si del Ajolí va a tener la culpa Aznar...
Naturalmente. Ellos a lo suyo. A vallar el campo con nuestro
dinero, para excluir vertebrados... y excluir rocie-ros. Y a
reescribir la sevillana de los Hermanos Reyes: «El que quiera ir
al Rocío/que vaya por carretera,/motores, no haced ruido/que el
lince duerme la siesta...»
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