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Andalucía
rima con Zarrías. Nunca una cosa así mandó tanto. Chaves es el
mascarón de proa de la goleta, por el tópico de la nave del
Estado. El timón, la caldera y el más madera de millones para
gastar es Zarrías. Quien ha interpretado a Chaves en su anuncio
de viaje de los Reyes a Cuba. Zarrías, sumo sacerdote, descifra
los enigmas de la esfinge. Zarrías coge las declaraciones de
Chaves, las abre en canal (en Canal Sur, la nuestra... de
ellos), examina las entrañas de la gandinga del «andaluces y
andaluzas» y adivina qué va a pasar. No sé por qué hay tantos
Observatorios de Esto y Observatorios de lo Otro: de la
economía, del empleo, del maltrato a la mujer. Hasta el
Observatorio Meteorológico sobra. Señores de las hermandades de
penitencia que estrenan Cuaresma, por si la Semana Santa se mete
en agua: cuando tengan la cofradía formada, el primer tramo ya
con los capirotes puestos y los cirios encendidos, y el cielo
esté en plan «ojú la que viene por ahí, anda que no va a caer ná»,
antes de decidir si salen o no salen, no llamen a San Pablo, no
llamen a Marvizón, no llamen a Rota, no consulten Weather.com.
Llamen a Zarrías. El sabrá decirles si se va a mojar el palio o
no.
Y como si fuera un hermano mayor en tarde de días gloriosos
metida en agua, voy a llamar a Zarrías para que me interprete un
silencio. Un silencio de Maestranza. Un silencio de Manuel
Chaves durante su discurso en la Real Maestranza de Caballería,
con motivo de la entrega de premios universitarios, que de los
taurinos casi todos los galardonados enviaron parte facultativo
y no aportaron. Ante los Príncipes de Asturias, Chaves habló de
universitarios y de toreros premiados. Quienes lo escuchaban
pisaban el albero donde, en palabras de Pape Luis Vázquez, ha
habido tanto triunfo, tanto fracaso y tanta sangre. Pisaban el
piso de la plaza más importante del mundo. En la capital de una
Andalucía taurina por los cuatro costados. La región de España
que dio más nombres gloriosos para la Tauromaquia y que sigue
dando más toreros, más ganaderías, más plazas de toros, más
ferias, más aficiones, más dinero del que mueve la Fiesta. Si
hay una región taurina por excelencia en España, es Andalucía.
Hasta el mítico toro de Osborne, icono como se dice ahora, de
culto, como se añade, es andaluz. Y de la importancia simbólica
de esa plaza real donde Chaves pronunciaba su discurso ante el
heredero de la Corona, ni les cuento a ustedes nada que no
sepan.
Todo esto, en una España donde los socios del partido que
preside Manuel Chaves están amenazando gravemente, cuando no
prohibiendo del tirón, la corridas de toros, que entienden seña
de identidad nacional que quieren destruir desde el separatismo.
¿Qué piensa Chaves, que tiene hasta apellido de una ilustre saga
de picadores, sobre la Fiesta Nacional? ¿Cuál es su postura con
respecto a las claudicaciones de su partido ante las exigencias
antitaurinas de sus socios separatistas catalanes? Chaves podría
haber hecho, y nunca mejor dicho, un brindis al sol, defendiendo
la importancia cultural, social, histórica, hasta económica de
la Fiesta para Andalucía; haber defendido su continuidad; haber
criticado a quienes quieren terminar con ella como una forma de
acabar con España. Nada de eso dijo. Chaves guardó uno de los
tópicos silencios de la plaza. Un silencio de Maestranza sobre
el futuro de la Fiesta. Habrá que preguntar a Zarrías si Chaves
piensa sobre los toros como Maragall y Clos o si piensa como
Monteseirín, al que hay que alabar su defensa sevillana y
municipal de la Fiesta. Y mientras, decirle a Chaves como aquel
Rey al tabernero de la historia:
-Pues nada, hijo mío, guárdate para mejor ocasión tu discurso en
defensa de la Tauromaquia en la Real Maestranza de la capital de
la taurinísima Andalucía...
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