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No
quiero reventarle a Juan Imedio (¿es así, o es Y Medio?) la
presentación que esta tarde hará del libro de memorias que a
la excelentísima señora doña Carmen García Galisteo, vulgo
Carmen Sevilla, le ha escrito Compay Carlos Herrera.
-¿Compay, como Compay Segundo?
-No, Carlos Herrera es siempre Compay Primero en este
oficio... O incluso Compay Clase Club.
Hablando de Imedio: como esa presentación sea nada más que la
mitad de buena de la que le hizo a las memorias de los señores
Romero Monge y Ruiz Perdigones, vulgo Los del Río, será de
puerta grande de Antares. Juan Imedio no es del Canal Sur. Es
del Reino Unido. Fue para mí una gratísima sorpresa descubrir
su inteligentísimo sentido del humor, casi británico, cuando
presentó el libro de Los del Río. Arte. Y valor. Dijo que Los
del Río, en su libro, decían muchas amables verdades y una
mentira piadosa. La mentira piadosa es que Polanco sabe bailar
sevillanas. Desmintió Imedio:
-Polanco no sabe bailar y mucho menos sevillanas. Polanco
marca el compás, y España entera baila a su son...
Ole, Imedio. Y usted perdone que no descubriera su
inteligencia, su cultura y su sentido del humor hasta la misma
orilla de Los del Río. Lo pongo por escrito con justicia, para
aclarar al personal que lo que sale en Canal Sur con las
viejas verdes y los viejos satirones es una caricatura suya:
usted vale mucho más que eso.
Y como vale, sé que esta tarde le mentará a Carmen Sevilla sus
castas todas. Para bien. No sé por qué mentar las castas va a
ser siempre chungo. Sobre todo cuando se tienen unas castas
tan literarias e interesantes como las de Carmen Sevilla.
Carlos Herrera ha escrito las memorias de la nieta de José
García Rufino «Don Cecilio de Triana» y de la hija de Antonio
García Padilla «Kola». De esta casta le viene el arte. Don
Cecilio, fecundo autor de obras para el Teatro del Duque,
periodista satírico de «El Noticiero Sevillano», creador y
director de la revista humorística de su propio seudónimo, fue
lo que se dice un sevillano de gracia. ¿Saben cómo le llamaba
al alcalde de su época, que tiraba el dinero como tierra?
-¿Cómo?
-Don Gastón...
A Don Cecilio, el niño, Antonio García Padilla, le salió a la
fuerza poeta. Letrista. Firmaba sus canciones con el nombre de
Kola. Él fue quien introdujo a un jovencísimo Rafaelito León,
hijo del presidente de la Diputación, en el mundo del artisteo.
Con Rafael de León escribió aquel «Manolo Reyes» que Vallejo
metió a compás y sonó en los dos bandos de la guerra civil.
Con el Maestro Mostazo, ese «Puerto Camaronero» que ha bordado
Gracia Montes en su último disco. O un cuplé que lo canta
ahora su hija y se le caen las mismas lágrimas que dice la
letra: «Coplas, coplas de mi España,/ ganas me dan de
llorar...» Este García Padilla es un autor de tal categoría
que merecería un libro para él solo, como Don Cecilio
merecería una biografía y estudio como el que ha tenido su
colega y competidor Agustín López Macías «Galerín». Apunten,
pues, esos duales para la ristra de Sevilla: Don Cecilio y
Galerín; García Padilla y Rafael de León.
Y apunten el nombre de la niña que nació de esa casta de arte:
Carmen Sevilla, en la España de Doña Carmen y de Carmencita.
Carmen Sevilla, que es Carmen de Heliópolis, la primera Niña
Bombón de Heliópolis. La Carmen sin Merimée que la ciudad le
puso a Jorge Negrete para «Jalisco canta en Sevilla» o a
Vittorio de Sica para «Pan, amor y Andalucía». O a Bardem para
«La venganza», que todo hay que decirlo. Pero de todo esto
habla mucho mejor Carlos Herrera en su libro. Que espero que
Juan Imedio presente nombrándole a Carmen Sevilla sus ilustres
y admirables, literarias y sevillanísimas castas todas.
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