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Imagine
usted un millón de campos de fútbol. Uno al lado de otro. Sí,
ya sé que hay que hacer un gran esfuerzo para imaginar esa
superficie. El que he tenido que hacer cuando he leído que la
Junta de Andalucía aguarda el visto bueno de Bruselas para
ampliar en un millón de hectáreas el espacio protegido por
Medio Ambiente. Traduzco: el espacio intervenido por el Estado
y, lo que es peor, por la burocracia de los biólogos de
plantilla y, horror, de los funcionarios del ecologismo. Sigo
traduciendo: equivale a un millón de campos de fútbol el
espacio de la hermosa tierra andaluza, de la Sierra, de la
Marisma, de la Vega donde aunque usted tenga bajo el brazo sus
escrituras de propiedad y pague su contribución, allí no puede
ni tocar un árbol, ni arrancar una mata de manzanilla. Ni se
le ocurra. Acuérdese de lo que le pasó al pastor de Sierra
Nevada.
Ese millón de campos de fútbol es una ampliación del espacio
ya declarado protegido. Desde 1996, la Consejería de Medio
Ambiente le viene echando el ojo a media Andalucía y
declarándola protegida. Ya hay 1,6 millones de hectáreas
protegidas. El lugar de España con mayor superficie protegida.
Lo que no es parque nacional es parque natural. O reserva, o
paraje protegido, o monumento natural, o (¡al suelo, doble
genuflexión!) ha sido propuesto como Patrimonio de la
Humanidad.
-Y si el campo es mío, si yo tengo la escritura, y quiero
plantar un adelfar junto al caserío, ¿por qué no puedo?
Ah, porque Andalucía es de ellos y la controlan policialmente
por satélite. Una teja que quite de una cabaña de pastor la
descubren. ¡Y, ay, como arranque una encina! Usted será el
dueño de ese olivar, de ese alcornocal, de ese encinar, pero
quien dice lo que se puede y no se puede hacer allí es un
profesional del ecologismo progre colocado con su dinero y el
mío en la Consejería de Medio Ambiente, en la Agencia de Medio
Ambiente, en la Red de Espacios Naturales Protegidos y siga
usted poniendo organismos donde tirar los millones y millones
sin invertir una sola peseta en ese campo que se quiere
proteger. ¿Proteger de qué? Pues parece que de sus
propietarios. Desistieron de hacer la reforma agraria pero
mantienen el férreo control de... ¡una tercera parte de la
superficie de Andalucía! Hasta esta ampliación del millón de
hectáreas que piden a la UE, una quinta parte de la superficie
andaluza estaba ya controlada por Medio Ambiente. Ahora
quieren controlar una tercera parte del territorio.
-¿Y luego tienen la cara de pedir en el himno "tierra y
libertad" y de decir "sean por Andalucía libre"? ¿Qué
«Andalucía libre» ni que niño muerto, con una Junta tan
intervencionista, con tres cuartas partes de la tierra sin
libertad?
Serán libres los que no tengan unas faneguitas de tierras
fuera del corredor que quieren hacer para conectar Sierra
Morena con Doñana y que el lince viva como un marqués. Si sus
tierras están en Los Alcornocales, en la Sierra de Cazalla, en
el Valle del Genal, en el Guadiamar, usted es el dueño sólo a
efectos de pagar la contribución y los jornales. Quien manda
allí es Medio Ambiente de la Junta. La gran terrateniente
andaluza. Terrateniente de la manera más cómoda: para mandar.
Para mantenerlo todo como ellos quieren, ni un duro. Para
mandar, vamos, como si tres cuartas partes de Andalucía
hubieran sido escrituradas en el Catastro a nombre de Chaves.
-Pero esto es una cosa soviética, que yo en mi campo no pueda
hacer lo que quiera...
Ni cuando el caciquismo ningún señorito llegó a dominar una de
cada tres hectáreas de Andalucía como ahora los nuevos
señoritingos de Medio Ambiente. Entonces se decía de algunos
latifundistas: «Media Andalucía es suya». En el caso del
intervencionismo totalitario de la Junta sobre los espacios
protegidos es estrictamente cierto. Si no media Andalucía, una
tercera parte, sí.
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