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PARA
que luego larguen de nuestra tecnología y recuerden el «que
inventen ellos» de Unamuno. Ahí lo tienen, al alcance de todos
los españoles, como el No-Do...
-¿Qué era eso del No-Do?
-Pues una cosa como «59 segundos», pero en cine, y con Matías
Prats padre en lugar de Carlos Carnicero, pero lo mismo:
propaganda del régimen. A este paso, el día menos pensado
inauguran un pantano en «59 segundos».
-Ojalá. ¡La falta nos haría que inaugurasen un pantano, con
esta sequía! Sobre todo donde han suprimido el Plan
Hidrológico a cambio de nada.
Como muestra de nuestra alta tecnología, ahí lo tienen, al
alcance de todos los españoles: el teléfono móvil que sólo
sirve para hablar.
-¿Ah, pero el teléfono móvil sirve para algo más que para
hablar?
¡Qué preguntas tiene usted! Y no se dice «teléfono móvil»,
sino terminal. A los teléfonos móviles les dicen terminales,
como a los enfermos que están buscando las tablas y los
caritativos médicos progres de las urgencias de ese hospital
les dan la bolilla, como a los perros, para que no sufran los
animalitos, digo, los pobrecitos. Los móviles son terminales,
como esos edificios perversos de Barajas o del Prat; las
terminales. La terminal nacional es una cosa que está a siete
mil kilómetros de la terminal internacional. Distancia que hay
que recorrer en diez minutos con la lengua fuera y cargado de
equipaje de manos, para no perder el transbordo del avión
internacional que debe tomar tras dejar el que le trae desde
su pueblo. No sé cómo está en perri lo de Madrid 2012. Eso es
que los gorrones de los inspectores no vieron Barajas, que
tiene la pista de cinco mil metros lisos con más tiendas del
mundo: el camino que va desde la terminal nacional a la
internacional, y que hay que hacerse en diez minutos como el
enlace te lo haya puesto chungo la niña de Iberia.
¿Por dónde iba? Ah, sí, por los teléfonos que sólo sirven para
hablar por teléfono. ¡Gran invento español! ¡Ya era hora! Un
teléfono que no disponga de todas las tonterías que no nos
hacen ninguna falta. Un teléfono que no haga fotos, ni envíe
faxes, ni sintonice Punto Radio, ni reciba correos
electrónicos, ni haga vídeos, ni tenga flash...
-Pues mi niño, en el Día del Padre, me regaló uno que hace
hasta café...
-No, si el mío no sólo hace café, sino que te pregunta si lo
quieres cortado o descafeinado de máquina. ¿Pero quién usa el
teléfono para hacerse café?
Nos gastamos millonadas en teléfonos móviles con unos
archiperres absolutamente infrautilizados. Perdón: no son
archiperres, son prestaciones. No sé por qué. Porque de
prestadas, nada: compradas en firme, y carísimas.
Claro que estos teléfonos móviles que anuncian y que sólo
sirven para hablar y para dejarnos de tonterías, no son nada,
comparados con el modelo que usa Zapatero. ¿Se acuerdan del
zapatófono de aquel telefilm que era como un Julio Verne de
las tecnologías que habrían de venir? Pues Zapatero usa el
zapatófono, pero sin teléfono y sin nada. A pelo, que tiene
más mérito. Zapatero habla, y habla, y habla. Dice que
dialoga, y dialoga, y dialoga. Pero después no escucha a
nadie. Igual que los nuevos teléfonos sencillitos: Zapatero
está programado sólo para hablar. Ojo, hablar, De escuchar no
hemos dicho nada. Ni de hacer. Zapatero ha inventado la nueva
tecnología del diálogo, que es que aquí hablo yo y de
escuchar, ni mijita. Ni aunque un millón de personas se echen
a la calle pidiendo que no se negocie con los asesinos. Uno,
dos, uno, dos, probando, ¿me se escucha, me se escucha? Pues
no, porque al otro lado está Zapatero con el zapatófono.
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