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A
todo luchino le llega su Juana Martín, y a los modistos
sevillanos les ha llegado desde Córdoba la diseñadora cañí y
calé que ha salido por la puerta grande de Las Ventas,
perdón, de la Pasarela Cibeles. Como El Cid, Juana Martín
más que de Córdoba parece de Salteras: de las que pegan
saltos a la fama.
Le considero a Juana Martín un mérito la mar de grande. Ha
logrado lo que nunca consiguieron los Luchinos: que en
Madrid dejen de decir faralaes al referirse a los trajes de
volantes y a las faldas así como rocieras. Con los Luchinos
es que no nos bajaban del faralá. Ellos, claro, son
absolutamente de faralaes. Aunque nos mosquee, hay una
Sevilla de faralaes. Los Luchinos hasta hicieron colonias de
faralaes para los catalanes de Puig. Como Juana Martín es
cordobesa y estos cordobeses son tan serios y tan
tópicamente senequistas, ha logrado que rompan a decir
volantes todos los de la Madrid Fashion Week, que es la
cursilería que le quieren poner de nombre a la Pasarela
Cibeles. Probablemente para conmemorar el centenario del
Quijote y dar lustre a la lengua castellana. Si los
madrileños renuncian al castellano y nombran en inglés al
gran negocio de los trapitos subvencionados con dinero
público, ¿qué van a dejar para que los modistos separatistas
catalanes le borren su nombre español al Salón Gaudí?
Juana Martín, 30 años, 5 hermanos, es hija de vendedores
ambulantes. La música gitana de Manuel Lomba que sonó en su
desfile era totalmente de radiocasé en el puesto del
mercadillo, primo. Ya me sonaban a furgona de vender cal en
el Parque Alcosa o en el Charco de la Pava sus trapos de
volantes. Lo cual tiene más mérito todavía. No es lo mismo
estar debajo del toldo desmontable pregonando:
-Las blusas de agujeritos a tres luros, mujeres...
...que estar en la Pasarela Cibeles, encandilando al Madrid
del glamour y de lo fashion, con Andalucía como tendencia.
De tres luritos, nada. De su taller de Córdoba no sale un
modelito por menos de los 1.500 euros. Así que ya me
contarán la plusvalía que Juana Martín le ha sacado a las
piezas de tela de la furgona de sus padres. Dicen que fue
María Eugenia Martínez de Irujo la que la lanzó a la fama,
al salir en las revistas con sus trapos. Pocos sevillanos
apoyan lo cordobés, y mira que Juana Martín triunfó aquí en
el Salón de la Moda Flamenca y en la Feria del Toro. En
Sevilla suena lo de Huelva, lo de Cádiz, pero Córdoba es
como si no existiera. De nada vale que la Renfe se harte de
poner Aves lanzaderas. Los sevillanos los usamos todo lo más
para ir a comer a Bodegas Campos. Ahora tendremos que ir a
ver a la sucesora de los Luchinos, pues el cetro de la moda
andaluza ha pasado de Sevilla a Córdoba, de los abasidas a
los omeyas. Mejor, porque allí tienen un Patio de los
Naranjos que no está cerrado por los canónigos y pueden
posar bajo los árboles en flor las modelos con los trapos de
Juana Martín, para que la ciudad salga retratada en el Vogue,
como si fuera una ministra del PSOE.
Y hablando de ministras socialistas Visa Oro y de trapos
caros de los que llevan, las muy izquierdistas: más mérito
aun de Juana Martín. A verla triunfar fue hasta Madrid media
Córdoba, en plan jugador número 12, con Rosa Aguilar la
alcaldesa, Rafael Blanco el del Consejo de Deportes, las
concejalas Rosa Candelario y Carmen Souza, el presidente del
Córdoba C.F. y el diputado popular Rafael Merino. Pero no
estaba la egabrense ministra de Cultura. Como Carmen Calvo
no estaba, la suplo en la invención de palabras con igualdad
de género... número y caso. En la Pasarela Cibeles ya no
triunfan los luchinos de faralaes, sino las luchinas de
volantes. Lo cual, en este PER del diseño, confirma el
refrán de la moda subvencionada: a todo luchino le llega su
Juana Martín.
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