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En
el proceso de tetuanización del centro, dejamos el otro día
a Adolfo Domínguez arrugando bellamente el edificio
neomudéjar de La Ciudad de Londres, Que es precisamente
donde la calle Cuna deja de ser comercial. La frontera del
cenizo, Una cosa es Cuna desde El Salvador a la Cerrajería,
y otra muy distinta desde la Cerrajería a Villasís. En ese
primer tramo, los negocios florecen; en el segundo, que
paradójicamente es el más cercano a La Campana, languidecen,
y de locales cerrados hay todos los que ustedes quieran. Un
ejemplo: el cine Pathé. ¿Desde cuándo está cerrado el cine
Pathé, sin que pongan un salón de maquinitas, como en el
Llorens, o una benemérita librería como en el Imperial?
Hay calles del centro que a pesar de su situación tienen el
cenizo. El albero irá en retroceso, pero el cenizo no para.
Plazas sin albero y calles con cenizo. ¿A qué responde el
cenizo? Nadie lo sabe. Miras un plano de Sevilla, ves la
situación de una calle, por ejemplo entre Sierpes y Tetuán,
y si no te conoces el paño, dices:
-Esta calle tiene que ser comercialmente buenísima.
Pues no, si esa calle, por ejemplo, es Pedro Caravaca, la
antigua del convento de San Acasio y de la puerta del
Labradores. O si esa calle es Jovellanos. Jovellanos, la de
la Capillita de San José y los calentitos de la Casa de
Soria, sobre el papel del plano tendría que ser buenísima
comercialmente, entre Sierpes y Tetuán nada menos. Pues
tampoco. Allí nada más que han aguantado el florista de las
novias y Casal. Y nada digo de General Polavieja, antigua
Manteros. La ves en el plano, paralela a Sierpes y a Tetuán,
junto a la plaza de San Francisco, y piensas que tiene que
ser Jauja, una milla de oro. Pues ni los bares aguantan
allí; quitando El Portón, barra hay donde los camareros se
quitan las moscas a guantazos. Y no me digan que es porque
no es peatonal. Manteros es peatonal desde tiempos del Rege
Carolo. Como peatonal es de toda la vida Olavide, entre
O´Donnell y San Eloy, antigua calle de casas de niñas, donde
no hay negocio que aguante, y mira que pasa gente camino del
Cortinglés. Aunque el máximo ejemplo es Rivero. ¿Cuánto vale
la esquina de Rivero con Sierpes, Deportes Zeta? Una
fortuna. ¿Cuánto un local de la misma calle, pero sólo
veinte metros más adentro? Pues media pringá.
Si Sevilla es una ciudad difícil, más todavía conocer la
realidad sociológica de sus sectores comerciales. ¿Por qué
leyes se rigen estos azares del cenizo de las calles, o
incluso de las aceras? No es lo mismo Deportes Zeta que la
esquina de frente, donde ha habido de todo y nada ha
aguantado. ¿Por qué la calle Córdoba, que comparada con las
citadas tenía todas las papeletas para el cenizo, nunca
decayó, y cada vez hay allí más zapaterías? ¿Por qué La
Venera (José Gestoso) es comercial y no lo es en cambio
Orfila, que está mucho más abierta y cercana al centro, o no
lo es Laraña? ¿Por qué por La Venera y por la calle Córdoba
nunca falta gente de compras, en la Sevilla medieval de
fortaleza y mercado, con su indiano olor a especias, y en
cambio la calle Regina, que históricamente es como prima
hermana de las dos mentadas, está que da pena? ¿Y en Francos
y en Chapineros, qué ha ocurrido para ese vendaval de cenizo
que les ha llegado? ¿Y por qué San Eloy se quitó su cenizo?
(El secreto quizá sea la peatonalización.)
Me impresionan los asesores de las grandes firmas
comerciales que se establecen en el centro. Me encantaría
saber quiénes son los corredores que las aconsejan, por lo
bien que se conocen Sevilla. Los que llegan pagando una
millonada por un local siempre se ponen en calles sin
cenizo, en aceras sin cenizo, en esquinas sin cenizo. O
quizá sean ellos los que les quitan el cenizo. Porque el
cenizo, como los duendes de Sevilla, Narilargo y Rascarrabia,
haberlo haylo en las calles comerciales.
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