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No
sé si es en «Fortune» o en «Forbes», pero hay una revista no
precisamente de José Luis Moreno que suele publicar la lista
de los más ricos del mundo. Suelen venir algunos poquitos
españoles, como Amancio Ortega, el de Zara, el que le ha
dado nuevo contenido al nombre de Amancio, de Amancio el
histórico de los pregalácticos del Real Madrid o de Amancio
Prada, el cantante. Eso por lo que respecta a Amancio. Por
lo que respecta a Ortega, este gallego le ha hecho un pie
agua a la copla y a la mitología del romancero gitano. Antes
no había más Ortega que la gloriosa saga del Gallo y del
Caracol. Se cantaba:
Que por Gelves viene el río
teñío
con sangre de los Ortega...
Ahora dices que por Gelves viene el río teñío con sangre de
los Ortega y la gente piensa que van a poner allí una tienda
de Zara. Que por eso viene el río teñío, pero teñío del
color rojo de los binládenes, de los billetes de 500 euros
que paga a sacos Ortega para poner sus escaparates en el
sitio más céntrico.
Este Ortega sin Espeleta y con espoleta retardada en la
compra de Unión Fenosa viene, como digo, en todas las listas
de los más ricos del mundo. Y dicen que es el más rico de
España. O por lo menos el que la gente cree que es el más
rico, que quizá sea una cosa muy distinta. PaSa como con
Florentino Pérez. Quien por cierto a muchos sevillanos
clásicos suena a Pérez Embid. Me cuento entre los sevillanos
para quienes no hay más Florentino Pérez que Florentino
Pérez Embid, el catedrático de Historia de los
Descubrimiento a quien debemos uno fundamental, en su etapa
de director general de Bellas Artes. Florentino, tras pagar
con fondos de Bellas Artes el nuevo camerino de la basílica
de la Macarena, fue invitado por la mesa de la hermandad a
subir junto a la Virgen de la Esperanza para que la viera de
cerca. Fue entonces cuando aquel catedrático de Historia de
los Descubrimientos reveló a los presentes el que acababa de
hacer:
-Señores: verdaderamente Ésta es la Madre de Dios; las demás
son advocaciones...
Pues para los sevillanos, ni Ortega ni el Florentino
apócrifo del Real Madrid que se le adelanto en Unión Fenosa:
están convencidos de que el más rico de España es de aquí.
Sin «Fortune» y sin «Forbes». A ojo. Contando los coches de
caballos que engancha en Feria o las barreras que tiene en
los toros. El problema es que en esta ciudad donde dicen que
hay tanto dinero, nadie sabe quién es el más rico. Sabemos
cuál es la cofradía más antigua o la que lleva más
nazarenos, pero no hay modo de saber quién es el más rico de
Sevilla. Haga usted la prueba: pregunte a quien crea
enterado. Le dirá unos nombres completamente distintos a
otro que, aunque menos conocedor, se las da de más enterado
todavía. En tiempos de la Restauración existía la figura
social del primer contribuyente de la provincia. ¿Quién es
ahora el mayor contribuyente? ¡Echale un galgo! Los
presuntos mayores contribuyentes son ahora los mayores
virtuosos en sociedades interpuestas. Usted, que vive de una
nómina, o su hijo, que tiene su primer empleo y paga su
primera hipoteca, seguro que en términos relativos e incluso
absolutos paga más IRPF que todos esos que les dicen que son
los más ricos de Sevilla, los que tienen vegas enteras
recalificadas con bloques de pisos, los que compran los
palacios a pares, los que convierten eriales en parques
logísticos.
¿Quién es el más rico de Sevilla? No crean que quien más
destaca, quien más alardea, quien más derrocha. Esos
forretas ricos potricos son únicamente unos pobres hombres
que, como dice Rogelio Trifón, solamente tienen dinero. Y
tan poca clase que no han aprendido todavía algo tan
sevillano como la elegancia de disimularlo.
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