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En
Vigo me dan envidia. Han realizado la Ordenación del Borde.
Del Borde Marítimo. Aquí no hemos conseguido ni siquiera la
Ordenación del Borde Terrestre. ¡Qué cantidad de bordes
terrestres, de tíos bordes, de tías bordes, de borderíos
públicos y privados tenemos que padecer! Urge la Ordenación
del Borde que usa la violencia contra la peatonalización de
O´Donnell. La Ordenación del Borde de Esprai de Pintadas. La
Ordenación del Borde de Botellona. La Ordenación del Borde
que llena Sevilla, tablón de anuncios, de propaganda de
videntes brasileñas. Gonzalo García Pelayo, me parece que
cuando lanzó «Smash» o «Triana», uno de aquellos grupos,
codificó la Estética de lo Borde y en ella estáis,
caballero. Lo borde es nuestra nueva cultura. Sevilla padece
la dictadura de los bordes y de lo borde. ¡Qué borderío!
Y como Guillermo Vázquez Consuegra, el Divino Consuegra, por
su sevillana nación y vecindad sabe mucho de lo borde
terrestre y de los bordes interiores, pues borda la
ordenación de bordes. Marítimos.
-¿Entonces un borde marítimo es un niñato borde de Sevilla
cuando va a Puerto Sherry y se monta en el barquito del
viejo de un colega?
No, un borde marítimo es la espalda que una ciudad le da al
mar. Las ciudades son señoras. Y como son señoras, no tienen
espalda. Sevilla es una señora que, como no tiene espalda,
se la da al río. Vigo es una señora que, como no tiene
espalda, se la da al mar. Se la daba. Hasta que llegó el
Divino Consuegra y le hizo en plan Tony Benítez un vestido
que le deja la espalda fuera, hasta la cintura, bellísima.
El Divino Consuegra borda los bordes-espaldas de las
ciudades-señoras. En Sevilla hizo el Pabellón de la
Navegación precisamente en el borde del río. Del río
revuelto de la Exposición del 92. Y dice ahora, y ahí lleva
razón, que Sevilla debería ordenar los bordes del río en
Torneo o en la actual Fábrica de Tabacos de Altadis, a
punto, ay, de cierre. (Inciso: ¿han visto que la moda
antitabaco llega hasta las cofradías? La hermandad de la
Virgen de la Victoria ya no se llama a sí misma Las
Cigarreras. Ha tirado de nombre antiguo y ahora es Columna y
Azotes).
¿Por dónde íbamos? Ah, por Consuegra. Que me alegro una
jartá: un sevillano, Premio Nacional de Arquitectura, por la
referida Ordenación del Borde. Nos guste o no nos guste (más
bien no), hay una nueva arquitectura sevillana que viene
pidiendo premios nacionales. Y entrevistado tras el galardón
galaico, Consuegra ha dicho: «El efecto Guggenheim está
haciendo mucho daño a nuestras ciudades. Cada alcalde quiere
tener uno similar y eso es peligroso. En Bilbao está
funcionando porque el lugar era el idóneo para ello y porque
Gehry hizo un gran proyecto, pero no siempre es así». Sí, ya
sé, en Sevilla el efecto Guggenheim se llama Plaza de la
Encarnación. Nos hemos buscado un Gehry de tanque de
salmuera para que nos sirva una ración de champiñones a la
plancha. ¿Pero sólo el efecto Guggenheim? El efecto
Guggenheim está por venir, aunque ya se ha llevado por
delante a media Roma andaluza en La Encarnación. Pero aquí
ya hemos sufrido algo peor: el Efecto San Telmo, que
consiste en coger un palacio romántico y destrozarlo. Y por
aquello de que fue Escuela de Mareantes, convertir su salón
de baile en un homenaje al Submarino Peral, con unas toberas
de aire acondicionado a modo de ojo de buey o escotilla,
abajo el periscopio. Y no bien rematada la faena
destrozándolo «de cara al 92», volver ahora a la carga, a
cargarse lo poco que quedaba, sin que valga un pimiento lo
que digan las Reales Academias y las asociaciones defensoras
del patrimonio artístico. Lo que va a hacer Consuegra con
San Telmo sí que es borde, y no el marítimo de Vigo. Quedará
lo mismo que aquello del barrio de Los Remedios en el
mentadísimo Congreso de Urbanismo: el ejemplo de lo que
nunca debe hacerse con un palacio romántico.
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