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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El mijita de sábado

APROCOM total, este artículo va dedicado a los caballeros y damas de la Real Maestranza del Comercio de Sevilla. Trata sobre la festividad hodierna, sabatina comercial. El sábado es el día comercial por antonomasia. La bulla de compradores por la calle Tetuán, por Velázquez, por San Eloy, por La Campana, por Cerrajería, por las tiendecitas como inglesas de ropa de niño chico en los alrededores del Salvador, es un homenaje al libre mercado, al consumo como motor de la economía.

Hoy es sábado de colas en las cajas de Zara, de cofradieros caminos más cortos entre las antiguas Galerías y los arrempujones en las escaleras mecánicas del Cortinglés del Duque, tirando ora por el paseje Alonso Vicedo, ora por donde la Caja Rural, para atravesar luego directamente desde San Eloy por dentro del antiguo Mark Spencer. Hoy es sábado de bolsas de compras, de carritos de niños chicos, de refinados conjuntos de música de cámara tocando en la esquina de Rioja y trayéndonos la imagen de esa ciudad refinada, culta, europea que tanto nos esforzamos en disfrazar y destrozar.

Pero hoy es el día, ay, en que los maridos acompañan a las señoras en sus compras. Los caballeros y damas de la Real Maestranza del Comercio lo saben y lo temen. Para muchos comerciantes, el sábado es el Día del Marido Mijita. Si la jornada sabatina es motor de la economía comercial, el marido mijita es un elemento retardador del desarrollo, un enemigo del consumo.

Saben qué es el mijita: el cocinilla metomentodo que a todo le halla un defecto y para el que la perfección no existe. El aguafiestas de toda compra. El eterno objetor de tarjeta de crédito. A lo largo de la semana, las señoras campan a sus anchas por escaparates y mostradores, probadores y cajas. Pero el sábado, ay, las acompaña aquí mi marido. El mijita. Los comerciantes se echan a temblar cuando ven entrar por las puertas a la clienta que llega con el marido mijita puesto. Yo calculo que hoy sábado, por culpa de los maridos mijitas, los comerciantes dejarán de ingresar en sus cajas registradoras digitalizadas algo así como siete mil millones de pesetas. Una auténtica sangría económica.

La señora, un poner, se va a comprar un bolso precioso y baratísimo que ha visto en el escaparate de Casal. Encantada con haberle echado el ojo al bolso, ha dicho que se lo envuelvan cuando el marido mijita, solemne, va y dice:

-Espera, Mari, que parece que aquí en esta esquina tiene un rayoncito... Que te den otro, que éste tiene un rayón.

-No tenemos otro. Como están tan bien de precio se han vendido estupendamente y es el único que nos queda.

-Pues con el rayón no te vas a llevar el bolso, Mari...
Y Angel Casal pierde la venta como perdió al recordado Rey de los Bolsos. Y en la bisutería de Elena Bernal encuentra luego Mari la pulsera ideal, que, vamos, parece de Shaw. Y también se la va a llevar cuando el marido mijita, ay, descubre. ¿Sabe usted qué? Pues que una de las falsas turmalinas tiene un color que parece que es un poquito distinto a las otras si se la mira así desde este lado.

-Mari, así con esta piedra de otro color no te vas a llevar la pulsera...

Y Elena Bernal que pierde una venta por culpa del mijita. La Cámara de Comercio, la CEA y Aprocom deberían tomar medidas contra ese elemento retardatario del desarrollo económico que es el mijita de sábado. Como en las antiguas tabernas ponían lo de «Se prohibe el cante», en las tiendas del centro deben poner el sábado un letrero que diga: «Se prohibe que los maridos mijitas abran la boca».


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