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La
calle está por la Puerta Osario, intramuros de El Punto.
Sale a Matahacas. Se llama Virgen de los Gitanos. Y un
descendiente del moro guasón que escribió por aquella parte
de la muralla lo de «ésta la ciudad de la confusión y el mal
gobierno», se ha entretenido en irle quitando azulejos al
rótulo. Como en una clase práctica de transcripción fonética
en la Facultad de Filología, lo ha dejado aproximadamente
tal como se pronuncia: «Vigen de lo Gitano». ¿Transcripción
fonética o lenguaje de lo políticamente correcto? No,
lenguaje de lo políticamente correcto no debe de ser, aunque
todo se andará. En el lenguaje imbécil de lo políticamente
correcto, sería «Virgen de la Etnia Gitana». Y la cofradía,
lo mismo. A lo mejor hasta lo lleva Ortega Ezpeleta en el
programa de su candidatura, como lleva a la Duquesa de Alba
de consiliaria primera. Que Los Gitanos se llame «Hermandad
de la Etnia Gitana», que es lo políticamente correcto.
Ustedes se creerán que es imaginación mía o cachondeíto fino
de la Puerta Larená, pero hay unos señores en el
Ayuntamiento que, no teniendo cosas más importantes que
hacer, se dedican a la revisión del callejero a la luz de lo
políticamente correcto. Usted conoce la Avenida de la Raza
de toda la vida, ¿no? La que está junto al muelle; la de las
interesantísimas naves de la Exposición Iberoamericana;
donde está la Delegación de Hacienda de Parque; la que
arranca en el rascacielitos del Edificio Elcano, ¿no? Bueno,
pues a la Avenida de la Raza la han rebautizado en términos
de corrección política. Vamos, de gilipollez. Le han puesto
«Avenida de las Razas». Y la incógnita sigue siendo la
misma, sea singular o sea plural. ¿A qué raza estaba
dedicada la Avenida de la Raza? ¿A la raza blanca, a la raza
negra, a la raza calé? ¿A qué razas está dedicada ahora la
Avenida de las Razas? ¿A las razas de qué jugadores del
Sevilla o del Betis? ¿A la raza de qué vendedores de
pañuelitos de papel en el semáforo? ¿A la raza de qué bandas
organizadas de delincuentes asaltachalés? ¿O a las «ínclitas
razas ubérrimas» del poema de Rubén Darío? No, a las
mentadas e ínclitas razas ubérrimas está dedicada la estela
marmórea que hizo Santiago Martínez para la entrada del
Parque. Que por eso el restaurante La Raza se llama La Raza.
(Por cierto, he echado a pelear la cola de toro que ponen
allí con la histórica de El Burladero, y ha ganado La Raza.)
Esto es muy dual y muy sevillano: La Raza no está en la
Avenida de la Raza, del mismo modo que el torero de la
Alameda, Chicuelo, nació en Triana, en la calle Betis por
más señas, 41010 total.
Pero volviendo a la Virgen de los Gitanos y a lo
políticamente correcto, a ver si ponemos coto a esta
lamentable moda de dedicar las calles a rotulaciones de las
cofradías. A ver si acaba ya la multiplicación del
nomenclator capillita. No hay hermandad de vísperas que no
pida una calle para su Virgen, ni que se la nieguen. A los
almirantes de la Historia de América les quitan las plazas
los Cristos del Lunes Santo. Ya digo, hasta nos inventamos
denominaciones propias de cicerones despistados, como eso de
dedicar una calle a algo que no existe, la Virgen de los
Gitanos, que es el mote que los payos le tienen puesto a
Nuestra Señora de las Angustias. Estas cursis rotulaciones
capillitas han borrado medio nomenclator histórico, y camino
vamos de que, con tanta inflación y devaluación cofradieras
que padece Sevilla, no quede vivo un solo nombre
tradicional, de los que vienen en el plano de Olavide y que
proceden como muy cerca del Repartimiento fernandino. Y a
ver si igualmente no siguen con la revisión políticamente
correcta en plan Avenida de las Razas, que estoy viendo que
a la calle Conde Negro le ponen Conde Subsahariano.
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