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COMO
a tercera modernización no hay quien me gane, le
había pedido a los Reyes algo esdrújulamente electrónico e
informático: un Ipod con la tira de gigas, para que quepan
en MP3 todas las marchas cofradieras que han compuesto
Marvizón y Paco Lola, algo así como 342.517. La carta la
escribí obviamente antes de la visita a España de una gloria
de las ínclitas razas ubérrimas, sangre de España fecunda:
Evo Morales, el electo boliviano, fotocopia con cocaína del
dictador Castro, que ronea de indígena de pura cepa. Pero
que como dice Ramón Pi, de momento se llama Morales. La
tribu de los Morales no es ninguna raza andina. Los Morales
son los nativos de Valdepeñas que trajeron el mejor tinto
del mundo a la calle de la Mar. Quizá alguno de ellos,
Leocadio I, tras llevar el tinto a Bolivia en las naves
moyatosas de Pizarro, tuvo un desliz con una india y de ahí
a lo mejor viene el líder indigenista. Indígena cuchichí,
pues. Indígena cuarterón. Tinto Morales con agua.
Y en viendo el chaleco de punto («¿pero qué es esto, Dios
mío de mi alma?») con que Evo Morales se ha paseado por
Madrid, de la CEOE al PSOE, de La Moncloa a La Zarzuela,
cambié inmediatamente de deseo para los Reyes. Yo quiero que
hoy, cuando amanezca, me encuentre en el balcón, oh
maravilla, un chaleco igualito, igualito que el de Morales.
Mis hilos direc-tos con La Zarzuela me han asegurado lo que
le preguntó el Rey a Evo, cuando en la solemne audiencia le
echó el brazo por encima, según norma de la Casa (Real):
- Titi, ¿dónde te has comprado este jersey tan bonito?
¿Quedan más?
Si el Rey, mi Señor, quiere un jersey colchonero, un jersey
como la bandera de Costa Rica, tan hortera como el del
indígena Morales, yo, monárquico por estética, no voy a ser
menos. Espero que haya llegado a tiempo a Oriente el mensaje
urgente que por SMS, email, fax y aviso en el buzón de voz
envié a los Reyes Magos: «Cambien Ipod marchas por chaleco
indígena Morales».
Un jersey así no lo usan ni los primos de Farruqiito cuando
van con la furgona a vender la Chemó Lacó en el Charco La
Pava. Un jersey así lo dan las catequistas en sus caridades
y se lo tiran a la cara. Un jersey así no lo hay ni en las
pilas de chalecos a euro el pelotazo de las oportunidades de
Carrefour. Y con un jersey así, este indígena, con dos co...caínas,
ha visitado a las más altas instancias, sin que nadie le
tosa en esta España donde hasta mi portero tiene un jefe de
protocolo. Aquí, que hasta vestimos de frac de guardarropía
a Pareja Obregón para que miremos quién baila, ¿no hay quien
le preste urgentemente un trajecito oscuro en condiciones al
indígena Morales? No, al tío le gusta provocar. Cuanto más
impresentable venga con el chaleco, en plan alcalde de
Marinaleda (otro de su tribu), más dinero le suelta ZP sin
consultar con el Parlamento y más empresas españolas
expropia en Bolivia.
Se corrió el riesgo de que cuando fue a ver a ZP, se
creyeran que el tío del jersey era el famoso fontanero de la
Moncloa: un simpapeles manitas que iba a arreglar un
salidero en la piscina climatizada de Sonsoles. No fue así.
Ha quedado ya oficialmente aceptada en el Reino de España la
etiqueta del Protocolo Evo. Si el indígena fue así a ver al
Rey, yo quiero un chaleco igual. Se acabó el problema del
chaqué, que se me ha quedado estrecho. Para ir hoy a la
Pascua Militar en Capitanía, ¡a tomar por saco el traje
oscuro que exige la invitación del teniente general Mena! Yo
me pongo mi jersey de indígena y verán qué éxito tengo entre
las generalas. ¡Lo que me voy a ahorrar en trajes de boda y
ternos de quinario con el jersey de Morales! ¿Y ese Jueves
Santo en los palcos, con mi jersey de indígena sevillano?
Así que espero con la ilusión famóvil de un niño chico que
los Reyes me hayan dejado en el balcón este jersey de
Morales que lo mismo sirve para una audiencia con Don Juan
Carlos que para ir a coger espárragos.
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