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DIAS
de hablar ya de las fiestas. Ahora, ahora es cuando hay que
decir «fiestas», no por las Pascuas. En estas fiestas sí que
somos felices, sin que nos lo desee nadie: que si cofradías,
que si casetas, que si Rocío...
-Si todo lo hiciéramos igual de bien que la Semana Santa, la
Feria y el Rocío, esto sería California...
-¿Y quién le ha dicho a usted que yo quiera estar en
California, con lo bonita que está Sevilla tal como es?
Se habla de las fiestas, y hay quien está ya abrumado,
buscando unas sillas en la carrera oficial para esos
invitados que le llegan el Miércoles Santo. Clásico tela. El
que viene a Sevilla se siente en la obligación de que le
tengan que buscar dos sillas en la carrera oficial, si es en
La Campana mejor, para ver las de Madrugada. Y va uno a
Madrid, y los mismos tíos, cuando les hablamos de dos
barreras en Las Ventas, van y nos dicen, dándonos larga:
-¡Eso está dificilísimo!
Y si es en Barcelona, ni te cuento la cara que nos ponen si
les decimos que nos gustaría tener dos entradas del Liceo:
-Eso es de familias, oiga, y está ya todo abonado...
¡Como la carrera oficial, toma! Pero aquí, no. Aquí, los de
Madrid y los de Barcelona acaban con sus sillas en la
carrera oficial, ¡vamos que si acaban! Porque hacemos lo que
ellos nunca harían: darles las nuestras. Señorío se llama la
figura. Elegancia de una raza vieja a la que luego se las
dan todas en el mismo lado. Por ejemplo, en el lado de
dejarlos sin caseta. Otro conversación de estos días: los
que se quedaron sin caseta. Que a Manolo, que es el titular,
se le pasó el plazo de renovación. La orgánica está que
trina con Manolo:
-Niño, eso es lo que nos ha dicho Manolo, que se le ha
pasado el plazo. ¿Pero no será que le ha pegado el pelotazo,
y que se la deja a una empresa de por ahí, de las que pagan
lo que sea con tal de tener caseta?
Y los coches de caballos. Los que no caben en el paseo. Los
que pueden entrar o no en el Real según su matrícula, par o
impar. Que es darle pares y nones a un problema al que nadie
quiere meter mano: que no se autoricen los carruajes
absolutamente impresentables que a pesar de los reglamentos
siguen entrando. Aunque esto de los pares e impares conviene
no airearlo mucho. Como lo de los coches de caballos en la
Feria parece que ha funcionado, ya saben lo que pasa aquí:
que pueden que apliquen ese principio para todo. Para las
casetas mismo. ¿No hay tanta lista de espera, tantos grupos
de amigos, empresas, hermandades, esperando que les den una?
Pues nada, por número: los años pares, tienen caseta los que
tienen un DNI par y los años nones, los del DNI impar. Y en
la circulación, ni que decir tiene el riesgo que corremos de
que apliquen a las entradas desde el Aljarafe el mismo
criterio que en Londres: días pares, matrículas pares; días
nones, matrículas nones. Menos mal que en Londres no hay
brigadistas y esas cosas y Lolo Silva aporta poco por allí;
que, si no, ¡vamos que si teníamos ya un guardia en El
Patrocinio nada más que dejando entrar a los coches con la
matrícula del día!
Y hasta el cardenal podría así arreglar la saturación de
cofradías de vísperas que esperan turno para ir a la
Catedral. Nada, nada, igualdad y fraternidad. Se le da un
número a cada hermandad, a todas, a las nuevas y a las de
los barrios, y en los años pares van a la Catedral las
cofradías pares y en los impares, las otras. Y para la bulla
del Arco de la Macarena en el Cecop de la Madrugada, igual,
Solución Carruajes: DNI impares para poder verla salir y DNI
pares para poder verla entrar. El año que, según su número,
le toque a la Macarena ir a la Catedral, claro.
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