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No sé si han visto cómo está la Avenida. Por lo que
preguntaré como Juan Antonio Cavestany en su famoso poema
sobre el Parque de María Luisa:
¿Conoces la Avenida?
¿Que no ha estao usté allí?
Entonces no sabes
la que está formando,
la que está liando
Don Monteseirín...
Hay que incluir urgentemente la Avenida en los circuitos
turísticos mundiales. Es máxima atracción. Los turistas van
a Nueva York y no pueden ver la Quinta Avenida cortada al
tráfico y hecha una pena. Llegan a París, y por los Campos
Elíseos van los taxis que da gloria verlos. En Madrid
contemplan autobuses y coches particulares por la Gran Vía.
Pero vienen a Sevilla y, oh maravilla, que rima, y
aprovechando la misma collada de ver la Catedral, la Giralda
y el Alcázar pueden contemplar las ruinas de Beirut, los
bombardeos de Bosnia Herzegovina. Ante esas increíbles
trincheras, socavones y alambradas se hacen el vídeo de
reglamento. Y cuando vuelven a Estados Unidos y reúnen a sus
amigos en la reunión-coñazo de ver vídeos por co..., al
contemplar a Mister y Missis Flánagan en las obras de la
Avenida les comentan:
-Ah, no sabíamos que habíais estado también en Bagdad...
-No, no es Bagdad: es Sevilla, un sitio de España muy
divertido, donde en pleno siglo XXI han decidido que sus
habitantes vuelvan a la Edad Media, sin autobuses, sin
taxis, sin coche. Algo así como Venecia, pero sin canales y
sin ninguna necesidad...
El partido del alcalde retiró nuestras tropas de Irak y, oh
paradoja barroca, ha reproducido el teatro de operaciones de
Bagdad en la Avenida. Aunque hay otra teoría sobre la razón
de esta sinrazón. Verán.
Es la Teoría Koala. A modernidad no hay quien gane a Don
Alfredo, y está puestísimo en la canción de primavera que
será canción del verano: «Opá, yo voy a hacer un corral». La
canción que ha hecho popularísima el agro-pop de Jesús
Rodríguez, alias El Koala, y que tanto recuerda a Los
Chanclas de Los Palacios. Inspirado en la canción, cuando
iba presidiendo La Hiniesta, el alcalde miró la Avenida con
sus semáforos, sus paradas de autobuses y de taxis, su
público comprando en los comercios y tomando café (de
Indias), y le vino la inspiración y el avenate. La copla que
ha hecho realidad con tantas alambradas, convertida la
Avenida en un inmenso gallinero donde no hay quien entre ni
quien pase. He aquí la letra del Koala de la Avenida:
«Opá, yo voy a hacer un corral, en la Avenida, para el
tranvía.
Opá, yo voy a hacer un corral, sin autobuses y sin taxistas.
Opá, yo voy a hacer un corral, pal Metrocentro, pá los
turistas.
Opá, yo voy a hacer un corral, aunque no quiera media
Sevilla.
Yo te ayúo a arrancar los adoquines, yo te ayúo a poner las
alambradas, yo te ayúo a aguantar a los taxistas, y al PP
que le den por donde amarga...
Pero que sepas que, opá, yo voy a hacer un corral, aunque no
quieran los sevillanos.
Opá, yo voy a hacer un corral, pongo tó el centro en
contramano...»
(El Koala va a hacer un corral y lo anuncia. Pero Don
Alfredo, sin consultar con nadie, ya ha convertido todo el
centro en su corral, sin encomendarse a Dios ni al diablo.
Los vecinos y comerciantes del centro se lo tienen bien
merecido. ¡Toma, por votar al PP y no hacer como los
electores de Bellavista! Mira cómo a Bellavista no le han
hecho peatonal el Bulevar y se lo han puesto de dulce... )
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