UN
baratillero, con toda la guasa tipo Miguel el Potra de la
Puertalarená, me da la clave de lo de ponerle Indalecio
Prieto a la Plaza de la Alianza. (Plaza, por cierto, que
tuvo su esplendor cuando abrieron la calle Alcazaba, que a
la muerte de Romero Murube llevó el nombre del liberal poeta
conservador del Alcázar. Esa calle Romero Murube no existía
ni la Alianza se conectaba con el Triunfo. Entre la
Diputación y la muralla de la entrada al Patio Banderas
había una casa del Patrimonio Nacional. Me parece recordar
que en sus bajos funcionaba una tienda de antigüedades y
recuerdos de Sevilla de los Linares. Como recuerdo también
que había una lápida, de las que se quitan en los derribos y
se pierden, en la que se recordaba que vivió y escribió la
Fernán Caballero.)
El baratillero me da la clave
de por qué le ha entrado ese fervor por Don Indalecio a
estos señores que, a falta de centro cortado y acolapsado; a
falta de tala indiscriminada de árboles; a falta de
conflicto permanente del taxi; a falta de responsabilidades
políticas por el robo de la carpa de la Copa Davis; a falta
de facturas falsas, no tienen cosas más importantes que
hacer que cambiar el nombre a las calles. Me dice el
baratillero, aguanten la risa:
—Todo esto de la Plaza de la
Alianza es para que Carmen Martínez Bordiú Franco tenga que
hocicar. La nieta del dictador tendrá ahora que vivir en
Indalecio Prieto número 6.
—Pues por eso mismo creo yo
que se va a casar con Campos y se va a ir a la Montaña, para
no tener que vivir en la calle Indalecio Prieto.
—Ni tener el problema de
membretes de cartas y tarjetas de visita del recordado Padre
Estudillo. El padre Estudillo vivía en la Avenida, en los
pisos que el Cabildo Catedral tiene en el antiguo Colegio de
San Miguel. Y ponía en los membretes: «Avenida de Queipo de
Llano, 28 (ahora Constitución)».
Me parece muy bien que se
revise el franquismo. Pero todo el franquismo. Más
franquista que los nombres de las calles es el chabolismo,
¡eso sí que es tela franquista! ¿Cómo después de lustros y
lustros de democracia y de solidaridad y de cuentos del
envergue de los más desfavorecidos y de la justicia social
no hemos logrado erradicar en Sevilla el chabolismo? Han
salido las fotos de las chabolas que se construían
utilizando como materiales de acarreo las chapas de la carpa
de la Copa Davis, algo muy clásico en la historia sevillana
de la Arquitectura esto de los materiales de acarreo.
Digo que el chabolismo sí que
es franquista. Esos signos de la dictadura sí que los
deberían erradicar, en vez de tanta tontería de nomenclátor.
Cada vez que veo una chabola me acuerdo del valor que le
echó el muy liberal y juanista gobernador don Hermenegildo
Altozano Moraleda, que cogió a Franco y se lo llevó a las
chabolas del Vacie. Y en ese mismo instante salieron todas
las moscas del mundo y se le fueron derechas a la cara al
dictador. Y El Vacie y Villalatas duraron un suspiro gracias
a aquella visita, y se hicieron pisos para los chabolistas.
Pero después, ya ven, se reprodujeron las chabolas, como
siguen creciendo por todas partes, sin nadie que quiera,
pueda o sepa acabar con ellas.
Y quien dice el chabolismo
dice la destrucción de la ciudad. Lo que están haciendo con
Sevilla sí que es franquista. La dictadura no se hubiera
atrevido a perpetrar tantos crímenes y tan simultáneamente
contra el casco antiguo. Sin nadie que proteste, además.
Antes, por lo menos, protestaban los arquitectos progres.
Como ahora los arquitectos progres se han hecho todos ricos
potricos con la destrucción que tanto denunciaban y tienen
su PER de proyectos públicos, aquí nadie pía. Y eso sí que
es franquista, sin tanta demagogia de que la nieta del
dictador tenga que vivir en Indalecio Prieto número 6.
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