Qué
fallo tan garrafal del diseñador de la gran charlotada de
ayer en Las Ventas, digo, en el Congreso: no convidó a Los
del Río para que formaran parte de la delegación andaluza o
para que al menos estuvieran en la tribuna de invitados
haciendo lo que Los del Río en particular y los andaluces en
general (ay, Macarena) hacemos mejor que nadie: tocar las
palmas a quien haya que ir tocándole las palmas, a Alfonso
XIII, a Azaña, a Franco, a Suárez, a González, a Aznar
(poquito, porque es facha), a Zapatero, a los catalanes...
¡A todo lo que se mueva en el poder! El que se mueve no sale
en la foto de Guerra, pero recibe en cambio la ovación del
enfervorizado y anestesiado pueblo andaluz. Ahora encantado
con Chaves, que conste.
Habré de decirles a Los del
Río lo que ellos le cantaban al irrepetible Vicente
Pantoja: «Te estás haciendo viejo, Picoco». No me esperaba
esto de ellos. Que llegado este momento transcendental en
la Historia, no nos dijeran que tenemos que votar que sí
al nuevo y absolutamente prescindible Estatuto Andaluz,
por las mismas razones que nos pidieron el sufragio
afirmativo a la Constitución Europea: «Si estos señores
tan buena personas y tan espléndidos, lumbreras de la
política que velan por todos nosotros con amor de padre,
nos piden que votemos que sí, tendremos que votar que sí,
porque ellos son los que de verdad saben de esto. ¡Y viva
Franco y arriba España, digo, Andalucía».
Se están haciendo viejos,
Picoco, porque yo me esperaba ver ayer a Los del Río en el
Congreso, como el resto de la partida, ejerciendo de lo
que de verdad sabemos hacer bien los andaluces: de Jugador
Número 12 para España. Ahora, por ejemplo, somos el
Jugador Número 12 para que Zapatero rompa España y haga
hocicar al Estado ante la ETA. Le falta letra de canción
del verano al aserejé del bludimery de este Estatuto sin
causa justificada que nos van a meter doblado, opá.También
se está haciendo viejo, Picoco, el Canal Sur, No-Do
oficial del Régimen andaluz. Que mi dilectísimo Ignacio
Camacho lo ha dicho bien clarito, choque vuesa merced esos
cinco: «Andalucía no es una nación, ni falta que le hace;
es un régimen». El régimen de Chaves podía haber tirado de
su tele, de Canal Sur, para hacer como La Sexta con el
corral del Koala, que en plan popurrí gaditano le ha
cambiado la letra para el Mundial:
Opá, vamo a por el Mundiá
y con España vamo a ganá.
Se les van las mejores. El
Koala, cómo no, es producto andaluz. Jornal para los
nuestros, que decía el cordobés Padilla Crespo. En
producción de ingenio sí que tenemos un índice industrial
que ni Suecia. El Koala, Jesús Rodríguez, es del malagueño
Rincón de la Victoria. Y bien que podía Chaves haberle
subvencionado el popurrí de este corral incomprensible en
que nos va a meter a los andaluces, al que llaman
«realidad nacional». La letra le hubiera quedado divina:
Opá,
viazé un Eztatuto
con zu realidá nazioná,
ajín de gordo...
Eso, así de gordo. El Libro
Gordo de Pepote (¡y un jamón!) que promulgará Chaves ante
el entusiasmo lepero de los andaluces: cero grado, ni frío
ni calor. El domingo, con los suplementos de los diarios,
regalaron en Andalucía una pesadilla: el proyecto de
Estatuto. Cien páginas con una letrita así de chica, que a
nadie interesan. En 1980 nos dimos a nosotros mismos un
Estatuto que era una ilusión colectiva conquistada, una
esperanza en la democracia y en la autonomía. Ahora nos
dan en celofán, vaya regalito, el que tiene todas las
trazas decimonónicas de Estatuto Otorgado, que nadie ha
pedido. El Estatuto de los Palmeros. Para que les toquemos
las palmas a los catalanes: dale alegría a tu cuerpo, Ma...ragall.
Es como el similiquitruqui de los lemas electorales en
Cataluña: «El Estatuto Andaluz es un sí de cinco jotas de
bellota a Cataluña, así que, opá, viazé un Eztatuto».