LA
presentación con caballos del Estatuto Andaluz en Madrid
fue un concurso de frases para el lapidario, ¡marchando
una de cincel y mármol de Macael! Dijo ZP: «La cintura es
la esencia de la democracia». Más que cintura, la
democracia, por su culpa, está echando barriga de preñez
de nuevas innecesarias naciones y michelines de
claudicación ante los terroristas. La democracia tenía un
talle de avispa con el consenso constitucional y se le ha
puesto ahora un barrigón impresentable, una cintura XXL.
Sí, la cintura es la esencia de la democracia, cierto:
pero para meter en cintura a los terroristas y a los
separatistas, en vez de esta anestesia colectiva del No
Passssa Nada.
Y Rajoy nos confundió a los
andaluces con la afición del Sevilla F.C., del Betis o del
Cádiz. Nos pegó un topicazo gordo, cuando subrayó «la
simpatía que los andaluces generan espontáneamente». Ea,
ele la grasia, que no se pué aguantá.
Fue Antonio Romero el de IU
quien ganó el concurso de epigrafía marmórea: «En
Andalucía la única realidad nacional es el gazpacho». Óle.
¡Romero tenía que ser! Más que a Antonio Romero, la frase
suena a Curro Romero, esencia del toreo y de la filosofía
agraria popular andaluza.
La única realidad nacional
andaluza es el gazpacho de este Estatuto que nos han
metido doblado. Gazpacho, salmorejo o porra antequerana,
pero con aceite catalán de Borjas Blancas. Se dijo que La
Moncloa ha montado una copistería de estatutos, y que
reparte a peluz fotocopias del catalán. Ya saben lo que le
pesa al que la copia. Que nos pegan un mamazo de Estatuto
mucho más intervencionista que el catalán, lo que nadie ha
denunciado. No es que hayan cambiado la barretina por el
sombrero de ala ancha: es que han hecho no un Estatuto,
sino una Constitución para Andalucía. Piense un tema
cualquiera, que el Estatuto lo tiene más que regulado e
intervenido. Igualdad de género, eutanasia, Justicia,
Hacienda. Menos la respiración, todo lo regula; aunque
quizá también ponga algo del polen del olivo y el asma.
Como si por encima del Estatuto no hubiera Constitución
alguna. Como si el Régimen de Chaves fuera ya emirato
independiente. Tengo que comparar el Estatuto con mi
gaditana Constitución de 1812, con mi querida Pepa, madre
de las naciones americanas, cuna de libertades al arrullo
de las olas caleteras. Seguro, seguro que La Pepa es menos
intervencionista que El Pepito.
-¿El Pepito?
-Sí, el Estatuto tiene tales
ínfulas intervencionistas de Constitución sovietizante,
que igual que a la de 1812, promulgada el día de San José,
le pusieron los gaditanos La Pepa, al texto autonómico
habrá que llamarlo El Pepito.
-De ternera...
-Sí, Ternera, pero Yosu., Es
una coartada para que el Estado negocie con Yosu Ternera y
para que la mancha separatista de la mora catalana con
otra verde (y blanca) se quite.
Tan intervencionista, que
hay un artículo ridículo que ha avistado Javier Caraballo:
el 67. Se blinda a la catalana hasta el quejío del cante.
Lean: «Corresponde a la Comunidad Autónoma la competencia
exclusiva en materia de conocimiento, conservación,
investigación, formación, promoción y difusión del
flamenco como elemento singular del patrimonio cultural
andaluz». Chaves puede expropiarle a Cataluña la rumba de
Peret y el baile de Carmen Amaya cuando quiera. Nadie que
no sea andaluz puede conocer un cante. Eso se llama
blindar nuestra condición de palmeros de España. En cuanto
a la belleza del habla andaluza de Juan Ramón o de Felipe
González, sin novedad, artículo 210: «Los medios
audiovisuales públicos promoverán el reconocimiento y uso
de la modalidad lingüística andaluza». Tranquilos: con el
Pepito tenemos asegurado que las chachas de las teleseries
sigan siendo andaluzas. . (Y la triste realidad nacional:
ya mismo estamos todos en El Rocío...)