COMO las 
                      paredes de los apartamentos parecen de pladur, con lo que 
                      costaron estos apartamentos, las voces se oyen como si la 
                      del 6º izquierda estuviera aquí en la salita. Y más con 
                      los teléfonos móviles, que hablan en la terraza para que 
                      haya más cobertura (y más intimidad al descubierto):
                    
                      -Así que yo le he dicho a la Manoli, tú 
                      sabes cómo es la Manoli: niña, ¿para qué nos vamos a ir a 
                      Sevilla todavía, aunque ya se acabe agosto? ¿Tú tienes 
                      algo que hacer en Sevilla, con la calor que hace? ¿Y el 
                      apartamento es alquilado o algo, para que tengamos que 
                      dejarlo el 1º de septiembre? ¡Las cosas de tu nuera, ya 
                      sabes cómo es tu nuera! Pero creo que la he convencido, y 
                      nos vamos a quedar. Y ahora mismo nos vamos a la playa, a 
                      coger coquinas, que hay bajamar.
                    
                      Nada, que no dejan tranquila a la pobre 
                      coquina. Con lo protegidísima que está la coquina por la 
                      Junta. Casi tanto como el lince. ¿Por qué no quieren que 
                      desdoblen la carretera de Matalascañas? ¿Para que los 
                      domingueros no maten linces por el camino o para que no 
                      cojan coquinas cuando han llegado?
                    
                      Bajo a la playa. Marea vacía, como decía la 
                      suegra de Manoli, a voz en grito por el móvil. Y de la 
                      piedra hacia Mazagón, 200 talones de bañistas de todas las 
                      edades, trabajándose a conciencia la coquina. Coger 
                      coquinas tiene el placer de lo prohibido. En El Puerto, la 
                      Junta sovietizante e intervencionista da bandos a favor de 
                      la coquina. En Matalascañas amenaza con penas del 
                      infierno. Aquí somos muchísimo de la coquina. Leo en el 
                      periódico gratuito de propaganda del alcalde socialista 
                      almonteño: «Multas de 300 euros por capturar coquinas a 
                      pie sin licencia». Los guardias civiles del Seprona te 
                      ponen el multón si no tienes carné de bivalvos 
                      coquiníticos, expedido, toma ya burocracia, por la 
                      Delegación de Agricultura y Pesca de la Junta.
                    
                      Están 200 talones de bañistas con la marcha 
                      atrás metida, mientras ahondan con el calcáneo en la arena 
                      de la bajamar, a la búsqueda de la coquina perdida. Si 
                      vinieran los picoletos, podrían darle a la Junta del tirón 
                      60.000 euros en multas. No está mal. La coquina puede ser 
                      mucho más rentable que el lince. Incluso hay en Cartaya un 
                      laboratorio de la Junta dedicado monográficamente a la 
                      coquina. ¿Cuántos viven de la coquina en la Junta? A 
                      juzgar por las duras admoniciones en El Puerto y las 
                      serias amenazas de multa en Matalascañas, tiene que haber 
                      un porrón bueno de gente con carné (del partido, no de 
                      profesionales del bivalvo) dedicada al intervencionismo de 
                      la coquina. De nada vale que 200 talones de bañistas 
                      griten en la orilla: «¡La coquina para el que la trabaja!» 
                      Como en el lince, como en la camelancia ecológica de los 
                      «centros de interpretación» y los «itinerarios 
                      didácticos», hay un filón bueno en la coquina, que se le 
                      está yendo vivo a la medio ministra de Medio Ambiente.
                    
                      Mañana, fin oficial de las vacaciones, 
                      dejaremos tranquilita a la coquina. Mas no quiero ni 
                      pensar lo que se puede encontrar la suegra de Manoli el 
                      año que viene en coquinaria materia. Seguro que la Junta 
                      ha creado ya el Instituto Andaluz de la Coquina, con sus 
                      delegaciones provinciales (siete mil tíos del partido 
                      colocados). Y la Agencia Andaluza para el Desarrollo de la 
                      Coquina (otros siete mil). Y la Mancomunidad de Municipios 
                      Coquineros. Y la Empresa Pública Andaluza de la Coquina. Y 
                      los Centros de Interpretación de la Coquina. Y los 
                      Itinerarios Didácticos de la Coquina, con más biólogos 
                      colocados que el lince (en Doñana hay más biólogos que 
                      linces). No sé cómo Cristina Hoyos no ha montado ya el 
                      Ballet de la Coquina y Daniel Barenboim, la Sinfonía de la 
                      Coquina (con Sonsoles en los coros y Chaves yéndola a 
                      escuchar a Berlín gratis total), con la de dinero que se 
                      gasta la Junta por controlar hasta la coquina y la de tíos 
                      que pueden vivir del cuento del envergue intervencionista 
                      de la coquina...