A las páginas
de pasatiempos de los periódicos se les van las
mejores. Lo del Sudoku está muy visto, una
pesadez. Y ni te cuento el crucigrama de Cova, una
vez que todos sabemos que el yunque de platero es
el tas (tas de naranja y tas de limón, claro). Más
que jeroglíficos y problemas de ajedrez deberían
poner el bonito juego de la rueda de prensa del
Consejo de Ministros. Sería mucho más divertido.
Juego que consistiría en poner una pregunta,
siempre la misma: «¿Qué modelito sacará doña María
Teresa Fernández de la Vega en la próxima rueda de
prensa tras el Consejo de Ministros?».
Lo que propongo es que todos los
españoles puedan disfrutar de ese juego, que ya
hacemos en casa. Isabel y yo nos hacemos apuestas
sobre el aliño indumentario de la doña:
-Doscientos euros a que sale con un
traje pantalón blanco, con un chaleco de cuello de
cisne...
-De ninguna manera: ésta sale con
camisero rojo y pasmina a tono, displicentemente
caída, obviamente desde el cuello, para taparle
las arrugas.
-¿Y seguro que no con una chaqueta
con un cuello tipo madrastra de Blancanieves, que
son las que más usa?
Como en los estudios de televisión
existen guardarropías y departamentos de sastrería
y modistería para que los presentadores vayan
siempre como estrenando modelito a costa del fondo
de armario de quita y pon de la casa, me imagino
que en La Moncloa también hay como un almacén
sartorial para uso de la vicepresidenta. Cada
viernes doña María Teresa se encamina a la
guardarropía, en plan Anne Igartiburu o Ana Rosa
Quintana, y se pone un modelito ideal, que
devuelve luego. Pues no creo que la proverbial
austeridad socialista le permita estos aparentes
dispendios en trapos, cada viernes uno distinto.
Salvo, claro está, que los modistos le regalen los
modelitos para que los luzca, como a Nati Abascal
o a Isabel Preysler para sus fiestones en sus
casoplones.
Es más: estoy por pensar que el
Consejo de Ministros no existe. Que su reunión
semanal consiste exclusivamente en esta Pasarela
Cibeles (o Pasarela Moncloa) de la rueda de prensa
de la doña. ¿Alguien ha visto alguna vez una foto
o un vídeo de la reunión del Consejo tras las
puertas de la Moncloa? Para mí que no se reúnen
porque todos están ocupadísimos en culpar al PP de
todo lo que ellos hacen garrafalmente, y no van a
perder el tiempo en esas tonterías. El Consejo de
Ministros consiste, según mi sospecha, en la
reunión del presidente con su vice, una vez que
ésta ha pasado por la sastra del plató monclovita
para que le coja las mangas del modelito que esa
semana haya tomado de la guardarropía.
Si el Consejo se reuniese, habría,
como antaño, aparte de la rueda de prensa de la
portavoz, ampliación y referencia de sus acuerdos,
ministerio por ministerio, con los clásicos
decretos-leyes de Agricultura sobre la patata
temprana y órdenes de Cultura repartiendo
subvenciones a los artistas adictos al régimen. Y
no como ahora, que con sólo la rueda de la
portavoz parece que ella y el presidente aprueban
a solas un único asunto, al que monográficamente
la vice dedica su rueda de prensa, ora el envío de
tropas al Líbano, ora las quejas al maestro armero
europeo sobre los cayucos africanos.
Cada viernes me paso la tarde y la
prima noche sintonizando estaciones de televisión
y de radio, a ver qué información dan de los
acuerdos adoptados por el Consejo de Ministros. En
vano. Como en vano repaso toda la prensa sabatina,
para leer la referencia de qué han aprobado, qué
han debatido. Nada. Es más fácil creer en los
Reyes Magos que en la existen-cia del Consejo de
Ministros. No creo que exista y mucho menos que se
reúna los viernes. Ni nunca. En lo único que creo
es que cada viernes María Teresa Fernández de la
Vega da una rueda de prensa con el exclusivo fin
de lucir un modelito nuevo.