ANTE 
                    un entusiasmo popular estrictamente lepero (cero grados, ni 
                    frío ni calor) continúan los debates sobre la Propuesta de 
                    Reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía. Ya ha sido 
                    aprobada por el Parlamento Andaluz de la Señorita Pepis, 
                    digo, Señorita María del Mar, y ahora está en la Cámara. En 
                    la Cámara Baja. Como el pescado a punto de pudrirse. Me 
                    imagino que la mayoría socialista que ya lo aprobó con la 
                    ayuda de IU en el Parlamento Andaluz lo sacará adelante en 
                    dicha Cámara, dando tufo a podrido por inconstitucional. No 
                    importa. Este pescado medio podrido nos lo servirán en adobo 
                    o en sobrehúsa. Con una salsita de demagogia al uso pasará 
                    por fresco el pescado averiado de un Estatuto que no 
                    interesa a nadie. Regalan un fin de semana en Isla Canela 
                    para dos personas a quien conozca a un solo andaluz que sepa 
                    por qué demonios había que cambiar un Estatuto que nadie 
                    pedía que se modificara.
                  
                    Entre los absurdos de este 
                    Estatuto que Soledad Becerril desmenuzaba ayer en ABC, el 
                    diputado popular Juan Manuel Albendea ha descubierto otro 
                    que chorrea sangre. Sangre hasta la pezuña, pues trata de la 
                    Fiesta Nacional. A Albendea los catalinos antitaurinos de 
                    Ezquerra Republicana le llaman «el diputado torero». Y a 
                    mucha honra. Albendea es un buen aficionado. Aficionado 
                    práctico y abonado de la plaza de Sevilla. Y en sus horas 
                    libres, crítico taurino. Con un seudónimo que a mí me suena 
                    a Cuesta del Bacalao: Gonzalo Argote. Sin Molina, pero 
                    Argote. Este diputado torero ha descubierto una 
                    contradicción gorda del Estatuto de la Señorita María del 
                    Mar. Siendo Andalucía lo que es en los toros, donde nació la 
                    Tauromaquia, la cuna de Pepe Hillo y Pedro Romero, donde hay 
                    más ganaderías de bravo, más plazas de toros, donde se dan 
                    más festejos, donde viven más profesionales de la Fiesta, 
                    desde matadores a ayudas de mozos de espada o chóferes de 
                    coches de cuadrilla, la tierra de la Ruta del Toro y de la 
                    Feria del Toro, resulta que el Estatuto no dice ni media 
                    palabra de los toros.
                  
                    -Los toros nada más que les 
                    interesan a estos señores para ir de balde a un burladero 
                    del callejón, a lucirse...
                  
                    Con el agravio comparativo del 
                    flamenco. El Estatuto no sólo trata del flamenco, sino que 
                    se otorga su exclusiva: «Corresponde a la Comunidad Autónoma 
                    la competencia exclusiva en materia de conocimiento, 
                    conservación, investigación, formación, promoción y difusión 
                    del flamenco como elemento singular del patrimonio cultural 
                    andaluz». Mas parece que da como vergüenza apoyar los toros, 
                    por el qué dirán los socios catalanes. Para el flamenco, 
                    hala, artículos del Estatuto, bienales pagadas con dinero 
                    público, festivales municipales con cargo a los presupuestos 
                    y todos los organismos imaginables en la Junta. ¡La de gente 
                    que se las busca por cante en Andalucía! En cambio, para los 
                    toros, nada. La Feria del Toro la pagan los ganaderos de su 
                    bolsillo. En esta sociedad que subvenciona el cine y el 
                    teatro (que sí están en el Estatuto) no hay un duro de ayuda 
                    para las corridas de toros.
                  
                    Grave error de la Junta. Pero 
                    no por el lado que dice el diputado torero, sino por propia 
                    conveniencia de los que viven del carné y de los 
                    profesionales de la autonomía. ¡La de paniaguados que ha 
                    dejado de colocar la Junta por no reconocer los toros en su 
                    Estatuto! Centenares de tíos con el carné en la boca podrían 
                    colocarse en la Dirección General de Asuntos Taurinos, en la 
                    Empresa Pública Andaluza de Tauromaquia, en la Agencia de 
                    Desarrollo Taurino, en el Instituto Andaluz de Ganaderías de 
                    Bravo, en el Centro Andaluz de Diseño del Traje de Luces, en 
                    el Observatorio del Pasodoble Torero, en el Tribunal de 
                    Arbitraje del Reglamento. Vamos, en los mismos inflados e 
                    inútiles organismos que han creado para el cuento del 
                    envergue de la flamencología trincante y mangante. Y ni te 
                    hablo del Museo Taurino tan particular que podría montar 
                    Cristina Hoyos a base de dinero público...