LAS
psicofonías no quedaron en aquellas cintas que los
ufólogos, parapsicólogos y argumosas varios grababan
con las voces de la Raimunda en el Palacio de Linares,
hogaño Cabo Kennedy para el lanzamiento de negocietes
de los intelectuales orgánicos del régimen. Seguimos
en la España de las psicofonías. Aquí todo consiste en
no dejar a los muertos en paz. Tener un buen muerto es
como poseer un paquete de acciones del Ibex 35. Por no
hablar de los muertos de los dos bandos de la guerra
civil, en la que todavía, qué pena, cuando todo estaba
olvidado por la suprema reconciliación de la
Transición, resulta que los que vienen de enterrar a
Calvo Sotelo se siguen cruzando con los que vienen de
enterrar al Teniente Castillo, triste Almudena de
sesión continua. En la que, por cierto, sé yo de un
tío que se ha hecho mucho más rico potrico de lo que
era publicando esquelas de los fusilados por los rojos
en Paracuellos del Jarama. Anda que no son rentables
ni nada los muertos en España...
España es el noveno país
industrial del mundo no por los coches de patente
extranjera que fabricamos para la exportación, sino
por la Industria del Centenario del Muerto Importante.
Esto es como un constante Día de Difuntos, donde si
sales de los hijos secretos de un famoso muerto es
porque te meten en los amantes públicos y
conocidísimos de una popular extinta. En España, el
país de los grandes entierros, hasta que no te mueres
no eres nadie. Y si eres alguien al día siguiente de
tu entierro, ni te cuento en el cabo de año, o en los
centenarios, cincuentenarios y sesquicentenarios. Eso
es un dinero.
Pero nada como la moda
de las repugnantes psicofonías con los cantantes
muertos. Puse la otra noche TVE y emitían uno de esos
horrores sin museo a los que llaman galas. Vi con
tristeza que sonaba el «standard» más conocido de mi
querida y recordada Rocío Jurado: «Como una ola». Iba
a hacer lo que siempre cuando sacan una grabación de
Rocío por televisión: cambiar de canal. No resisto
verla. Me resisto a creer que ha muerto. Para mí sigue
estando viva, y me parece que voy a descolgar el
teléfono y voy a oír el eterno surtidor de su risa...
«Y una fuente enmedio con un surtidor», ¿no? Bueno,
pues el surtidor y la fuente de ese patio salpicao de
flores de «Rocío, ay, mi Rocío» es la risa chipionera
de la Jurado.
A lo que iba. Que pongo
TVE, sale un escenario, sobre el escenario una
pantalla y en la pantalla, como en lo de Sevilla, la
casa, la ventana y la niña, el ay, corazón de La Voz
de Rocío cantando «Como una ola». Mas para mi
perplejidad y el revuelto sin espárragos de mis
tripas, resulta que no es que rindan homenaje a Rocío
proyectando el vídeo de su canción en algún recital
memorable, sino que una niñata (pelada entre lo garsón
y la rata que iba recogiendo colillas por la calle Las
Sierpes) se pone como todas (y todos) a hacer una
rentable psicofonía con la Jurado, ¡atreviéndose a
cantar a dúo con ella el Como una ola»! ¿Pero quién es
esta niñata para atreverse a cantar con la difunta
Rocío, a estropear el recuerdo de la perfección de su
canción? En España todo vale para meter cabeza en los
Cuarenta Principales. Para que un disco suene, no sólo
se hacen grabaciones de dúos y duetos, a modo de
cameos musicales, con un famoso que se presta. Es que
a los muertos se les toma por el pito de un sereno y
cualquiera se atreve a entrometer su voz por medio de
una grabación clásica, que está en el recuerdo de
todos los que la escuchan. Aparte de una utilización
lamentable de los difuntos, me parece una falta de
respeto para la obra de arte, un atentado contra el
Patrimonio Artístico. Igual que si se le pintaran unos
bigotes a Las Meninas o un bikini a la Maja Desnuda de
Goya. Y algunas hay que en esta moda de los dúos con
los difuntos hasta se atreven a mercadear con las
canciones monumentos nacionales de sus señoras madres.
Y si todo al menos
quedara en la canción... Pero la moda de los duetos
con los difuntos es tan fuerte que ahí tienen al tío:
Rodríguez Zapatero ha cogido la letra de la
Constitución de 1931 y quiere grabar un dueto con la
voz de ultratumba de don Niceto Alcalá Zamora. «El
dueto con don Niceto» suena a lo que en verdad es esta
moda de rentabilizar a los muertos, manipulándolos:
una macabra chirigota.