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El Recuadro   

 Antonio Burgos

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Esa climatología siempre adversa

EN las nueva ordenación de la Enseñanza Primaria hasta se paran los relojes para la Educación para la Ciudadanía, a costa de reducir horas de aprendizaje de una asignatura básica como Lengua Española. No sé cómo vamos a hablar cuando salga de la escuela esta Generación SMS, tan instruida en la violencia de género como lerda gramaticalmente en género, número y caso.
Cada vez gozamos de una mayor renta, pero por días se empobrece el capital de la lengua española. Los informativos de radio y televisión están redactados en un lenguaje tan pobre que no sólo dan noticias, sino coces al castellano. Es un milagro que llamen aún «El Tiempo» a la información meteorológica. El tiempo meteorológico ha dejado prácticamente de existir. Se confunde tiempo con clima, y si los puertos de montaña están cerrados por la nieve, nunca es a causa del mal tiempo, sino por la «climatología adversa». Por climatología adversa se amarra la flota pesquera. Por climatología adversa aumenta el riesgo de accidentes en carretera. Por climatología adversa disminuye la ocupación hotelera. Caigan chuzos de punta, llueva más que cuando enterraron a Bigote o haya cuatro palmos de nieve, nunca es que haga mal tiempo: es que hay climatología adversa.
Es tan curiosa esta dichosa climatología, que la puñetera siempre es adversa, nunca propicia. Cuando los pajaritos cantan y las nubes se levantan, nunca hace una climatología propicia, sino que por una vez y sin que sirva de precedente rompen a hablar en castellano y dicen que hace buen tiempo. Tengo que mirar en los carteles de toros, porque probablemente esta cursilería ha contaminado hasta la formula clásica: «Con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide». Ahora será: «Con permiso de la autoridad y si la climatología adversa no lo impide».
Probablemente cuando hablan del famoso cambio climático se refieren a esto: al uso impropio de «climatología» por «tiempo» meteorológico. Hasta ahora, climatología era la ciencia que trata del clima, o el conjunto de las condiciones meteorológicas propias de un determinado clima y lugar del mundo. Eso era antes. Ahora «climatología» es sinónimo de «tiempo». No sé cómo a Montes de Oca le siguen llamando en TVE «el hombre del tiempo», a la manera de Mariano Medina; si fueran consecuentes, deberían ser «el hombre de la climatología».
Le pasa a lo llano y hermoso de «mal tiempo» como al latinísimo pronombre relativo «cuyo», gloria del castellano, también en trance de extinción por la falta de una buena enseñanza de Lengua Española. El «cuyo» está en nuestra lengua mucho más en peligro de desaparición que el lince en Doñana o el quebrantahuesos en el Pirineo. Hubo un tiempo en que anotaba los rodeos redaccionales que daban en las noticias radiotelevisivas, por falta de propiedad en el uso del «cuyo». He dejado de hacerlo, porque me quedaba sin papel en cada telediario o boletín horario. Valgan algunos ejemplos, «tomados al oído», como se decía de los números premiados en la Lotería de Navidad. «El bebé, del que todavía se desconoce su sexo, nacerá en mayo», en vez de: «El bebé, cuyo sexo todavía se desconoce, nacerá en mayo». «La pensión alimenticia, de la que se desconoce el importe», en vez de: «La pensión alimenticia, cuyo importe se desconoce». «El proyecto del Acuario, del que mañana se colocará la primera piedra», en vez de: «El proyecto del Acuario, cuya primera piedra se colocará mañana». «Los cuatro españoles, de los que no se ha facilitado su identidad», en vez de: «Los cuatro españoles, cuya identidad no se ha facilitado». «El artista, del que ahora se cumple un año de su muerte», en vez de: «El artista, de cuya muerte se cumple ahora un año». «El empresario, del que se han depositado las cenizas en Valencia», en vez de: «El empresario, cuyas cenizas han sido depositadas en Valencia». ¿Para qué seguir? Ese «cuyo» que es la hermosa octava palabra inicial de El Quijote ha caído tan en desuso como el mal tiempo frente a la climatología adversa. Para estos escolares que apenas estudian Lengua, El Quijote empezará ahora así: «En un lugar de la Mancha, del que no quiero acordarme de su nombre...» Así, pero escrito en el lenguaje de los SMS: «En 1 lugar d la manxa del ke no kiero akordarme d su nonvre...»

 

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