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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


Romance de ZP en Doñana

POR donde el rey Argantonio leyes en verso acuñaba. Y por donde el Padre Hércules sus trabajos completara cuando cogió la muleta, la espada se echó a la cara y al toro de Gerión le pegó tal estocada que le cortó las orejas entre el clamor de la plaza. Por allí por donde el mar pone claridad salada al gran río que en sus aguas va a entregarle la cuchara. Por allí donde los linces, los ciervos, las avutardas, la yegua, el espurgabuey, antaño Coto de caza de los Reyes de Castilla, de Godoy y la compaña. Por donde por primavera hermandades gaditanas van camino del Rocío rezando por sevillanas. Por donde pone Bigote famosos chocos con papas, por donde los langostinos son muy mayores palabras, por donde la manzanilla es la reina soberana en cientos de advocaciones, que si fina, que pasada, Aurora o Cuarenta y Ocho, San León o La Gitana. En las tierras de Tartesos, en la marisma huelvana, entre el río y las arenas de aquella Paloma Blanca, junto al faro de Chipiona, Rocío de luna blanca, por Bonanza y Zalabar, cerca de Matalascañas, un paraíso en la tierra, sueño de arena y retama, que parece que fue Adán el que a sus cosas nombrara: aquí el Palacio del Rey, Cerro del Trigo y la Raya, y un horizonte difuso de pinares de Aznalcázar, las lagunas del Hondón, los lucios y las espátulas, y ese flamenco rosado que hasta parece que baila y le va diciendo óle con su vuelo aquella garza...
Y enmedio del paraíso, en el Coto de Doñana, suelen pasar vacaciones los presidentes de España. Las mangaba allí Felipe, Aznar también las mangaba, y las manga Zapatero con sus dos niñas del alma, ésas que tiene prohibido que las saquen retratadas, no sé si por adefesios o por qué razón extraña. En Doñana el presidente de turno que hay en España se pega vida de príncipe, de rajá de Kapurtala, de marqués de los de antes, de gorra, vamos, de válvula. La mesa siempre dispuesta, la despensa bien colmada, el jabugo a discreción, mayordomos y criadas, y el avión hasta Rota con gasolina pagada. Para personal disfrute hay cuatro leguas de playa sin un sola sombrilla ni una gorda en su toalla. Si quieren paseo a caballo, la cuadra está preparada. «Echa vino, montañés, que paga el pueblo de España». Pues no hubo gorrón alguno presidencial en Doñana que al fin de las vacaciones a recepción se acercara y dijera: «¿Pueden darme la factura de mi estancia, del vermú de mi señora y de las niñas las fantas?» Incluso a pensión completa los extras siempre se pagan, lo que allí nunca es el caso, pues allí todo lo mangan los que van de presidentes con vacaciones pagadas.
Y el señor Don Zapatero, como la costumbre manda, se ha ido de vacaciones hasta el Coto de Doñana. No digo de Navidad, pues son vacaciones laicas: vacaciones sin el Niño, sin nacimiento, sin nada. Vamos, de «felices fiestas» tal como marca la tabla.
Si era mucha la excelencia de aquella tierra huelvana, allá por donde los pinos lloran en las sevillanas, si era maravilla el Coto, ahora es más de la pensada. Estando don Zetapé disfrutando de las Pascuas, la ETA, sus amiguetes, los del Proceso de marras, hombres de paz como Otegui y su criminal compaña, en vez de tirar cohetes en fechas tan señaladas como hacen los chiquillos de la casita adosada, un gran bomba pusieron en la Te Cuatro, en Barajas. Una anécdota, accidente en lenguaje de la casa. Un paréntesis muy breve, sin la menor importancia. No hay dos muertos como dicen los del PP, qué calaña. Son dos desaparecidos, ¿la diferencia no captan? Ni aquí se rompe el Proceso, ni aquí se interrumpe nada: el diálogo lo más, pero pasado mañana estaremos otra vez pactando con los etarras, y les daremos Euskadi, y les daremos Navarra, y un jamón con sus chorreras les daremos si hace falta. Y dicen los muy malvados: «Vuelva el presi de Doñana, concluya sus vacaciones, trabaje, vaya a Barajas, dé el pésame a las familias, so mamón, da ya la cara». No saben los desgraciados, que no conocen España ni saben la geografía de la gran tierra huelvana lo que dice aquella copla que canta por sevillanas: «Zetapé, no te menees, Zetapé, sigue en Doñana, que desde Las Marismillas, ¡lo bien que se ve Barajas!»

 

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