Fernando
Villalón no ha muerto ni ha dejado de
escribir. Andalucía está llena de sus
personajes y su mundo. El otro día se
murió Pepe Pineda, campeón de esgrima en
la modalidad de sablazo, ilustre
baratillero, enamorador de hembras
puretonas, fotocopia sevillana de Jaime
de Mora, orador churrigueresco, que
empezó su carrera de señorito tieso del
Arenal y acabó de friqui mojamón de la
colina. Pepe Pineda era un personaje de
Villalón. Lo recuerdo primigenio, su
retrato vestido de corto, con zahones y
capote torero entre sus manos, expuesto
en el escaparate de la galería que uno
de los fotógrafos Arjona tenía en la
Avenida. Aquel Pepe Pineda era de
Villalón, como Pechojierro, como Huevo
Frito. O como lo es, y a mucha honra, su
descendiente, el que lleva con todo
honor su título de Conde de Miraflores
de los Angeles: don Ignacio Sánchez-Ibargüen
Benjumea. A caballo, dando el estribo a
Doña Esperanza de Borbón camino del
Rocío con Triana, Ignacio Sánchez-Ibargüen
era una viva estampa de Villalón.
Como lo es
un caballero jerezano, maestrante de
Sevilla, Felipe Morenés y de Giles,
marqués de Villarreal de Burriel,
sobrino de mi recordado Toto León, otro
villalonesco. Felipe Morenés, con su
planta señorial de capitán imposible del
Tercio Virgen de la Merced, es de la
caballería escribiente. El caballo
andaluz da muy buena literatura. Manuel
Halcón hizo una novelística con espuelas
de plata. La pluma de don Alvaro Domecq
también era espléndida. Luis Ramos-Paúl
fue quien mejor describió el silencio de
la marisma. La silla vaquera es el mejor
bienteveo para contemplar las cosas del
campo, en las que Muñoz Rojas es capitán
general de infantería. Como lo contempla
Morenés, quien ha escrito: «Casi no
quedan hombres de campo. Ser de campo es
saber por dónde sale el sol y por dónde
se oculta; que la yegua parida a los 9 u
11 días entra en celo de nuevo; según la
orientación de los avisperos, si va
hacer mucho levante en verano; cuándo va
a soplar levante por el canto de los
abejarucos; cuántas vacas han tomado
toro esta noche por la posición del
rabo; aparejar un carro, escoger a los
mulos para varas, gancho y delantero;
saber qué es un horcate, una entremanta,
un francalete, sillín, barriguera,
sufra, retranca y quitipón».
Felipe
Morenés, como me sabe degustador de las
cosas del campo y de la literatura que
esquilones y cascabeles escriben con su
sonido, me ha mandado el acta de un
prodigio de belleza. De recia delicadeza
campera. Villalón puro. Los libros de
registro de los caballos de pura raza
han pasado de los militares de la
Remonta a los ganaderos. Con la bella
prosa campera, Felipe Morenés levanta
acta de las verdades del campo: «Hoy día
del Señor numero 27 de diciembre de
2006, miércoles, siendo las trece y
treinta horas ha sido herrada a Fuego en
la Nalga Izquierda con el hierro de la
ganadería de Ilmo.Sr.Marqués de
Villarreal de Burriel la Potra de nombre
Alejandrina, nacida el 27 de Febrero de
este mismo Año 2006. Es la primera
hembra nacida en dicha Ganadería que
será inscrita en el Registro Principal
de la Pura Raza Hispano Árabe. Es hija
del Semental Hispano Árabe de nombre
Zarapito, hijo de Insensata, última
yegua que sobrevivió del reparto de la
Yeguada del Ilmo.Sr.Marqués de Casa
Domecq y Hermanos y del lote que en
dicho reparto le correspondió al
Ilmo.Sr.D. Tomas Domecq Rivero (q.s.G.h.),
y de la yegua Donosa, criada en la
yeguada del mismo Marques de Villarreal
por el semental Uranio del hierro de la
prestigiosa Ganadería del
Excmo.Sr.D.Alvaro Domecq y Diez. También
fue marcada en la paletilla izquierda
con un 1 en recuerdo de que fue la
primera de esta Ganadería de adquirir el
rango de Hispano Árabe del Registro
Principal. Lucía un sol radiante y
corría un suave viento de levante que
caldeaba el ambiente. Lo cual
comunicamos a parientes y amigos en la
seguridad de que serán participes de
nuestra felicidad. En prueba de
veracidad y fehaciencia, lo firma el
Ganadero siendo las veintiuna horas de
dicho día veintisiete de Diciembre de
dos mil seis. Firmado, Felipe Morenés y
de Giles, Marqués de Villarreal de
Burriel».
Y por tu
potranca, Felipe, el campo andaluz
levanta su copa, que llena el oro del
sol del invierno.