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El Recuadro   

 El fútbol será sin goles

ANTONIO BURGOS | EL RECUADRO


El "Y Sevilla" de Olivencia

Siempre es un gozo escuchar un discurso o leer un texto del magistral profesor don Manuel Olivencia. Aunque sea sobre el pagaré, que es lo suyo del Derecho Mercantil, rama de la ciencia jurídica que tiene nombre de círculo con caseta en la Feria: el Derecho Mercantil, el Derecho Labradores, el Derecho Aero, e incluso el Derecho Peña Trianera, pues con razón allí, en Casa Cuesta, demostraba su arte con los fogones del bacalati con tomati el ilustre jurista don Ignacio María de Lojendio e Irure. Fui a oír al rondeño caballero maestrante al Hotel Alfonso XIII, donde su bufete Olivencia-Ballester celebraba su boda por lo civil, por lo mercantil, por lo penal y por lo administrativo con otro prestigioso despacho de abogados, con la firma Cuatrecasas, de la que a partir de ahora será pareja de hecho en todas las especializaciones del Derecho.
Comprobé que Don Manuel se ha echado de socio a un abogado como de telefilm americano, al afamado y respetado don Emilio Cuatrecasas, que también habló, como los catedráticos el primer día de clase, sobre la importancia de la asignatura. Mantiene Cuatrecasas que el Estado de Derecho no es posible sin abogados, que la sociedad no avanza sin letrados. Todo esto lo dijo Cuatrecasas con muchísimas tablas de estrados. Y con golpes de efecto a la americana. Yo me esperaba que de un momento a otro sacara una factura para demostrar que el que mató a la vieja de la silla de ruedas fue el del butano. Tan de telefilm de Perry Mason iba la americanada. Pero no, era de ellos con ellos: de abogados sobre abogados. Estadística en mano, Cuatrecasas demostró cómo España ha progresado desde 1975 gracias a la multiplicación de los panes y los peces (Barba) de los abogados. Como en Estados Unidos, donde hay millón y medio de abogados. Yo, que admiraba muchísimo a los Estados Unidos, los venero tras oír a Cuatrecasas. Una nación que es capaz de resistir a millón y medio de abogados sueltos por ahí es sin duda poderosa y prodigiosa. Si a un abogado solo no hay quien lo aguante, imagínense millón y medio. Y dijo Cuatrecasas que, por el contrario, en China, a pesar de que tiene un crecimiento económico del 10% anual, con lo grande que es China, con la pechá de chinos que hay en China, que llena de chinos las tiendas de los veinte duros, los restaurantes de los rollitos primavera, los veladores de las chinas vendiendo rosas y discos, y hasta la chirigota del Selu... Con lo grande que es China, dijo, solamente hay allí 125.000 abogados.
-¡Por eso precisamente tiene un crecimiento del 10%!
Choque usted esos cinco. En el momento en que los chinos comiencen a mandar chinitos a las Universidades privadas para que estudien Derecho con una rebujina de Económicas, y empiecen a salir abogados, y lleguen al millón y medio, como en Estados Unidos, ¡al cara..cter el crecimiento chino! Todo se les irá en pagar minutas de abogados.
Antes que Cuatrecasas, el maestro Olivencia expuso su ponencia sobre «Profesores y abogados». En la que hizo un certero exordio no sobre la cantidad de abogados que hay, incluida la cola del INEM, sino sobre la conjunción «y». Antes de referirla a profesores «y» abogados, la aplicó a Sevilla. Dijo que Sevilla es la ciudad maniquea que hace disyuntiva o adversativa la conjunción copulativa «y». La conjunción que en otras partes une, en la dual Sevilla enfrenta y separa. Béticos «y» sevillistas son béticos «frente a» sevillistas. Gallistas «y» belmontistas son partidarios de José «frente a» partidarios de Juan. Y así sucesivamente todos los dobletes de los duales barrocos en la ciudad maniquea, que te obliga a tomar partido por uno de los dos hemisferios, en los que no se admite la yuxtaposición ni la doble militancia. Oyendo a Olivencia pensé en Machado. En el único Machado en que se puede pensar oyendo a Olivencia: en Machado el bueno. Que es, por supuesto, Manuel Machado. En su conocidísimo «Canto a Andalucía», quizá Machado se esnortó al colocar la «y» delante de Sevilla, en su genial media verónica de remate. Puso: «Huelva. a la orilla/de las tres carabelas./Y Sevilla». Mejor debería haber puesto: «Sevilla y...» Sevilla y Triana, Sevilla y Betis, y sigan ustedes poniendo conjunciones copulativas con función adversativa o disyuntiva en la ciudad maniquea, antes que yo le mande a Cuatrecasas «y» Olivencia el pavo que suelo a Don Manuel, por haberme dado hecho otra vez un artículo.

 

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